Pt. II

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El alfa sintió que se estremecía y el corazón se le volvía a quedar paralizado. El omega comenzaba a acercarse y Namjoon rascó su cabeza tratando de esconder su repentino ataque de nervios.

Estúpida voz, ¿por qué has decidido callar ahora? —pensó

—Señor Namjoon, ¿qué hace aquí?

—Yo... —balbuceó—, ahmmm, hola Seokjin.

—Hola —saludó bondadoso—. ¿Puedo ayudarlo con algo?

—Solo estaba conociendo la zona —explicó rápidamente—, lo que había en la colonia. Quise aprovechar ahora que Hoseok no me ha dejado ninguna tarea y...—Nam mostró la hoja de papel que llevaba en la mano como prueba de su aventura—. Estoy trazando un mapa de los lugares a los que he ido.

—Ya entiendo —manifestó con una cantarina voz—, ¿quiere saber que es aquí?

—Sí, eso me ayudaría.

—Bien, ¿le gustaría que le diera un recorrido?

—Eso me encantaría. ¿Puede ser ahora?

Seokjin se cruzó de brazos, tenía un aura tan sosegada que Namjoon sintió como se la transmitía con solo mirarlo, hasta ahora su sonrisa no se había borrado, lo que indicaba que no se encontraba incomodo ante su presencia.

—Será un gusto, vaya a la puerta principal, lo veré allí.

Dándose la vuelta, el omega trazó un camino de regreso a la puerta por donde salió. Namjoon se había quedado viéndolo, estaba asombrado por el contraste que hacía toda su persona con el ambiente. Jin llevaba una delicada sudadera de lana en color blanco realzando su rostro, sus ojos y hasta el color de su cabello.

Dio un vistazo a todo su cuerpo de pies a cabeza para no perder un detalle, a simple vista sus piernas parecían cortas pero apostaba a que eran alargadas como las suyas.

Namjoon estaba confuso por su inesperada reacción ante un omega. Hasta esa noche que pudo ver a Seokjin, tuvo la sensación de flotar por el aire, de sentir satisfacción ante el aroma de un omega que no fuera el de Jimin.

A partir de esa noche que conoció a Min Seokjin hubo algo que estalló en su interior.

Probablemente por lo recién sucedido, se había visto como un ridículo y Seokjin se estaría burlando de él por eso.

—Vamos Namjoon, ¿qué te ocurre? ¿Desde cuándo eso te importa?

Caminó rumbo a la puerta principal sintiéndose algo atontado y vio cada detalle de la fachada para tener que olvidar su pena. Era una cabaña cómoda a simple vista, con grandes ventanas en la segunda planta para permitir que toda la luz se filtrara en ellas, no había ninguna cortina que impidiera la vista tanto desde el interior como desde el exterior.

Sin embargo, pudo percatarse de que no había ninguna cámara de seguridad en la entrada y mucho menos algo que asegurara la puerta como acostumbraban en la ciudad, seguramente toda esa seguridad estaría adentro.

Momentos después, la puerta se abrió permitiéndole tener más de cerca a ese omega que hoy había elegido portar un lazo rosado alrededor de su delicado cuello. Aunque el lazo no le permitía lucir con totalidad esa parte de su anatomía, se miraba realmente bien que hasta la respiración se le cortó.

—Pase, señor Namjoon. Bienvenido a la casa de los orzaya.

El mencionado cruzó el umbral paseando sus ojos por lo que era el recibidor o...parecía serlo, era un pasillo estrecho, con cortinas a sus costados muy viejas que no daban una buena bienvenida y una alfombra gastada en color azul que le hacían desear arrancarse los ojos. Quiso plasmar una sonrisa, pero solo fue una forzada tratando de ocultar su desagrado.

HIJOS DE LA NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora