El gran Sistema Ferroviario de Kalos es una de las obras más grandes de la ingeniería global. Es una gran vía de tren que une a cada una de las ciudades de la región, compuesto por un total de seis trenes de alta velocidad y dos trenes nocturnos, todos manejados a través de la sala de control en Luminalia. Fue fundado hace más de 650 años en la joven y novedosa ciudad de las luces, siendo contemporáneo así con el nacimiento de la Torre Prisma. El Sistema Ferroviario de Kalos fue un proyecto que constó de más de cuatro décadas y numerosos aportes de regiones aledañas para su culminación.
La construcción del Sistema Ferroviario de Kalos fue dirigida bajo la tutela del inventor galariano Richard Darmanitan, el creador del primer vehículo locomotor del mundo, operando este ejemplar en su región natal. El primer vehículo del Sistema Ferroviario kalosiano fue una locomotora que unía la Ciudad Luminalia con la creciente metrópoli del norte, la Ciudad Romantis.
Con el pasar de los años, el avance desenfrenado de la ciencia y la tecnología, así como el rápido surgimiento de la energía eléctrica en aquella época, hicieron que la locomotora alimentada por carbón y restos vegetales fuera reemplazada por un tren eléctrico impulsado por grandes líneas de alta tensión, unidas en cada estación del tren. El electricista Werner von Electrivire fue uno de los ingenieros responsables de la construcción del nuevo prototipo, obteniendo como resultado un vehículo más eficiente, más rápido y más económico a mediano y largo plazo, puesto que el mantenimiento periódico de la locomotora anterior suponía gastos considerables para la época, en especial por las fuentes de energía requeridas para su funcionamiento.
Tras unas cuantas décadas hasta la actualidad, los trenes de alta velocidad de Kalos son impulsados por campos electromagnéticos instalados en sus vías, incrementando así la velocidad máxima alcanzada y eliminando las líneas de alta tensión que bien causaron numerosos accidentes ante su mantenimiento. El Sistema Ferroviario de Kalos está en constante actualización y renovación; los directivos encargados de la manutención y cuidado del transporte han dialogado con personalidades de la ciencia moderna, para considerar la utilización de energía psíquica como fuente de alimentación para el vehículo, y así mantener la tradición kalosiana de más de seis siglos aún con vida.
—A su verga. ¿Cuántos psíquicos se necesitarían entonces para mover un solo tren?
—¿Qué lees, Abel?
—... Oh, Violeta. Solo es este folleto que me encontré anoche a la salida de la estación. Habla sobre los trenes de Kalos.
—¿Ah, sí? ¿Puedo verlo?
El Zoroark lector aceptó sin dilación y le ofreció un asiento junto a él en las frías butacas del Centro Pokemón. El día había comenzado con apacible calma pese al pulular de criaturas en andanzas por el recinto. Las nueve de la mañana recién se marcaban con un pitido incesante en el reloj de muñeca de la Mienshao; ya se habían cumplido ocho horas desde que ingresaron al centro de salud.
Un pequeño zorro inquieto se percató del tintineo; el joven Nickit bajó al instante de los brazos de su gran amigo, quien entre ronquidos y balbuceos, nada hizo para mantenerlo consigo.
—Ya deberían haber salido... —El pequeño vulpino observó con preocupación las puertas batientes de la sala de emergencias—. ¿Por qué papá está tardando tanto? Ya van dos horas desde que está adentro.
—Calma, Willy. No seas tan desesperado, ya es la tercera vez que preguntas en lo que va de hora. —Olivia, recostada sobre su asiento y cruzada de patas, lo miró con una sonrisa para tratar de tranquilizarlo—. Ya vas a tener tiempo para poder verla, solo siéntate aquí conmigo y espera, ¿sí?
—Lo dices como si fuera muy fácil...
—Porque sí lo es, nada más es sentarse y esperar por nuestro turno. Vamos, ven aquí. No querrás despertar a Walter, ¿o sí?
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Cambiar el sistema
FanficMuchos años antes de que yo naciera, los tipo Siniestro eran menospreciados y discriminados por los demás tipos, todo eso gracias a la mala imagen que nos han puesto muchos de nuestro grupo que se sentían hartos de no ser escuchados. Mi padre decidi...