Lyra Potter era la definición de hermosa, bromista y princesa de Slytherin. A diferencia de su mellizo Harry, ella no tenía una cicatriz en forma de rayo y lo más importante es que no siguió con la tradición de los Potter.
Pese a que sabía a la perf...
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Lyra escuchó a Fred, George y Jordan que las clases con Moody eran «súper guay» y eso tendría que comprobarlo un día después que tenía Defensa Contra las Artes Oscuras con los Gryffindor. Pero lo que si tenía muy claro es que le desagrada Moody por lo que hizo a Draco.
Se apresuraron a ocupar cuatro sillas en la segunda fila. Sacaron sus ejemplares de Las fuerzas oscuras: una guía para la autoprotección, y aguardaron en un silencio poco habitual. No tardaron en oír el peculiar sonido sordo y seco de los pasos de Moody provenientes del corredor antes de que entrara en el aula, tan extraño y aterrorizador como siempre.
Entrevieron la garra en que terminaba su pata de palo, que sobresalía por debajo de la túnica.
—Ya podéis guardar los libros —gruñó, caminando ruidosamente hacia la mesa y sentándose tras ella—. No los necesitaréis para nada.
Volvieron a meter los libros en las mochilas. Moody sacó una lista, sacudió la cabeza para apartarse la larga mata de pelo gris del rostro, desfigurado y lleno de cicatrices, y comenzó a pronunciar los nombres, recorriendo la lista con su ojo normal mientras el ojo mágico giraba para fijarse en cada estudiante conforme respondía a su nombre.
—Bien —dijo cuando el último de la lista hubo contestado «presente»—. He recibido carta del profesor Lupin a propósito de esta clase. Parece que ya sois bastante diestros en enfrentamientos con criaturas tenebrosas. Habéis estudiado los boggarts, los gorros rojos, los hinkypunks, los grindylows, los kappas y los hombres lobo, ¿no es eso?
Hubo un murmullo general de asentimiento.
—Pero estáis atrasados, muy atrasados, en lo que se refiere a enfrentaros a maldiciones. Así que he venido para prepararos contra lo que unos magos pueden hacerles a otros. Dispongo de un curso para enseñaros a tratar con las maldiciones.
Lyra quedó desconcertada y compartió su mirada con la de Theo que también estaba igual que ella y encogió sus hombros.
—Así que... vamos a ello. Maldiciones. Varían mucho en forma y en gravedad. Según el Ministerio de Magia, yo debería enseñaros las contramaldiciones y dejarlo en eso. No tendríais que aprender cómo son las maldiciones prohibidas hasta que estéis en sexto. Se supone que hasta entonces no seréis lo bastante mayores para tratar el tema. Pero el profesor Dumbledore tiene mejor opinión de vosotros y piensa que podréis resistirlo, y yo creo que, cuanto antes sepáis a qué os enfrentáis, mejor. ¿Cómo podéis defenderos de algo que no habéis visto nunca? Un mago que esté a punto de echaros una maldición prohibida no va a avisaros antes. No es probable que se comporte de forma caballerosa. Tenéis que estar preparados. Tenéis que estar alerta y vigilantes.