Capítulo 48

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Nadie en Hogwarts conocía la verdad de lo ocurrido la noche en que desaparecieron Buckbeak, Sirius y Pettigrew, salvo Harry; Lyra, Ron, Hermione y el profesor Dumbledore.
Al final del curso, Lyra oyó muchas teorías acerca de lo que había sucedido, pero ninguna se acercaba a la verdad.

Draco estaba furioso por lo de Buckbeak. Estaba convencido de que Hagrid había hallado la manera de esconder el hipogrifo, y parecía ofendido porque el guardabosques
hubiera sido más listo que su padre y él.

Percy Weasley, mientras tanto, tenía mucho que decir sobre la huida de Sirius.

—¡Si logro entrar en el Ministerio, tendré muchas propuestas para hacer cumplir la ley mágica! —dijo a la única persona que lo escuchaba, su novia Penelope.

Los resultados de los exámenes salieron el último día del curso. Lyra, Draco, Theo y Blaise habían aprobado todas las asignaturas. La última semana el comportamiento de Snape con Lyra fue alarmante.

Mientras tanto, la casa de Gryffindor; en gran medida gracias a su espectacular actuación en la copa de quidditch, había ganado la Copa de las Casas por tercer año consecutivo. Por eso la fiesta de final de curso tuvo lugar en medio de ornamentos rojos y dorados, y la mesa de Gryffindor fue la más ruidosa de todas, ya que todo el mundo lo estaba celebrando.

A la mañana siguiente el expreso de Hogwarts los muchachos comentaban sobre lo que harían en sus vacaciones y compraron algunos dulces y ranas de chocolate.

—¿Iréis a los Mundiales de Quidditch? —preguntó Blaise.

—Sí, mi padre va aportar una contribución para el hospital de San Mungo. Iremos como invitados del Ministro de Magia —dijo Draco.

—¿Ah, si? Fírmame un autógrafo —se mofó Lyra.

Theo y Blaise se inclinaron como unos majestades.

—Oh, sería un gran agradecimiento —bromeó Theo.

Draco puso los ojos en blanco.

—Seguid así y me voy del compartimiento —amenazó.

—No, por favor, no queremos que te molestes —agregó Blaise.

Lyra sujetó el brazo de Draco y lo obligó a sentarse de nuevo cuando él se puso en pie de mal humor.

—Mejor hablemos de otra cosa —pidió Lyra.

—Pues mi padre no piensa llevarme a los Mundiales —comentó Theo—. Quiere que hagamos una visita a casa de mi abuelo que está solo y, por favor, escribidme muchas cartas, que será muy deprimente estas vacaciones.

—Siempre te escribo, pero no tanto que mi lechuza necesita sus descansos —dijo Lyra.

—Oye, ¿si es cierto lo que nos contó el profesor Snape? —inquirió Blaise intentando no sonar tan prudente—. ¿De qué tu padrino es un hombre lobo?

Lyra resopló.

—Sí, pero es una gran persona que siempre estuvo conmigo y sobretodo con mi padre cuando... ya sabéis, lo que pasó esa noche.

—Los hombres lobos no son de mi agrado, nunca lo han sido —comentó Blaise—. Aunque con tu padrino se ganó mi respeto como profesor de Defensas Contra las Artes Oscuras.

—Creo que a todos —intervino Theo.

Cuando los amigos de Adrián se marcharon del compartimiento para darles privacidad, Lyra cerró la puerta y dio un paso más hacia Adrián con nerviosismo.


—¿Cómo te fueron con los TIMOS?

—Bastante bien, ya te contaré por una carta cuando lleguen mis resultados en julio. ¿Te has enterado sobre los Mundiales?

—Sí, he venido a preguntarte por eso. Estarás, ¿no?

—Claro, a mis padres les gusta el Quidditch. ¿Y tú?

—También —Lyra se giró poniéndose roja. ¿Qué le pasaba? Hacía unos momentos estaba dispuesta a dar la iniciativa pero sus nervios le estaba dando una mala jugada.

Antes de que abriera la puerta del compartimiento, Adrián le dio la vuelta, quitándole esa pequeña carga que tenía durante meses y la besó.

Entonces, Lyra confirmó que no era a Adrián a quien necesitaba. Sino a Draco.

Cuando se concentró en el beso; rozando sus labios con lentitud, tratando de seguirle su ritmo, Lyra no sintió completa. No sintió llena.

En cambio con Draco, que ni tan siquiera no se dieron un beso, ya no necesitaba más para sentirse esas sensaciones que recorría por su cuerpo.

—No podía esperarte más hasta en los Mundiales —dijo Adrián cuando Lyra rompió el contacto.

—No podemos repetirlo. Lo siento. Me equivoqué y ya no puedo remediarlo.

—Sé que no te gusto pero quería saber cómo era al besarte.

—Esto queda entre nosotros, ¿vale?

—Vale.

GREEN EYES | D.M Donde viven las historias. Descúbrelo ahora