Habían instantes en la vida en los que, cuando lo veías desde otra perspectiva, llegabas a creer que simplemente lo soñaste. Que fue algo que te imaginaste en un momento dado. Algo que tu mente te hizo creer. Irreal.
Pero después te dabas cuenta que todo fue real. Eso realmente sucedió. Y te sorprendías, claro, porque nunca creíste que fuera a pasar.
Dos veces había sentido aquello en mi vida: cuando mi padre desapareció y... cuando besé a Jay.
Son cosas diferentes, pero me hicieron reaccionar de la misma manera: completa y absolutamente anonadada. Una reacción inequívoca cabe destacar.
Después de ese día, el día en que Matt aceptó a Jay como mi "prometido", la situación con él se puso más... intensa. Estábamos conscientes de nuestra cercanía en algunas situaciones, lo cual era incómodo. Cada vez que nuestras manos se rozaban sentía un tipo de energía diferente. Él también lo sentía, me daba cuenta, porque al instante en que me tocaba se alejaba de mí. Cuando dormíamos, él ponía la muralla de almohadas, y eso era un completo desperdicio ya que casi siempre en las mañanas estaba destruida. Estaba segura que él siempre la volvía a construir porque quería poner un muro entre nosotros, algo que nos mantuviera lejos del otro.
Pero era todo lo contrario.
Mi necesidad de pasar tiempo con él era extenuante. Era una necesidad que llevaba arraigada en la sangre, algo en mis genes. Me quemaba viva y me hacía revivir a la vez. Jay ya era parte de mi vida desde hace mucho tiempo, pero ahora... la situación había cambiado.
—Así que, ¿han pensado en la fecha? —Una voz femenina me hizo sobresaltar.
Estábamos desayunando huevos con tocino y pan tostado aunque era más que todo quemado. Jay y Audrey habían estado hablando acerca del hotel, así que yo me había distanciado en mi mente, divagando sobre temas sin importancia, pero esta vez ella se dirigía a mí.
—Emm. —No sabía qué decir. Jay y yo no habíamos ni siquiera hablado de eso. Lo del compromiso en sí ya era complicado, pero ¿organizar una boda falsa? Eso sobrepasaba el límite. Mi límite.
—Aún no hemos hablado de eso. —Jay salió a mi rescate. Mordió un pedazo de tocino y habló con él en la boca. Increíblemente, ya no me resultaba desagradable porque muchas veces lo había visto haciendo lo mismo—. No estamos muy seguros de la fecha.
—Oh. —Audrey dejó caer su sonrisa maternal, pero después se recompuso—. Yo podría hacer de organizadora de bodas si quieren.
—¡Noo! —El grito lastimero de Jay y su expresión agonizante me hizo reír. Él quería mantenerse serio, pero al escucharme reír una sonrisa tiró de sus labios—. Oye, esto no es gracioso, es algo muy serio. —Me encogí de hombros y sonreí burlonamente—. Pero siendo sincero... —dijo él luego—. No creo que sea buena idea que te metas tanto en esto, mamá...
—¡Cómo que no es buena idea! ¡A mí me parece excelente! —exclamó ella risueña.
—Obvio a ti te parecerá excelente, pero no quiero que te vuelvas... maníaca con esto —comentó Jay y yo simplemente me limité a terminar mi desayuno, el cual estaba muy delicioso.
—¿Maníaca? —preguntó ella con cara de inocente.
—No me hagas esa cara, sabes de lo que hablo. —Pareciera que Jay estuviera regañando a Audrey, era irónico. Ella hizo un puchero que la hizo ver adorable. Era una mujer muy hermosa.
—Oh, cariño, no te preocupes. Me sabré comportar, pero en serio me gustaría organizar la boda —comentó con voz ensoñadora—. Mi único hijo se casará y debe ser la fiesta del siglo.
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¿Matrimonio falso? |¿MF? #1|
Romantik|Historia ganadora de los premios Wattys 2015 en la categoría "Las Favoritas de los Coleccionistas"| -¿Quieres casarte conmigo? En cuanto escuché esas tres palabras saliendo de los labios del mejor amigo de mi hermano se puede decir que tuve tres r...