IMPERFECTLY PERFECT ▪︎ [YiZhan]

08

Era las cinco de la tarde cuando ZhouCheng y Zhan llegaron a la casa del primero, habían pasado una tarde de hermanos muy amena. Cheng sabía cómo animar y consentir a su hermano cuando estaba triste, esa tarde no fue la excepción. Pero sus sonrisas fueron cambiadas por expresiones de susto cuando abrir la puerta lo primero que escucharon fueron los gritos de Haikuan y su padre.
Al adentrarse a la sala, los vieron a ambos sentados en el sofá con refrescos, bocadillos y viendo un partido de fútbol.

— Llegamos — avisó Zhan

— Papá, Kuan ya vallan a arreglarse, en un rato debemos salir — dijo ZhouCheng llevando a Zhan de la mano hacia su habitación.

Luego de un par de horas ya todos estaban listos para irse. Pusieron el auto en marcha y en un par de minutos llegaron al lugar.

Muchos autos y gente entrando y saliendo del restaurante era lo que se  podía presenciar. Haikuan estacionó el auto en lugar cercano y disponible, bajaron y caminaron hasta la entrada donde un chico muy bien vestido los recibió.

El lugar era grande y estaba muy bien arreglado, la decoración era impecable, los meseros muy bien uniformados, todo se veía perfecto, y muy bonito.

— Hay que buscar una mesa papá — dijo ZhouCheng.

Zhan miraba todo con admiración, el hermano de su cuñado sin duda tenía un muy buen gusto, ni siquiera empezaba su noche y ya se la estaba pasando de maravilla. Hasta que su vista se detuvo en una mesa en la esquina al fondo del restaurante, su ojos se empezaron a llenar de lágrimas, mientras apretaba sus puños con fuerzas para calmar todos los sentimiento que surgían en ese momento, y las ganas de cometer un asesinato.

— Zhan por qué no nos... — detuvo sus palabras y miró a la misma dirección que su hermano lo hacía.

El padre de ambos y HaiKuan llegaron con ellos al ver que estos no los seguían.

— Oigan ¿Qué están mirando? — preguntó Haikuan.

Zhan comenzó a caminar hacia la mesa donde hace un par de segundos  su mejor amigo y su ex esposo se encontraban besándose.

— ¿Eres mucho para mí? ¿Ya no disfruto estar contigo?... ¿Fue por eso que me dejaste, para engañarme con mi mejor amigo? — las dos personas miraron sorprendidos al reconocer la voz.

— ¡¿Zhan?! — dijeron asustados al unísono.

— Zhan, puedo explicarlo...

El pelinegro aún con lágrimas en sus ojos y sin querer oír las mentiras que saldrían de la boca del que consideró como su hermano, por lo que giró y se alejó del lugar.

— Eres un maldito hijo de puta, engañar a mi hermano y todavía más con su supuesto mejor amigo... Y tú... Tú eres un maldito traidor, meterte con el esposo de tu mejor amigo y recomendarle un supuesto abogado vendido el cual solo lo dejó peor de lo que estaba, desgraciado... Pero bien dicen. Nunca te cambian por algo mejor, si no por algo más fácil, agradezcan que este es un evento importante porque si no, me hubiera encargado de tenerlos cuatro metros bajo tierra a los dos y-

— Amor, amor ven... No te alteres, tranquilo — calmó Haikuan.

— Eres un desgraciado Zhehan-

— Señor Xiao, yo-

— Cállate. Aléjate de mi hijo, y tú Gong Jun, que descarado eres, Zhan confiaba en ti y lo traicionaste, aléjate también de él, no quiero ver a ninguno de los dos cerca de Zhan.

— Xiao, mejor vamos a la mesa. No tienen por qué gastar saliva en estos dos sinvergüenzas, la vida se encargará de ponerlos en su lugar — HaiKuan se llevó a padre e hijo lejos de ahí, no sin antes dar una mirada de advertencia a la pareja.

— Esto fue mala idea Han — dijo el pelinegro poniendo las manos en su cara.

— Tranquilo mí amor, tarde o temprano lo iban a saber, aparte no te puedes poner así ahora que estamos a un mes de casarnos — tomó sus manos y dejó un beso haciendo sonreír.

Zhan caminaba por el lugar en busca del baño, sus ojos estaban llenos de lágrimas, su corazón dolía, lo habían engañado y todavía más con la persona en la que más confiaba muy aparte de su padre y su hermano. ¿Enserio, de todas las personas por qué él? Hubiera sido menos doloroso verlo con alguien que no fuera su mejor amigo.

Estaba tan sumido en su mundo, que no se dió cuenta que alguien venía frente a él hasta que chocó con el duro y frío suelo.

— ¿Está bien? — dijo el hombre ayudándolo a pararse.

— Sí, sí. Estoy bien.

— ¿Zhan? — llamó al reconocer el timbre de voz.

El pelinegro alzó su mirada, y ahí estaba él.

— Yibo.

— ¿Estás bien? ¿Por qué lloras? — dijo sacando un pañuelo del bolsillo de su saco y se lo entregó.

— ¿Te sientes mal? ¿Qué tienes? — preguntó levantando su mano y colocándola en el hombro ajeno. — ¿Qué sucede?

Las lágrimas de Zhan ganaron y volvieron a salirse sin permiso, y sin saber qué más hacer, Yibo abrazó el cuerpo del pelinegro, quien se aferró a él para llorar y sollozar sobre su pecho.

— Está bien, tranquilo... Tranquilo.