Capítulo 35

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Cuando llegué a casa y como ya venía siendo habitual, me encerré en mi cuarto. Mi madre apareció a media tarde en mi puerta, diciendo que venía a ayudarme a hacer las maletas para el internado y que tenía que ponerme ya a empaquetar mis cosas a pesar de que todavía quedasen varias semanas para irme. La eché con una mala contestación y cerré de un portazo, volviendo a quedarme sola.

Me dediqué a rumiar mi enfado, a recrearme en lo cabreada que estaba hasta que se me pasó del todo. Después me tiré en la cama y me puse a pensar en cómo convencer a mis padres para que no me metiesen en ese estúpido internado de Nueva York.

No quería cambiar de centro a mitad de curso y no quería graduarme en ningún otro sitio que no fuese Somersby. Aunque me hubiesen expulsado y aunque tanto el director como los profesores ahora me considerasen una de las peores alumnas del instituto, yo quería seguir allí. Empezar de cero habría sido demasiado duro. Y solo con pensar en alejarme de mis amigos me entraban escalofríos. ¿Cómo iba a irme de Detroit ahora que por fin había conseguido arreglar las cosas con Jules, Ben y Corey? ¿Cómo iba a marcharme ahora que Jason y yo...? Bueno, ahora que habíamos empezado lo que fuese que teníamos.

Tenía que encontrar la forma de librar a mis padres de la idea de llevarme al internado. Y tenía que hacerlo rápido.

Todavía no había llegado a ninguna conclusión cuando sonó el teléfono sobre mi mesilla de noche. Me arrastré por la cama para descolgar y me llevé el auricular a la oreja, sentándome de piernas cruzadas.

—¿Diga?

—¿Ashley? ¡Soy Jules! —contestaron al otro lado. Yo ya había reconocido la voz de la chica antes de que me confirmara que efectivamente era ella.

—¿Cómo has conseguido mi número? —inquirí, sorprendida.

—Bueno, una amiga me dijo que podía buscarse en el listín telefónico. ¿Quieres saber cuántos Coleman hay en Detroit? —replicó. Yo no pude evitar reírme— ¿Pero cómo estás? Nos hemos enterado de todo. Bueno, todo el insti se ha enterado de que le has dado lo suyo a Michelle. Y la novia de Corey nos contó lo de Jason.

Respiré hondo antes de contestar.

—Mis padres quieren meterme en un internado de Nueva York —solté.

—¿Qué dices? ¿Es en serio? —fue la reacción de Jules—. ¡Van a meterla en un internado! —añadió y me la imaginé despegándose un poco el teléfono de la cara porque aquella frase sonó más amortiguada.

—¿Quién hay ahí contigo?

—Ben y Corey. ¡Que sí, no me lo estoy inventando! —les chilló a los chicos, que seguramente estaban a cuadros con la noticia del internado y no terminaban de creérselo. Bueno, yo tampoco podía creérmelo del todo.

—¿Y Jason? —pregunté, casi sin querer.

Él también se habría enterado de todo a aquellas alturas. Excepto de lo del internado, claro.

—Ni idea, no lo he visto desde esta mañana. ¿Lo vuestro es en serio? ¿Y cómo vas a solucionar lo del internado?

—Si piensas escaparte de casa puedes quedarte en la mía, a mis padres no les importaría —soltó entonces la voz de Corey, después de que yo escuchase algunos ruidos. Seguro que le había quitado el teléfono de las manos a Jules, porque la oí quejarse de fondo.

—Oye, a lo mejor el internado no está tan mal —dijo Ben, que a su vez le había quitado el teléfono a Corey. Jules empezó a quejarse más aún y escuché a Corey soltar un gruñido—. Al menos es mejor que una escuela militar, ¿no? Y Nueva York tiene que ser genial. Además, así estarás lejos de tus padres.

Una chica malaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora