Capítulo 6.

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Después de dejar la ropa sucia en la lavandería, la selección ha ido a entrenar y yo he decidido quedarme para estudiar un poco. Gracias al cielo que en mi laptop traigo descargados en PDF libros de enfermería.

Mientras estudio, saboreo una paleta de hielo de limón que he agarrado del comedor.

Reviso mi teléfono para ver si tengo algún mensaje de mis amigos o alguna notificación, pero realmente no hay novedad. No puedo platicar con mis amigas con esta gran diferencia de horarios.

Estudio hasta que los glúteos se me cansan de estar sentada en el piso del balcón. Guardo la laptop y para perder el tiempo, me salgo a dar una vuelta por la villa olímpica.

Aprovecho a tomar fotos de los paisajes bonitos que Tokio nos ofrece. El atardecer es una vista espectacular. Siempre he sido más fan de los atardeceres que de los amaneceres.

Me siento en una banca que da la vista hacia el mar.
Adoro a los chicos, pero necesitaba un momento de tranquilidad a solas. El problema en mí es que cuando necesito tranquilidad para pensar, todo lo que me frustra me invade. Y es que bien dicen que mente ocupada no extraña a nadie. 

No puedo evitar pensar en Josué, mi mejor amigo. Es el chico con el que he crecido prácticamente toda mi vida. Y que ha sido mi amigo desde que tengo memoria. Pero ahora pienso, ¿De verdad sigue siendo mi mejor amigo?

Han surgido algunas situaciones últimamente debido a su novia. A ella no le agrado. Al principio según hasta era mi amiga pero en los últimos meses estuvo actuando distante conmigo y me eliminó de todos lados. Yo no quería decirle nada a mi hermano, porque sí, así es como siempre lo había tratado. Lo que empezó como un detalle se hizo grande cada vez más, hasta que no ví más opción que hablarlo con Josué. Pensé que él sería más sensato y tendría una respuesta adecuada. Pero finalmente terminó poniéndose de su lado. Lo preocupante fue cuando me dijo que para él "era normal que su novia fuera un poco posesiva y no le gustaba que tuviera amigas", pero bueno, quién soy yo para hacerlo cambiar de idea.
A raíz de eso, y de los comentarios que mi padre me hizo debido a la situación, comencé a cuestionarme si Josué era una amistad que realmente debía seguir manteniendo. Es decir, no nos dejamos de hablar completamente pero él aceptó que entre más distancia haya entre los dos, es mejor.

Y los recuerdos de nuestra amistad llegaban de repente. No quiero alejarlo de mi vida, porque ha sido siempre parte de ella. Pero a veces creo que una amistad buena no hace cosas como las que él hizo; a veces me ignoraba, me llamaba dramática y minimizaba mis sentimientos y las situaciones por las que pasaba, e incluso cuando mi madre murió, porsupuesto que estaba destrozada, necesitaba hablarlo con alguien, pero él en lugar de estar ahí, simplemente me dijo que "a los demás no les importaba como me sentía", o la vez en que me obligó a que superara a César cuando recién había terminado con él, no era algo como que podía cambiar de la noche a la mañana. Josué casi siempre se la pasaba regañandome y es la misma razón por la que yo me abstenía de varias cosas para evitar sus regaños. Entonces, me vuelvo a cuestionar, ¿De verdad debo seguir conservando su amistad?

Cada vez que recuerdo sus malos tratos, me digo a mi misma que eso no está bien, que esa amistad no es sana. Y cada día busco el valor para poder alejarme por completo de él.

Me llega una notificación de que tengo un mensaje nuevo de WhatsApp.

Se trata del grupo que tengo con mis amigas. Me sorprendo por la hora que es, aquí son casi las ocho pero en México son casi las seis de la mañana. Pero cuando comienzo a leer los mensajes, me doy cuenta que hay más frustración por agregar.

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Me hiciste brillar || Diego LainezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora