Capítulo 1

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CASA FAMILIAR WHITEMORE (INVIERNO)

En la habitación principal la esposa del gran duque estaba en labor de parto. Todos estaban conmocionados por el nuevo integrante de la familia que no quería cooperar para nacer.

Las parteras estaban nerviosas porque la duquesa llevaba horas tratando que el bebé naciera y el cansancio era notable en sus facciones. Luego de largos minutos logró pujar con un último intento.

El duque estaba en un estado de nervios y felicidad por su próximo hijo o hija. A él no le interesaba que sería su bebé solo quería que estuviera bien mientras otros hombres solamente querían un varón para seguir el legado.

En un momento hubo un gran silencio en la residencia Whitemore que hasta causó temor en algunos trabajadores llevándolos a pensar lo peor, pero el gran llanto del recién nacido causó tanta felicidad que muchos no lograron retener sus gritos dando apoyo al duque y la duquesa.

Pero...

En la habitación principal había alguien que no opinaba lo mismo. La duquesa al ser informada de que su bebé no era un varón si no una niña le causó tanta desilusión que llegó a sentir repulsión hacia su hija.

El duque no logró controlar su felicidad y entró a la habitación interrumpiendo a las parteras.

–Señor, felicidades ha tenido una hija muy sana y fuerte –le informo la partera encargada con una notable felicidad.

–¿Puedo cargarla? –preguntó el duque con duda.

–Claro señor en un momento. –le dio una sonrisa la mujer mayor.

El duque al darse cuenta del silencio se fijó en su esposa, su cara demostraba muchos sentimientos que en él no eran compartidos.

–Dionisia, ¿Qué pasa? –le preguntó preocupado.

–No debería haber nacido mujer –dijo asqueada.

–Que tonterías dices Dionisia no ves que es nuestra hija –hablo enojado.

–Debía ser un varón para seguir el legado, una mujer no servirá de nada. ¡Sabes que no podré volver a tener hijos porque esta niña me daño al no querer nacer! –dijo fuera de sí Dionisia.

–Última vez que vuelves a decir algo así Dionisia o juro que trabajarás igual como una sirvienta en esta casa. –la voz del duque fue silenciosa y mortal haciendo que cualquier ruido o movimiento dentro de la habitación se detuviera.

Dionisia se quedó sin palabras, ya que conocía la furia del duque y sabía que no tendría nada bueno. Al ser casados por un contrato para beneficios de sus familias había aprendido que muchas veces era mejor callar.

Al ver qué su esposa se quedó callada el duque volteo a ver a la partera.

–¿Puedo cargarla ahora? –pregunto ansioso.

–Claro su excelencia –le respondió la partera entregando la bebé a su padre.

El duque al tener a su hija en brazos se sintió completo y sabía que jamás volvería a tener la misma sensación como verla en sus brazos.

–Eres hermosa igualita a mí –mencionó feliz el duque a su bebé.

–Sí señor además de ser una niña muy sana –habló contenta la partera.

Aunque en la habitación la duquesa no expresaba el mismo cariño hacia su hija, en su interior se sentía llena de rencor hacia esa pequeña niña porque le quitó el derecho de concebir un varón.

Ya en este tiempo no era necesario que un varón llevará las riendas de la familia ni se denigraba a la mujer, pero todavía había familias que llevaban generaciones y no querían dejar atrás sus tradiciones.

El duque ajeno a los sentimientos de la duquesa estaba meciendo a su hija en brazos.

–Tu nombre será Aldara –dijo contento el duque viendo a su pequeño cristal.

***

Hoy presenciamos cómo nació nuestro pequeño Cristal, lamentablemente Dionisia no recibió con cariño a su hija... ¿Qué sucederá con ese odio que generó dionisia a su hija?... Lo veremos en los próximos capítulos.

La princesa del escocésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora