Cielo nocturno.

3 0 0
                                    

-Hey -dijo Melany a modo de saludo-

-Buenas noches -respondí-

Ella se tumbó a mi lado.

-Está bonito el cielo...

-Sí. -Respondí cortante-

Odiaba a Melany. Era la típica persona tóxica, que hace que tu novia desconfíe de tí, y tus amigos no cuenten contigo.

Estaba a punto de levantarme de dónde estaba tumbado, pero me quedé quieto. Acababa de ver una estrella fugaz, y como un acto reflejo pedí un deseo.

-¿Qué ves? -preguntó en tono infantil-

-Una estrella fugaz.

Ella sonrió.

-¿Y qué has pedido de deseo? -respondió en tono juguetón, mientras se acurrucaba en mi pecho-

Odiaba eso de ella. No sólo era tóxica. Le gustaba serlo. Le gustaba calentar a los tíos con novias sólo para que éstas les dejasen. Era una auténtica zorra.

Justo entonces, Melany dió un pequeño respingo.

-¡Vi otra estrella! -dijo alegre- ¡Justo allí!

Señaló hacia dónde la había visto. Me parecía un infantil señalarlo, porque normalmente no pasan varias estrellas seguidas en el mismo sitio... Pero, efectivamente, pasaron.
Primero una. Luego tres. Al cabo de un rato ya dejé de contarlas.

-¿Qué está pasando? -preguntó extrañada-

-Sinceramente, no tengo ni... idea... -me paré a mí mismo-

¿Qué era aquello? Juraría que acababa de ver una estrella seguir bajando... No, definitivamente había estrellas que seguían bajando. Las estaba viendo ahora mismo. ¿Cómo era eso posible? Me refiero, siempre van en línea recta, o quizás un poco curvada, pero jamás había visto una estrella fugaz que no desapareciera al momento.

Y entonces, una pequeña piedrita, calló a nuestro lado. Olía a quemado. Y tenía forma extraña.

-¿Y eso? ¿Qué es eso? -Melany sonaba cada vez más asustada, y su tono de voz agudo me irritaba-

Me acerqué a la pequeña piedra. Estaba caliente, porque en la flor que había aterrizado se estaba quemando poco a poco.

-Creo que deberíamos irnos -Comenté-

No me hacía gracia la idea de morir aplastado por un meteorito gigante junto a la persona que había arruinado mi vida, mi relación con mi novia, y mis amistades.

La piedra era del tamaño de una canica. Y entonces, más. Una calló cerca mía.
Otra estaba detrás de Melany.

-Vámonos. -Repetí-

Fui corriendo a por Melany, mientras la cargaba en brazos. La hubiera dejado por su cuenta si no fuera porque le diría a todo el mundo que yo la dejé a posta y más mierdas así. Como ya he dicho, cuando ella quería, era una auténtica zorra.

La metí en el asiento trasero. Ella estaba callada, imaginé que por el susto, así que yo sin tampoco decir palabra me subí al asiento del conductor y arranqué.

Una piedra del tamaño de una pelota de fútbol calló en el cristal frontal, rompiéndolo. Casi se me clava uno de los cristales, pero estaba bien.
Y entonces, una bola de fuego y piedra del tamaño de una furgoneta calló a varios metros más adelante, creando un surco en el suelo y una onda expansiva que hizo que frenara el coche.

-¿Podría habernos matado, eh? -dije nervioso, mirando por el retrovisor-

Enmudecí. En el asiento trasero se hallaba el cadáver ya sin vida de Melany. Tenía un pequeño agujero en la frente, y la herida no sangraba, debido a que estaba semi quemada y la piel había formado una pequeña costra.

Recordé, que había una pequeña piedra detrás de Melany cuando salimos del campo.
Y entonces, sonreí. Se había cumplido mi deseo.

MicrorrelatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora