32. LA OVEJA PERDIDA

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⚠️Si se percatan de un error, háganmelo saber⚠️

...

La visita al pueblo de Huckleberry fue tan espontánea gracias al rubio. Beomgyu apenas estaba uniéndose al escándalo sin tener idea de lo que tenía a Jimin tan ofendido, al parecer encontró una vajilla muy descuidada, dándole una mala impresión.

Sugirió comprar algunos utensilios de última hora para la gran noche y Beomgyu al chocar con esa mirada objetiva, ni se atrevió a protestar cuando le pidió acompañarlo al pueblo.

Le vendría bien conocer los alrededores dado que los últimos días no habían sido precisamente felices como imaginaba, -lo serían si su novio no lo ignorara tanto.

Por lo poco que Jimin compartió, su vuelta serviría para comprar un espejo en lo de Telma, el que estaba tenía unas manchas horribles y su intento por desaparecerlas no fue exitoso, consideró que ni tallando con fuerza desaparecerían.

Teniendo el objeto en sus manos, pudo ver su propio reflejo con más claridad en el vidrio. Tenía la nariz colorada, la línea inferior de sus ojos muy irritada, un semblante tan gris y los ojos cargados de dolorosa melancolía que solo él entendía. Fue la primera vez en que su aspecto le desagradó tanto. Por más que continuara mintiéndose que estaba bien, su reflejo siempre estaría ahí para negárselo.

Desde su llegada se alojó en la habitación de Jungkook y esa primera noche debió suponer que algo sucedía cuando JK se negó a dormir a su lado. Creyó que sería solo para ser un caballeroso alfa y darle su espacio, pero luego de tanto insistir juguetonamente el alfa le acompañó sin mencionar una palabra.

A partir de esa noche hubo un espacio notable en medio de la cama. Jungkook caía rendido en minutos para tomarle importancia a la soledad que experimentaba su pareja y Beomgyu aguardaba a que durmiera para por lo menos acariciar su cabello, dándole un beso que por el agotamiento el alfa ni siquiera se inmutaba.

Con los días, el despertar sin su alfa a su lado se convirtió en una agotadora rutina.

Después de darse un baño, volvía a la habitación para arreglar la cama. Beomgyu olfateaba la almohada de Jungkook que llevaba impregnado el aroma de las uvas de los viñedos, combinadas con alcohol, causando escozor en la garganta y ardiendo al final de la cavidad nasal por su pureza.

La ausencia le afectaba, su indiferente participación a la hora de la cena, las momentáneas miradas que le daba sin interés.

De solo recordar lo que le causaba su rechazo, un doloroso nudo se le formaba hasta hacerlo sollozar. Apretujaba la almohada acallando su llanto antes de dejarla en su lugar, siendo ese contacto lo más cercano a un abrazo que podía obtener de su alfa. Una triste y absurda consolación.

-Beom, tenemos que irnos -le llamó Jimin desde la puerta del local.

El mencionado se despabiló acercándose a la caja para pagar. La mujer de nombre Telma, le ofreció una sonrisa muy amistosa a lo que respondió por igual sin saber que decir. Agradeció y salió deseando un buen día.

Afuera hubo una corriente de aire que le alborotó el cabello, se lo acomodó sin ningún problema disfrutando del candor del viento gracias a la ausencia de autos. De no ser porque estaban preparándose para el Baztan, apostaba que iría a recorrer el pueblo fantasma que tanto le intrigaba, aunque este no tuviera mucho por ofrecer.

Subieron a la camioneta del amable chico que se ofreció voluntariamente a acompañarlos. Ya lo había visto esa noche en el entrenamiento de Jungkook y hasta esa mañana fueron presentados formalmente. Su nombre era Taehyun, un alfa tan distinto al resto por su afectuosa personalidad, muy bajo y animoso pese a su naturaleza, sin embargo, era agradable verse de su compañía y aparentemente la gente del pueblo pensaba lo mismo, quienes lo saludaban desde la acera al reconocerlo.

HIJOS DE LA NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora