EL QUE VINO DE LA NADA

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Resistir meses lejos de su alfa fue una tarea complicada para Choi Beomgyu.

Un día antes de que Kim Jungkook se marchara, este sorprendió a Beomgyu en la universidad en una de sus clases libres para contarle lo sucedido y los planes de su hermano. Conforme le contaba los detalles se daba cuenta que no sonaba muy convencido por acompañarlo, JK pensaba que visitar esas tierras solo tenía que recaer en los hombros de su hermano mayor.

Jungkook intentó deslindarse del asunto hasta que el peligris le mencionó sobre la situación en el deportivo, la escuela y las intenciones de sus padres por enviarlo a una escuela militarizada para corregir su conducta.

No tuvo palabras para contradecirlo, solo sintió la culpa carcomiéndolo por no haber podido confesárselo a su hermano desde antes, por lo que aceptó ir voluntariamente.

La situación parecía molestarlo mucho, sobre todo porque no creía merecer el castigo que sus padres trataban de imponerle.

Prometió volver pronto y Beomgyu lo esperaría, pero el pronto se volvió casi una eternidad para él. Jungkook no había enviado ningún mensaje y tampoco intentó llamarlo, miraba sin parar la pantalla de su teléfono, cerciorándose de que el volumen del timbre siempre estuviera alto.

Sabía que no era bueno cargar con esa inquietud día con día, pero mantuvo la calma y continuó esperando. Las malas noticias viajaban rápido.

El primer mes fue tolerable, pero conforme los días pasaban se sentía más y más desanimado. Se arrepintió de haberle confiado a su madre lo triste que se sentía por la ausencia del alfa, la mujer se lo contó a su padre quien tenía otro motivo para hacerlo sentir patético.

La convivencia en casa se volvía más complicada debido a los comentarios tan reprochables de su padre, su madre no intentaba frenarlo, al contrario, secundaba esas opiniones con comentarios pasivo-agresivos.

Con tristeza y mucha vergüenza cuestionó a las amistades del joven Kim, quienes presumían no saber nada del paradero de Jungkook. Ninguno de ellos lucía preocupado por su "desaparición" y entendió que estaba solo.

No sabía a quien más acudir y las dudas no lo dejaban conciliar el sueño. Lo único que Jungkook pudo contarle sobre Bergwald, era que se volvió una pesadilla para su hermano mayor. Sin contactos, Beomgyu no podía saber que ocurría o como la estaba pasando en ese lugar que sonaba terrible.

Como última opción, Beomgyu decidió visitar la residencia de los Kim para averiguar si sabían algo o tenían idea de su paradero. Con la información que le dieran podría buscarlo o hallar la manera de hacerle llegar una carta como en los viejos tiempos.

Llamó a la puerta y se arrepintió enseguida de hacerlo, había escuchado tantas cosas por boca de su novio y por murmullos en los pasillos de la escuela sobre los padres. No les gustaban las visitas inesperadas, mucho menos las que no tuvieran que ver con negocios, no eran de los tipos que amaran las relaciones amistosas.

Lastimosamente ya era muy tarde para echarse a correr.

Los Kim no eran famosos como las estrellas de cine o de la industria musical, se les reconocía a donde iban por alguna extraña razón, sobre todo en el mundo de los negocios y la política.

Kim Neúl apareció en la ciudad siendo muy joven, sin familia y sin ningún centavo según cuentan. El joven era muy sensato y no le gustaba hacer amigos, siempre se le veía ceñudo y con las ganas de atacar a quien se atreviera a cruzarse en sus objetivos.

Cuando empezó a tener mucha relevancia en su escuela por sus maravillosas notas y ese instinto competitivo de sobresalir, despertó múltiples envidias e interés en otras que captaban una vibra majestuosa en su presencia.

HIJOS DE LA NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora