Infierno 1."Yo mismo"

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Noche cerrada. Lluvia fuerte. Las calles vacías y una fina niebla daban un toque sepulcral a las calles de la ciudad, ahora sumergida en un profundo silencio, roto por las finas gotas de lluvia.
Caminaba por un callejón. Me choqué con alguien, y le pedí disculpas. La otra persona no se giró siquiera. Seguí caminando, salí del callejón, y vi a lo lejos a una persona darse la vuelta. Tenía mi cara. Le grité, él me miró, y sacando una pistola de su bolsillo, se suicidó. Salí corriendo de allí. Tenía miedo, y sobretodo tenía ganas de despertarme. Porque tan solo de un sueño se podía tratar.
Paré a tomar el aire. Y entonces, me metí a un callejón, de nuevo. Giré a la derecha, a la izquierda, de nuevo a la derecha... Me choqué con alguien, pero ya todo me daba igual. Necesitaba llegar a mi casa aunque fuera un sueño. Pero, no parecía haber una "casa" aquí. Así que, fui al primer edificio medianamente colorido. Un bar. Antes de abrir la puerta, escuché. Varias personas hablaban... ¿O solo era una? No tenían distinta voz. De hecho, eran la misma voz. MÍ voz. Abrí de un portazo. Y allí, alrededor de la barra y cerca de la chimenea, varios "Yo" charlaban animados. Unos con una herida en la cabeza, otros sin nada, otros sin un brazo, y pude ver a uno con un ojo morado. Salí de allí antes de ver cómo eran el resto.
Corrí por la "ciudad" pasé tres veces por el mismo bar sin cambiar de calle, y tan solo una vez pude ver algo distinto. Un callejón, al fondo, cerrado. Tapiado. Lo rompí. Un cristal roto de alguna parte me calló en el brazo, cortándolo. Me dolía, pero era un sueño. Daba igual. Todo daba igual. Entré al callejón tapiado. Sin salida. Tan solo había una pistola. La cogí con mi brazo restante, y me fui.
De vuelta al Bar. Nada. Más personas de lo mismo, de Mí mismo. Entré, y me pedí un vaso de agua. Yo me corté un brazo y le eché el único líquido disponible en mi bar, sangre. Me lo bebí. Me dije:
-Si te dijera que ésto es el infierno, estaría en lo cierto. Más creo que tan solo es un sueño.
Me di las gracias, y me fui. Me despedí, y me quedé atendiendo a mí mismo. Caminé por el callejón más cercano, me vi, me disparé.
Caminé por un callejón. Me choqué con alguien.
Me disparé.
Me corté un brazo.
Me pegué un puñetazo.
Me tiré. Lloré. Quería salir. Quiero salir. Quiero ser libre...
Camino por un callejón. Salgo. Miro hacia abajo. Me veo al fondo de la calle.
Me deseo buena suerte.
Me disparo.
Y como buen camarero, sirvo a un nuevo yo, éste está peor que el resto. Viene sin un brazo, con una herida en la cabeza (Imagino que un herida de bala) y con pinta de haber bebido algo que no es agua.
-Si te dijera -le digo- que ésto es el infierno, estaría en lo cierto. Más creo que tan solo es un sueño.
Me mira, sin ganas de nada. Me da las gracias, y se va.
Me aviso de que saldré un momento, y me voy. Camino por un callejón, alguien choca conmigo y se disculpa. No me giro. No respondo. Tan solo me preparo para un nuevo final.

MicrorrelatosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora