Capítulo 30: Las mentiras crecen

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Kim


Cerré la puerta del auto al salir de él y esperé a que Jay sacara las maletas de la cajuela.

Me apoyé en la puerta cerrada del vehículo y no pude evitar recordar la expresión desolada del rostro de Jay al escuchar mis palabras. Aquellas palabras también me dolieron a mí. Él no tenía idea de cuántas horas pasé pensando en lo que le diría. Muchas veces me dije a mí misma que siguiéramos tal como estábamos, mintiéndole a las personas que amamos. Pero sabía muy bien que eso estaba mal en todos los sentidos.

Por eso le dije que rompiéramos el compromiso.

No debería dolernos tanto; era un compromiso falso.

Sin embargo, dolía, dolía demasiado. Mi pecho se sentía encogido, como si una parte de mí se hubiera ido con él. Una parte de mí le pertenecía y por más que lo intentara, por más que intentara separarnos, siempre sería suya.

—Listo. —Me sobresalté al sentir su voz a mi lado.

Evité los ojos de Jay al agarrar mis dos maletas, y caminé hacia las escaleras de mi edificio. Este edificio siempre será considerado mi hogar, no solo por el apartamento en el que de nuevo viviré, sino también por las personas. Pero detestaba el hecho de que no hubiera ascensor.

Jay me ayudó a subir una maleta mientras yo luchaba con la otra. Eran bastante pesadas, pero Jay la llevaba como si fuera una pluma.

Cuando llegamos a mi piso respiré con normalidad. Me apoyé en la pared tratando de dominar mi respiración, la cual estaba acelerada. Jay me observó burlonamente, pero rehusé su mirada. Quería terminar con esto cuanto antes.

Me separé de la pared y me dirigí a donde estaba la otra maleta. La cogí y busqué en mi bolsillo la llave tan conocida. Cuando la encontré, abrí la puerta y me di la vuelta para agarrar el resto de mi equipaje. La casa estaba sola ya que Matt aún no había llegado del trabajo. Cuando hablé ayer con él en la casa de la Sra. Foster, no me atreví a mencionarle nada. Era muy pronto, me dije a mí misma, mañana se lo diré.

Así que se suponía que hoy debía decírselo.

Entré las maletas en la casa y respiré profundamente al volver a salir. Jay estaba mirándome con incomodidad en absoluto silencio. Su entrecejo estaba fruncido; esa era su expresión cuando estaba pensando en algo serio e importante.

—Gracias —le dije. Mi voz no parecía mi voz. Estaba vacía, sin ninguna emoción expuesta—. En cuanto llegue Matt le diré lo del rompimiento —informé. Él siguió observándome y yo empecé a sentirme nerviosa—. No será necesario que le diga que era falso, así que tampoco debes decirle eso a tu madre.

Audrey.

No podía ni imaginarme su tristeza al enterarse de esto. Ella fue la única persona que estuvo feliz por nosotros desde un principio. Siempre estuvo de acuerdo con el compromiso y estaba muy emocionada con todo.

—No creo que debamos decirle todavía —Jay por fin habló.

—¿Qué?

—A mi madre —aclaró rascándose la cabeza—. Ella estaba tan feliz con el compromiso. Será difícil para mí decirle y más difícil para ella aceptarlo. Es mejor esperar un tiempo.

—Pero ¿qué pasa con Matt? ¿Y si él habla con Audrey y se le suelta ese pequeñísimo dato? —Mi voz subió de tonalidad, pero no me importó.

Jay ni se inmutó por el cambio en mi voz.

—Entonces tampoco le digas, por ahora —añadió lo último al ver mi expresión perpleja.

¿Matrimonio falso? |¿MF? #1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora