Capítulo 7: Puedes contar conmigo

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Tras una movida fiesta la noche anterior, el domingo amanece envuelto en paz y en calma. El Sol brilla con todo su fulgor, iluminando cada uno de los rincones de la tierra, incluido aquel espacio entre montañas donde habitaban criaturas siniestras y espectros, ocultos de la injusta sociedad de todo el mundo.

Una vez pasadas las primeras horas de la mañana, empieza a notarse actividad en La Gruta; cazadores y recolectores empiezan su faena de buscar alimento con tal de recargar su alacena. Algunos osados optan por viajar hacia regiones aledañas como Passio, Johto y Kanto, infiltrados entre sus pobladores para lograr acceder a servicios como salud y educación para los más pequeños. Era una vida rudimentaria, algo tosca y exigente, pero con ciertas comodidades gracias a años de esfuerzo de generaciones pasadas.

Pues bien. Tras un nutritivo desayuno de parte de Elisa Zoroark, un par de jóvenes Pokémon deciden salir de las paredes de piedra de aquella región, con tal de reforzar lo aprendido en sus días de formación en el Instituto de Fuerzas Especiales. Luego de atravesar arbustos, saltar algunos peñascos y escalar paredes rocosas, consiguen llegar al punto más alto de todo el perímetro. Donde se ubica la cascada que recorre la región justo a sus pies.

—¡Uf, al fin en la cima! —Festeja el Inteleon con alivio, una vez planta sus pies en suelo firme—. ¿Es aquí, Abel? Ya no encuentro otro lugar cerca para seguir subiendo.

—¡A-Aquí es! ¡Ya llegamos! —Alega el Zoroark bastante entusiasmado, luego de levantarse a su lado—. Que recuerdos, jeje. Aquí solía venir con Samir y los chicos, antes de inscribirme para ser Rescatista.

En la lejanía, el astro Sol sigue elevándose poco a poco en el cielo, esparciendo su brillo incandescente por sobre la Montaña Plateada, justo en los linderos fronterizos de Johto. Al fondo de todo, se podía apreciar parte de la región de Kanto, como la Meseta Añil, el Monte Moon y parte de la Ciudad Celeste, aunque algo dificultoso por las montañas y serranías en medio.

—Vaya... La vista es hermosa, no puedo negarlo —confiesa el Inteleon embelesado por el enorme paisaje frente a sus ojos—. Qué lástima que no podré ver esto más seguido.

—Es verdad. Con mucho gusto te traería a La Gruta cuantas veces pudiera. Pero ahora somos Rescatistas, bien sabes lo cuán famoso es este cargo, así que puedes tener ojos detrás de ti por dondequiera que vayas. —Héctor da media vuelta y dirige su vista río arriba, donde peces saltarines nadaban a aguas más tranquilas—. La Gruta es un lugar que alberga a Pokémon de distintos lugares del mundo. Años de tradición se han resguardado acá... No me perdonaría que todo el esfuerzo de nuestra gente en el pasado se fuera al diablo tan solo por un capricho mío.

La relevancia de mantener en secreto la existencia de La Gruta aparece a flote. Ignacio comprende sus palabras, mientras bajaba un poco su mirada hacia el rompiente de aquella cascada, donde su estanque brindaba el agua potable a cada uno de sus habitantes.

—Además —continúa el siniestro—, si llegarse a suceder que algún Pokémon de la sociedad descubriera este lugar, la masacre sería descomunal. Nada más con saber que tienes a casi ochocientos habitantes allá abajo, a los cuales quieren exterminar a como dé lugar, ya te das la idea. Y su mentira más acertada acerca de toda la matanza sería el haber descubierto una especie de secta oculta, o alguna de esas mierdas que se inventan.

—Diablos... —suspira el camaleón, mientras toma asiento a la orilla del salto—. Pero suponiendo, si se llegase a dar ese caso de que descubran este lugar ¿no se han preparado para actuar al respecto?

—No por nada me convertí en el tutor de Sally y Renn hace unos años atrás. Quería meterles en la cabeza el que ese tipo de cosas podrían pasar en el momento menos esperado, y para ello debían estar listos, ellos y todo su grupo. Samir y su escuadrón son los más aptos para el trabajo por los momentos, y ellos están a cargo de alistar a los demás. Así que podría decirse que, de ser por mí, formamos una rebelión y tomamos Passio por la fuerza. Pero esas no son mis intenciones ahora mismo, prefiero organizar mejor mis movimientos y esperar un poco más.

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