~ 이십팔 ~

650 44 8
                                    

Después de aquella conversación con su padre no sabía como sentirse; por un lado, se sentía bastante optimista y creía que podría llegar a conquistar a su noona; por otro lado, sentía que debía dejar las cosas así, que sería una pérdida de tiempo intentar ganarse el corazón de alguien que no sentía nada por él... Pero no era un cobarde, y prefería arriesgarse y fracasar que rendirse sin siquiera haber intentado.

Y justo por eso estaba ahí, en la casa de Charlotte, con un ramo de exquisitas rosas y chocolates, y vestido de manera semi formal para llevarla a comer a algún restaurante. No iba a mentir, estaba sumamente nervioso, era la segunda vez que invitaría a su noona a salir y no quería que lo rechazara... o que lo dejara plantado como la primera vez. Pero no iba a echarse para atrás, ya estaba ahí así que sólo tocaría la puerta y la invitaría a salir. ¿Que era lo peor que podía pasar? No se iba a acabar el mundo solo por eso.

Respiró profundamente y luego soltó todo el aire contenido, y tocó el timbre. El tiempo de espera hasta que le abrieran la puerta lo sintió el más largo del mundo.

— Jungkook, muchacho, ¿Qué estás haciendo aquí? — exclamó el hombre, feliz de verlo y recibiéndolo con un fuerte abrazo.

El coreano sonrió debido a la calidez del gesto.

—Yo... ¿Está Charlotte?

— Claro, pero pasa. No te quedes allá afuera, no seas tímido.

El azabache entró a la casa con las flores en la mano y una brillante sonrisa que murió inmediatamente cuando vio a Charlotte en el sofá y su cabeza apoyada en el regazo de Lee Hana. Aquella imagen fue como recibir un golpe en el estómago, un balde de agua fría en una noche de invierno. Su noona se encontraba jugando con las manos de Hana mientras hablaban y reían con complicidad, una sonrisa demasiado alegre y brillante que nunca le había dedicado a él porque aquellas sonrisas sólo estaban dedicadas a Hana, la persona a la que su noona amaba. Tragó saliva y trató de volver a sonreír, pero ese intento fue en vano porque lo único que salió de sus labios fue una penosa mueca.

— Cielo, mira quien vino a verte.

La mayor volteó a ver y se sorprendió al ver a Jungkook en su sala. ¿Qué estaba haciendo el cara de bebé aquí?

— Oh, Jungkook... — realmente no sabía que más decir, de hecho, quería preguntar que estaba haciendo él en su casa pero la pregunta sonaría un poco ruda.

Después de eso, la sala se sumió en un incomodo silencio y bailó entre ellos un aire de expectación, y bueno, no era para menos; todos esperaban que el azabache y ella se saludaran con un beso, pero ninguno se movió de donde estaban. Y Hana, miraba intercaladamente entre Jungkook y su mejor amiga, y al ver que ninguno de los dos haría algún movimiento no le quedó de otras más que intervenir dándole un codazo a Charlotte para cortar en tenso ambiente. La morena entendió inmediatamente así que se levantó del sofá y fue a recibir a Jeon como la novia que se suponía que era.

Sus manos se aferraron a la nuca del azabache y se puso de puntillas para dejarle un casto beso en los labios, nada que ver con los besos apasionados que se daban en la universidad o cuando estaban solos.

— ¿Qué estás haciendo aquí, cariño?

Y el pobre corazón de Jungkook dio un vuelco al escuchar como ella lo llamaba. Era la primera vez que su noona lo llamaba con un apodo tan cariñoso como ese, por lo general ella se limitaba a decirle Jungkook, o cara de bebé... o cuando quería fastidiarlo un poco, cara de conejo. Por más que lo intentó no pudo evitar que la ilusión llegara a sus ojos.

Tragó saliva.

— Vine para invitarte a salir, pero no sabía que tenías visita. Hola, Hana — la saludó con un pequeña reverencia.

Jeong | JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora