Capitulo 35

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El auto se detiene y miro a través de la ventanilla. Frente a mi hay una enorme casa de color blanco, con grandes ventanales de vidrio y un precioso jardín delantero.

-¿Donde estamos?-. Pregunto algo desconcertada porque creí que iríamos a la casa de los padres de Juan Pablo.

-Ellos ahora viven aquí linda-. Responde Verónica en voz baja y moqueando.

Con mano temblorosa abro la puerta del auto y desciendo, para darme cuenta que estamos en uno de los conjuntos residenciales más costosos y lujosos del sur de la ciudad; lo se porque mis padres viven muy cerca. Las ironías de la vida, si ellos supieran que la familia de ese muchacho que tanto despreciaban son ahora sus vecinos seguro les da un patatús. Me reiría sino estuviera tan rota por dentro.

Verónica baja del auto y vuelve a rodear mis hombros con su mano. Al levantar la mirada veo como los autos de mis amigos se han estacionado alrededor de la casa y todos están a la expectativa de que empiece a caminar hacia la entrada para seguirme.

Puede que la vida me haya negado unos padres adecuados, pero seguro que me premio con grandes amigos, y justo ahora estoy enormemente agradecida y en deuda con ellos por su apoyo.

La puerta de la casa se abre y Manuela sale corriendo hacia nosotros.

Supongo que como en todo conjunto residencial Mauricio y los demás tuvieron que anunciarse, pero yo estaba tan perdida revolcándome en mi miseria que no me di cuenta de ese detalle.

Ella se detiene justo frente a mi. Tiene los ojos hinchados y la nariz roja, señas de que no ha parado de llorar. Me mira fijamente y por un segundo creo que va a golpearme o a insultarme, y me lo merecería completamente, pero me sorprende cuando se abalanza sobre mi y me envuelve en un fuerte abrazo.

Ahí termino de romperme, porque creo que todo está perdido.

Soy vagamente consciente de que mis rodillas estuvieron a punto de tocar el húmedo césped y de que alguien me toma en brazos para llevarme dentro de la casa.

<<Me quiero morir>>.

-Lorena, por favor respira-. Me pide Verónica intentando contenerse, pero se que también quiere romper en llanto. -Respira-. Ahí me doy cuenta que el llanto desgarrador proviene de mi garganta y no de la de otra persona como había creído.

La señora Isabel se acerca. Tiene puesta una bata sobre su pijama y está en iguales condiciones que Manuela, evidentemente destrozada. La veo dejar una taza de té caliente sobre la mesa para después levantar sus ojos inyectados en sangre hacia mi.

-Perdón-. La palabra sale atropellada de mi boca.

-No tengo nada que perdonarte cariño-. Rodea la mesa y Catherine que está junto a mi, se desliza en el sillón para hacerle espacio.

La señora Isabel me abraza y yo vuelvo a llorar como si con mis lágrimas pudiera devolver el tiempo y corregir mis acciones para evitar este fatal desenlace.

-¿Que se ha sabido?-. Escucho que Diego pregunta.

-Aún nada. Apenas nos enteramos papá salió para el aeropuerto, consiguió vuelo pero no ha vuelto a llamar-. Le responde Manuela con voz nasal producto del llanto.

<<Un momento>>.

Levanto la cabeza y los miro a todos.

-Él no... no...-. No me atrevo ni a decirlo.

-Es lo que he estado tratando de decirte dese que estamos en el auto-. Me dice Veronica mientras pasea su mano en círculos en mi espalda. -La noticia dice que sufrió un accidente y que fue llevado al hospital con urgencia, pero no dice más-.

SIEMPRE HAS SIDO TUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora