Capitulo 8.

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No había nada que hacer.

No había como remediarlo, Alejandro ya había tomado su decisión.

Luego de aquel espectáculo, llegamos a una cabaña, desde allí teníamos vista a la ciudad y la rodeaba un bosque. Su aire rustico y el clima frio, eran algo fascinante. Estaba hecha en su totalidad de madera, no era lujosa, ni grande. Era más bien acogedora.

Desde que habíamos llegado, Alejandro no me había dirigido la palabra, ni un solo gesto. Estaba sentado en el pequeño comedor, leyendo quien sabe qué. Su cabello negro estaba algo largo, lo veía más pálido de lo normal, tenía las venas de sus manos brotadas y pequeñas bolsas bajo sus ojos.

Sus ojos color miel ya no me veían como antes.

Tal vez no éramos el uno para el otro.

Mordí mi labio cuando se percató de que lo estaba observando.

-¿Necesitas algo? –pregunto. Su tono de voz era algo fuerte.

-No –respondí tajante.

Subí las escaleras que daban al balcón, la ciudad se veía pequeña. La luna iluminaba el cielo y las estrellas se notaban mejor desde allí. Por la poca contaminación, todo se miraba mejor.

Me sentía rota, pero tenía tranquilidad.

La tranquilidad que no había podido tener desde hacía ya tiempo. Suponiendo que las crisis habían vuelto y la pregunta de si todo esto estaba valiendo la pena rondaba por mi cabeza.

Igual, valiera la pena o no, ya estaba sumida en esto y no sería fácil salir.

Ni Gregorio, ni lo demás sabían nuestra ubicación y tampoco teníamos permitido contarles o hablar con ellos por algún dispositivo del que nos pudieran rastrear, en eso Samuel había sido muy claro.

Me sentía sola.

Todos a mí alrededor tenían algo que ocultar y por alguna razón, no me podían decir. ¿La confianza que brindaba no era suficiente?

¿Soy yo la que no es suficiente?

Tome mi celular, estaba a reventar de llamadas, mensajes de Instagram, textos. Todo esto había estallado.

La primera publicación que salió.

Maldita sea.

"Gregorio Daddario fue visto por última vez en el aeropuerto, con una mujer, de la que aún no se sabe su identidad. ¿Le dio la espalda a su hija?"

¿El autor? Aron.

¿Nos sorprende? No nos sorprende.

Mis ojos estallaron en lágrimas, ¿cómo podía abandonarme otra vez?

Baje y vi a Alejandro durmiendo en el sofá. Empecé a temblar y no pude evitar los sollozos.

-¿Verónica? ¿Estás bien? –musito.

-Gregorio se...se volvió a ir –balbucee.

-Él no quería decirte nada porque sabía que ibas a reaccionar así. No se quería ver salpicado –explico. Como si nada.

-¿Tu lo sabias? ¿Por qué no me dijiste?

-No me correspondía.

Su frialdad seguía ahí.

Solo le fruncí el ceño y me seque las lágrimas, ninguno se merecía mi sufrimiento.

Entre a la habitación en la que estaban mis cosas, dentro de la maleta en un rincón, estaba el celular que me había dejado el desconocido.

El Amor Eterno de un Narco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora