~ 스물일곱 ~

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Había una rubia que hervía en rabia y celos mientras miraba la portada de una revista amarillista en donde aparecía su ex-novio y su nueva pareja.

Cindy Cardin nunca había sentido celos, de hecho cuando terminaba con alguno de sus novios los olvidaba al instante, pero esto era distinto porque estábamos hablando de Jeon Jungkook, no cualquier chico sino el heredero de una de las familias más importantes e influyentes de Corea. Y lo quería de vuelta. Había sido una estúpida al botar a Jungkook pensando que el azabache estaría detrás de ella como lo habían estado todos sus antiguos amantes, pero vaya que se había equivocado.

Jeon Jungkook era un chico que tenía a las chicas babeando a donde quiera que fuera, tenía chicas para escoger si así lo quería, y aún sabiendo eso ella se había arriesgado a botarlo y, eventualmente, a perderlo. Sí, ella sabía que tenía un hermoso rostro, poseedora de unos ojos hermosos y una cabellera rubia que era la envidia de muchas pero aún así eso no había sido suficiente para evitar que Jungkook la olvidara en un dos por tres. Que ilusa había sido al creer que el azabache volvería a ella arrastrándose como un perro al igual que los demás; él no tenía ni una pizca en común con los otros chicos.

Jeon Jungkook era un chico que no pertenecía a ningún molde. Y odiaba ese hecho porque él debería estar rogándole por una nueva oportunidad, y muriéndose de celos al verla coquetear con otros chicos, y sin embargo la que se moría de celos era ella. Joder, quería ir allá y decirle a Jungkook que quería volver con él, pero no lo haría. A su madre le daría un infarto si se enterara de que hizo algo así; la mujer siempre le había enseñado que eran los hombres los que debían rogar por ella, que ellos no eran más que un medio para lograr y obtener todo lo que quería, que no eran más que juguetes. Y como madre soltera al cuidado de una niña, Adelaide Cardin, había tenido razón y ella no era quien para cuestionar a su amada madre, después de todo, su madre siempre tenía razón y era su ejemplo a seguir. Pero ahora, empezaba a creer que su madre se había equivocado al poner a todos los hombres dentro del mismo cartucho, porque seguir sus consejos no había funcionado en lo absoluto con Jungkook.

Al ver que las cosas no estaban saliendo como en realidad quería, tuvo que tomar medidas extremas para atraer mucho más la atención del azabache.

Y sí, todo había comenzado como un juego por parte de ella (un juego que Jungkook decidió seguir por dos años), para poder sonsacarle al coreano todo lo que quisiera. Y lo había conseguido: ropa, joyas, maquillaje, bolsos, dispositivos de última generación e incluso un carro. Jeon Jungkook le había dado todo lo que ella le había pedido, pero aún así eso no era suficiente porque empezó a desear mucho más de él; más de su atención y no tanto de las cosas materiales. Lo que había comenzado como un juego, de pronto, ya no lo era. Quería que Jungkook la mirara todo el tiempo con esos ojos brillantes, quería que fuera más atento... y no es que no lo fuera ya, pero la atención que él le prestaba no se comparaba al tipo de atención que le daba a Charlotte Clark, una atención casi devota, pero no, la atención que él le brindaba se sentía bastante falsa y forzada. ¿Por que Jungkook no la había adorado como ahora adora a Charlotte Clark? Y sí, aceptaba que era caprichosa, mandona e irritante pero su belleza lo compensaba, ¿no? La belleza podía arreglarlo todo... o al menos eso le había dicho su madre.

Había comentado la situación con su madre y ésta le dijo que debía poner mayor presión en él: coquetear con algunos chicos de manera un tanto descarada, ser un poco mimosa y si se da el caso, dejarlo y salir inmediatamente con otro chico para que él vea de lo que se perdió y regrese arrastrándose como un perro. Y aquello siempre le había funcionado, claro, hasta que se topó con Jungkook y todo se fue al carajo. Comenzó a ser mordaz  y distante con él, pero a él ni siquiera le importaba. Irritada y encolerizada por aquello, fue que decidió tener uno que otro amante para descargar la frustración. El sexo con Jungkook era excelente, pero para ella no era suficiente, además, sus personalidades en la cama eran completamente opuestas; Jungkook siempre había querido ser duro y dominante, pero a la rubia nunca le había gustado aquello, y por eso en vez de tener sexo parecía todo como una batalla campal en donde ambos terminaban agotados pero sumamente insatisfechos. Ella quería que el azabache fuera más dócil y suave a la hora del sexo, y Jungkook la complacía, siempre anteponiendo las necesidades de ella a las suyas, pero aún así seguía sin ser suficiente para Cindy porque el problema radicaba en lo falso y forzado que se sentía todo durante el sexo, y lo odiaba, es por eso que siempre discutían antes o después. Y ella tampoco hacía un esfuerzo por entenderlo, y tampoco quería hacerlo porque era Jungkook quien tenía que complacerla a ella y no viceversa.

Jeong | JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora