2 x 10: Changing the Prince's Life.

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Ya con Gohan de cinco años, Goku y Krillin lo llevarían de paseo por el barrio. Entraron a la casa a buscar algunas cosas.

— ¡Kakarotto! ¿Qué te dije de traer a tus amigos raros? — le gritó su hermano mayor, que estaba en ropa interior sacando una gaseosa de la nevera.

— ¿Y qué te dije yo de eso? Que no me importaba. 

Ambos directamente a la habitación del pelinegro a buscar el balón para jugar en la cancha.

Cuando iban saliendo de vuelta, vieron a Raditz sólo rascándose el trasero y viendo televisión.

— ¿Por qué no vas a hacer algo con Vegeta? — Se preocupó su hermano.

— Dijo que estaba ocupado, pero saldremos después.

— Tu hermano es muy dependiente a Vegeta — susurró Krillin a su amigo antes de salir.

Y por si te interesa saber lo que hacía Vegeta, te lo cuento. Bulma Briefs había vuelto a su taller. Ya era costumbre para todos que la multimillonaria fuera de vez en cuando a visitar a su amigo Goku, incluso vino a su boda y ya conocía a Gohan. De esas veces, no se topaba mucho con el príncipe. Podía decirse que hasta se evitaban, porque ambos sabían lo fuertes que eran sus personalidades y que se pondrían a discutir por lo más estúpido que se les asomara.

Pero esta vez, la japonesa venía especialmente a verlo a él. Después buscaría a Goku y a Krillin, que también se había vuelto su amigo. Ahora, estaba de nuevo en el garaje saiyajin.

Vegeta, quien ya no era un jovencito sino que cada vez estaba más cerca de los treinta, estaba ligeeeramente borrachito. Sólo se había tomado un par de tragos de Vodka, el trago que te hace sentir feliz. Y quizás fue por eso que se carcajea un poco cuando ve a la chica frente a él. 

— Tú no te cansas... ¿En tu país no existe una ley contra la violación de propiedad privada?

— Que vivas aquí no lo hace tuyo, sólo es topofilia. ¿O acaso tienes los papeles? — Contestó con seguridad y él sonrió de lado, sin más.

— ¿Y qué quieres, mujer?

— Te tengo una oferta.

Hizo una mueca y luego un sonido, indicándole a ella que hablara de una vez, mientras él daba otro sorbo directo de la botella.

— Ven a vivir a Japón. Conmigo, en mi casa.

El príncipe alzó las cejas, se quedó un par de segundos mirando a diferentes puntos al azar, y luego le extendió la botella a ella para ofrecerle.

— ¿No tienes una copa? No quiero contagiarme nada.

— Ahg. — se dio la vuelta, entró a la sala multiusos, volvió y le sirvió ahí. 

Pero una vez estuvo listo el vaso, no se tenía intenciones de dárselo. Lo dejó en el piso, junto a sus pies. Ella tendría que acercarse a él, agacharse y tomarlo. 

Y como ella no podía perder, ni perderse en esta constante lucha de personalidades, tuvo que hacerlo. Cuando estuvo a un par de centímetros de él, se agachó, sin apurarse ni demorarse. Tomó el vaso y lo llevó a su boca. Se tomó todo todo su contenido y el príncipe, no dejaba de mirarla a la cara, ni tampoco movió un solo músculo para alejarse ni acercarse más -si es que se podía-. Como si hacer eso fuera a poner en duda su orgullo y hombría por no poder resistirse a una tentación. 

Tentación que era, esta vez, muy diferente. Entiéndase bien, lo vamos a explicar:

Vegeta, a diferencia de Raditz, al tener a una chica enfrente, no la miraba como un objetivo sexual. Era, sin más, una persona. No era más ni menos importante para él, sin importar como esta persona luciera ni cómo se comportara. Si era hombre o mujer, era aún más insignificante. No cambiaba en nada la actitud que él tomaría, la cual es, como ya sabemos, indiferencia total. Él era así, después de todo. Gruñón.

PHOBIA┊ 𝐃𝐫𝐚𝐠𝐨𝐧 𝐁𝐚𝐥𝐥 (Temporadas 1 y 2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora