Después de que Jay y yo habláramos, entré a mi habitación y él se fue de nuevo a donde Matt. Yo aún seguía en estado de shock, sobre todo porque fui demasiado fácil de convencer. Él simplemente tuvo que mencionar la palabra "universidad" y ya me tenía a sus pies. Lo primero que hice al adentrarme fue darme una ducha relajante porque en realidad lo necesitaba de manera urgente.
Cuando salí, mi vista se entornó en algo que estaba en mi cama: una nota. Sabía de quién era, pero no la leí hasta haberme puesto la pijama, hacer unas cuantas respiraciones para calmar mis rápidos latidos y tratar de tranquilizarme. Terminé de hacer todo aquello, agarré la nota y mis ojos recorrieron las palabras escritas.
"Me has ayudado más de lo que imaginas. Prometo que no será tan malo como parece.
Gracias.
Con cariño, Jay".
Luego de releerla unas diez veces, tiré el papel al suelo y bufé. Claro, no será tan malo como parece.
Pero lo que él no sabía es que ya era lo suficientemente malo.
—Kimberley, estas orquídeas van aquí. —Estuve a punto de gruñir, pero mordí el interior de mi mejilla para evitarlo—. Siempre tengo que decirte dónde van.
—Yo sé dónde van, no te preocupes —murmuré tratando de no demostrar cuánto me molestaba.
Estelle siempre aprovechaba cualquier momento para corregirme, aunque fuera una total estupidez, como en este mismo instante. Agradecía todas las veces en las que se encerraba en su despacho a hacer quién sabe qué, porque al menos no tenía que soportar su charlatanería.
Diablos, quería agarrar su bonita pero arrugada cara y patearla cuantas veces se me diera la gana. Así de insoportable era ella.
Estelle era mi jefa. Estaba casi segura de que ella comía en el desayuno sopa de serpientes porque siempre llegaba con un genio que, siendo sincera, nadie soportaba y traía un mal ambiente al negocio. Al menos no atendía a los clientes porque si fuera así ya estaríamos en la ruina.
—Niña, niña, tienes que hacerlo bien. —Ah, sí, además de eso, ella insistía en decirme "niña". Otras veces me llamaba por el nombre completo, pero eso era más pasable que "niña". Me hervía la sangre siempre que me llamaba así, aunque para mí beneficio era buena disimulando las emociones—. Ahí viene un cliente, atiéndelo bien o tendremos una charla.
La miré fijamente y ella me frunció el ceño. Era como si tratara de tomar un papel de madre, el cual yo ni siquiera le había dado la autoridad de tenerlo.
Asentí. No hizo ningún gesto mientras se daba la vuelta y estaba a punto de suspirar de alivio al escuchar el cierre de la puerta de su despacho si no fuera porque la persona que tenía en frente me hizo abrir los ojos de par en par.
—¿Jay? ¿Qué haces aquí? —pregunté. Diane, quien estaba en otro mostrador hablándole a una ancianita, alzó la cabeza en cuanto escuchó aquel nombre salir de mis labios. Una pequeña "o" se formó en su boca y después me sonrió de forma pícara. La ignoré.
ESTÁS LEYENDO
¿Matrimonio falso? |¿MF? #1|
Romance|Historia ganadora de los premios Wattys 2015 en la categoría "Las Favoritas de los Coleccionistas"| -¿Quieres casarte conmigo? En cuanto escuché esas tres palabras saliendo de los labios del mejor amigo de mi hermano se puede decir que tuve tres r...