Capítulo 6

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El tiempo corre a una gran velocidad, a veces transcurre tan lento, pero de pronto corre tan rápido que apenas analizas que años de tu vida han pasado. Tengo un sabor agridulce al ver como Kagome se casa, de todas es la más pequeña y la que está más loca. Todas la tenemos como una hermosa chica a la cual cuidar, y ahora la veo caminar hacia en el altar a la espera de Inuyasha.

Así que mientras escucho a Rin cantar sobre la tarima mis ojos viajan a Koga. El mismo chico que durante mucho tiempo fue mi amigo con beneficio, el mismo chico encantador con el que hacia bromas y el mismo chico que me rechazó.

¿Cómo se supone que uno actúa cuando le rompen el corazón?

Creo que el problema fue mío, me cree expectativas muy altas por él y luego caí en la realidad de que Koga no me ve de la misma manera en la que lo estuve haciendo yo, pero mi enojo no es tanto por su rechazo, sino por la maldita mirada de compasión que me dedicó, él sabe que odio cuando hacen eso y simplemente lo hizo.

¿Dónde está la perra Ayame que no se deja por nadie?

Esa voz en mi cabeza me hace hacer una mueca porque ni yo lo recuerdo. Lo más divertido de todo es que Koga conoce a los hermanos Taisho, razón por la cual tengo que soportarlo cuando se supone que no debía verlo. Mi odio hacia él también está en que cuando conoció a Kagome la miró de una manera que me incomodó, es mi prima, si él se atreve a dar un paso cerca de ella lo aniquilaré.

Aunque siendo sincera posiblemente Inuyasha Taisho lo haga antes, el hombre está que babea por mi prima y es algo que todos notamos, pero al parecer ellos no.

Aparto la vista cuando los ojos de Koga navegan hasta aquí. Rin hace algo estúpido con Sesshomaru y luego veo como todas van detrás de ella que se aleja, a excepción de Sango que ahoga sus penas en alcohol, posiblemente me le una porque estoy a un par de copas de estar ebria.

—Deberías parar un poco—su voz me hace apartar la vista de mi prima para enfocarla en él, una sonrisa burlona cubre mis labios al verlo mirarme con lo que supongo es preocupación, la verdad es que ya no sé qué haré con Koga y todo lo que siento por él.

Amar es una mierda. Si alguien me hubiese dado un maldito manual mostrándome lo que estoy sintiendo yo no hubiese sido tan estúpida dejándome llevar por todo lo que él me hacía sentir.

—Creo que no—le regalo una sonrisa falsa para tomar otra copa y llevarla a mis labios. Me levanto de la mesa y me siento un poco mareada, de inmediato tengo a Koga cerca de mí.

—Ayame—comenta y niego mirándolo.

—Déjalo estar, no es tu obligación amarme, la tonta fui yo en enamorarme cuando se supone que solo era follar—él niega mirándome y acaricia mi rostro, su contacto quema en toda mi piel y me aparto. ¿en qué jodido momento pasamos de buenos momentos a esto?

—Pero yo...

Coloco un dedo sobre sus labios amando la suavidad de ellos, niego con suavidad y sonrío un poco para quitar esa cara de preocupación.

—Ya se me pasará, no hay mal que dure para siempre—me bebo mi copa y me doy cuenta de que ya quiero volver—adiós Koga—me aparto y parece que han pasado siglos y no años desde que reíamos uno al lado del otro en la residencia de la universidad.

A veces crecer es una mierda

***

Las vegas, la ciudad del pecado. ¿Por qué estoy aquí? Porque es divertido fastidiar a Kagome y cuando me lo propusieron me pareció divertida la idea. Es por eso que me paseo por el casino con los ojos llenos de emoción al escuchar las altas apuestas que se alzan entre los jugadores. Siempre he sido buena jugadora, nadie conoce los trucos que tengo bajo la manga a la hora de engañar a mi contrincante, bueno, solo una persona las conoce; Koga.

Koga también es un excelente jugador y esa es la razón por la que conoce muchos de mis engaños, porque ambos somos maestros en eso.

—Ayame, ven, apostemos—miro a Sango quien sonríe con mucha diversión. Sango en el juego tiene que ser mi alma gemela, la hermosa castaña y yo tenemos una coordinación al momento de jugar que aún me impresiona.

—¿A quién debemos patearle el culo?—pregunto y ella sonríe.

—Kagome piensa que eres tan dulce y que no dice palabrotas, se llevaría una enorme sorpresa si te escucha decir estas cosas—sonrío un poco antes de tenerme en la mesa que nos tocará. Sango me quiña un ojo y en momento en que nuestros contrincantes aparecen; aplastamos con todos.

La noche corre con Sango y yo ganando dinero mientras bebemos, hay caras enfadadas y otras muy pendiente del juego, eso hasta que lo que parece un hombre importante se siente en la mesa para comenzar.

—Chicas, creo que es mejor que dejen la jugada—habla Kagome mirando con desconfianza al hombre que se acaba de sentar.

—Estaremos bien Kagome, será pan comido—comento aceptando la copa que mandé a preparar. Le guiño un ojo a Sango quien sonríe. El hombre no parece divertido con mi declaración por lo que le sonrío.

—Sabemos que eres buena jugadora—la voz en mi oído me estremece, giro el rostro para ver a Koga cerca de mi rostro—pero el tipo parece peligroso—ruedo los ojos.

—Es solo una partida, ¿qué podría salir mal?—cuestiono y le asiento al hombre cuando la partida comienza, Sango solo con mirarme a los ojos me comunica su jugada, ya te dije que la mujer es mi alma gemela.

—¿Subimos la partida a millones?—escucho al hombre preguntar—eso lo hará más interesante—Sango se ríe.

—¿Quieres unos millones en tu cuenta Ayame?—cuestiona divertida.

—Será divertido tener más dinero—aseguro aumentando la apuesta. El hombre deja caer sus cartas con una sonrisa de suficiencia al igual que su compañero. Me bebo lo que queda de mi copa dejando caer las mías al mismo tiempo de Sango.

Ganando el maldito juego.

Me levanto con una sonrisa divertida mientras veo la cara de incredulidad del hombre.

—Espero que esos millones no le hagan falta—hablo con una sonrisa y nos alejamos.

—Te queda bien el verde, te hace ver más hermosa—suspiro mirando a Koga a mi lado.

—Sé que soy hermosa—aclaro con suficiencia haciendo que él sonríe.

—Kagome está preocupada y...

Se detiene de hablar cuando la mencionada aparece con la cara roja.

—Vámonos—no cuestionamos nada cuando ella nos hace salir, lo próximo que se es que todos corremos porque el hombre que perdió es un maldito llorón y envió gente peligrosa tras nosotros.

Pero a pesar de la situación el sentimiento familiar que me provoca al estar cerca de los míos me hace sentir mejor.

Me hace sentir en casa. 

Chantajes y MentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora