Capítulo 7

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Koga


Toco las cuerdas de la guitarra mientras Sesshomaru se ríe de algo que ve en su teléfono. Enarco una ceja porque tiene una sonrisa de idiota que dudo sea causada por su hermosa novia súper modelo. Esa sonrisa todos la conocemos, es causada por cierta Higurashi que en algunos momentos parece innombrable para él. Nunca entendí y dudo que entienda todo el enredo que hay entre Rin y él. Parece que ellos tienen mucha más historia de la que nosotros conocemos, aunque soy el único que no me intereso por investigar porque si de algo estoy seguro es que al final todo sale a la luz.

Nunca pensé que Ayame, la hermosa mujer que en mi juventud me cautivó (ya hablo como anciano) fuese cercana a estos chicos que son mis amigos. Pasé mucho tiempo con Inuyasha cuando fui al extranjero, también pasé tiempo con Naraku, Miroku y obviamente con Sesshomaru, por lo que aún me sorprende que mi hermosa pelirroja fuese tan cercana a todos.

—Ayame me odiará—comento deteniendo de mover las cuerdas, hace poco me dio por aprender a tocar la guitarra, me la paso en mi tiempo libre viendo videos, pero ya ves, aun soy un asco porque lo hago fatal. Dejo la guitarra a un lado disfrutando que el aire fresco acaricie mi rostro.

La azotea de mi edificio tiene unas magníficas vistas de las cuales disfruto mucho. Es por eso que todos saben que, si no estoy en casa, posiblemente me encuentre aquí arriba disfrutando de todo.

—Escuché que Ayame sale con un chico—habla Sesshomaru guardando su teléfono para darme toda su atención. Una sonrisa divertida se posa en mis labios.

—Lo sé—susurro con tranquilidad.

—Bien—murmura dudoso—esperé que enloquezcas, porque según escuché del chismoso de la familia, que no diré que es Naraku—me rio de eso—tú te arrepientes de haber rechazado a Ayame, y que según escuché, estás babeando por ella—paso una mano por mi pelo dándole atención.

—No tengo que enloquecer, arruiné su cita—sonrío enorme y Sesshomaru golpea su frente como si le acabara de decir una estupidez.

—Ayame te matará—comenta él negando.

—No lo hará, porque se dará cuenta de que me sigue amando—Sesshomaru niega con tranquilidad.

—Ya veo, toxico no se hace, se nace—ruedo los ojos aburrido y lo abucheo—te comportas como un niño—eso me hace reír.

—Discúlpeme usted, su malditisima majestad, pero te recuerdo que pareces un cachorro cuando Rin aparece. No entiendo porque sigues con Sara si te gusta la segunda Higurashi—Sesshomaru bufa molesto.

—No me gusta Rin, ya eso quedó en el pasado y me enfocaré en...

Su teléfono suena y él lo saca palideciendo un poco antes de sonreír.

>> Me tengo que ir, además, veo una fiera en camino—miro confundido hacia abajo y sonrío divertido al ver la cabellera rojiza de Ayame—prepárate, porque parece cabreada, usaré las escaleras, lo último que quiero es recibir sus puñetazos mortales—me rio y él se despide marchándose. Me acomodo para esperar pacientemente que las curvas de muerte que tiene Ayame invadan el lugar.

Unos minutos después la veo pasar y respiro hondo. Su cabello rojo suelto cayendo lacio sobre su espalda. Un vestido rojo que provocaría las fantasías más peligrosas y joder, viene realmente cabreada porque con pasos gigantescos se acerca a mi antes de que yo esté realmente sorprendido cuando me mete una bofetada que me gira el rostro.

—¡Eres un puto egoísta de mierda!—grita con molesta. Giro el rostro hacia ella con sorpresa, ella comienza a hablar un sin número de palabras que todo padre censuraría porque no son actas para que niños las escuchen. Admiro la manera en la que sus labios se mueven porque son perfectos—¿Por qué coño fuiste a interrumpir?—pregunta molesta—se supone que me rechazaste, entonces déjame follar con quien cojones me salga—sonrío porque según escuché Kagome piensa que Ayame no dices palabrotas, pero aquí está, dándome un repertorio sin fin.

—Interrumpí porque no quiero que folles con nadie más que sea yo, un poco primitivo, pero es la verdad—ella frunce el ceño deteniendo su repertorio de maldiciones.

—Ah, que bien, una mierda que te aseguro no me interesa, porque yo sí que quería follar con ese chico—asegura y siento un poco de molestia comenzar a alojarse en mí. Ella es de las pocas personas que pueden acabar con mi paciencia fácilmente.

—Ayame—mascullo comenzando a sentir los indicios de molestia.

—¿Qué?—cuestiona ella comenzando a sonreír divertida al ver mi molestia—solo digo la verdad, puedo follarme a quien quiera, soy una mujer libre, además, me gusta demasiado el sexo como para abandonarlo—me acerco a ella de manera peligrosa haciendo que sonría.

—Se que te gusta el sexo, porque siempre pedias más—le susurro bajo y conozco a Ayame, veo como sus ojos brillan. Es una mujer que parece ser algún ángel o una virgen por su rostro hermoso, pero es el mismo diablo en forma humana. Nunca he conocido una mujer tan pasional, tan especial como ella. Mi mano va a su nuca para acercarla a mí—¿jugarás con las llamas que ambos queremos soltar?—cuestiono con una pequeña sonrisa y sus ojos verdes brillan con intensidad, es una mujer que no le teme a nada.

Ayame es arriesgada, es de armas a tomar, parece que nada la intimida y eso sin dudas me deja con ganas de saber más de ella, de domar su carácter aun sabiendo que nunca lo logaré porque me encanta que sea así, independiente y tan vivaz.

—Eso es obvio—susurra y no tengo que esperar más para acercarla y besarla como un demente.

Maldición, su sabor es una delicia.

Tanto tiempo sin poder perderme en sus labios me cobran factura porque pronto nos movemos hasta pegar su espalda a la pared buscando arrancar la ropa del otro con desespero. No pienso, no tengo tiempo de analizar absolutamente nada mientras la desnudo como loco.

Me pierdo en su cuerpo escuchando sus gemidos que son un afrodisiaco para mí, perdiéndome en su sabor, lamiendo, chupando y mordiendo toda la piel que puedo. Soy incapaz de pensar en otra cosa cuando la humedad y el calor de su interior me reciben y mis embestidas las hacen gemir con fuerza mientras la aferro a mí, mientras nos besamos de manera descoordinada, pero gozando de lo bien que nos tomamos.

Porque no hay otro lugar en el que quiera estar, que en la calidez y humedad de su interior. La follo como un demente y cuando ambos alcanzamos la cumbre de nuestro placer y somos capaces de analizar es que nos damos cuenta donde hemos venido a follar, aunque no hay arrepentimientos, a ambos nos gustó.

El problema viene después.

Cuando el primer mensaje aparece con una orden que nos hace saber, que debimos en ese momento, analizar lo que hacíamos.

Chantajes y MentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora