Koga
Hago una mueca porque, aunque llamé a Naraku para que me de consejos de cómo hacerle un decente desayuno a Ayame, la verdad es que lo que hice no se ve muy apetitoso, eso que me levanté con el sol para tener tiempo, pero el desastre frente a mí no me gusta. Suspiro y vuelvo para hacer una mueca cuando la pierna me duele. No quiero que Ayame me vea con ninguna molestia, anoche estaba muy nerviosa y eso me inquieta.
Ayame es una mujer muy independiente, pero muy dulce en el fondo, saberla con miedo de esos infelices me tiene molesto, no me gusta, no me gusta para nada. Suspiro y paso las manos pos las hebras negras de mi cabello. Giro el rostro cuando la siento, ella me regala una pequeña sonrisa y aun cuando su rostro se ve un poco demacrado sigue siendo hermoso ante mí.
¿Cuánto más ocultaré lo que siento por ella? Se me está haciendo imposible, porque cuando busco mil razones para estar lejos de Ayame, encuentro dos mil razones más para quedarme a su lado.
Es una situación algo frustrante.
—Buenos días—habla con esa voz suave en este momento. Se mueve con gracia hasta estar frente a mí, veo su cara de sorpresa cuando ve todo lo que preparé.
No lo hagas Koga, no lo hagas, ni lo pienses, contrólate.
—Buenos días—murmuro sonrojándome cuando ella enarca una ceja ante la comida antes de tomar un poco y adentrarlo en su boca.
Te has sonrojado idiota
—Estás rojo—murmura Ayame—rojo como mi cabello—la sorpresa en su voz me hace rodar los ojos y girar el rostro en otra dirección. La escucho levantarse de su lugar para detenerse frente a mí—¡estás sonrojado!—grita y pongo los ojos en blanco.
—Estás loca, ya alucinas—murmuro moviéndome para esquivar su mirada.
—Que no estoy loca, estás completamente rojo, que tierno—se burla ella y en un descuido me sujeta de las mejillas para observarme con más atención—no recuerdo verte rojo de la vergüenza alguna vez—aparto sus manos.
—¿Quién te dijo que estoy avergonzado?—paso por su lado para alejarme. La escucho reír y me relajo un poco, al menos aún tengo la capacidad de hacerla reír, a pesar de que es a mi costa.
—Ya, ya—comenta—¿todo esto lo hiciste tú?—asiento mirándola—no se ve muy apetitoso, pero no sabe tan mal—evalúa.
—Vaya, muchas gracias por romper mis esperanzas de ser chef—la sonrisa en su rostro es algo a lo que podría acostumbrarme a ver todos los días.
Pero la rechazaste imbécil, se te metió lo mujeriego de Miroku y Naraku, eres un idiota.
—Tranquilo, si no consigues clientes prometo comprar toda la comida—me guiña un ojo comiendo más.
—No esperaría menos—Ayame se dedica a comer bajo mi mirada, pero es que no puedo apartarla. Durante mucho tiempo me mantuvo alejada como si fuese una peste contagiosa, admito que estaba un poco triste por eso.
Un poco dices, te arrastrabas como un idiota y yo tenía que escuchar todas tus quejas
Eres mi conciencia, ya cállate.
No, seguiré hablando.
Ayame levanta la mirada hacia mí y contengo la respiración cuando parece que me recorre, contengo una sonrisa porque tanto tiempo junto a ella me ha hecho descubrir cuando quiere decir algo y cuando no, pero algo que sé identificar es cuando siente ganas de algo más que una conversación, en este momento Ayame tiene deseos carnales de mí y joder, mentiría si digo que no me encanta.
Pero no lo harás
Cierto, prometí no volver a tomarla hasta conquistarla. Ayame no merece al idiota que he sido en estos meses, merece al chico que la enamoró, no una versión distorsionada de él, es por eso que, aunque reconozco su mirada, la ignoro. Tengo que buscar la forma de que ella quiera estar conmigo, pero no así, la quiero más allá de algo físico.
—¿Qué?—cuestiona—¿Por qué me miras así?—la sonrisa en su rostro, la manera en que parece tan... joder, realmente estoy hasta lo más hondo con ella.
—Quiero que salgamos—susurro y ella parpadea.
—Bueno, te recuerdo que ayer salimos y resulta que casi nos matan—ella rueda los ojos y yo sonrío.
—Si pasa algo me proteges, ayer fuiste la súper Ayame destruye chantajistas—eso causa que ella se ría antes de que me lance una cuchara en la cabeza.
—No me hagas reír, ayer no fue para nada divertido—suspiro y me acerco a ella, la sorprendo con un suave abrazo y no puedo evitar el besar su cabellera.
—Te prometo que descubriré quien se está haciendo el gracioso con nosotros Ayame, aunque tenga que mandar a la mierda todo—ella gira y hace eso que tanto me justa; acaricia mis mejillas con sus pulgares. Suspiro de placer con esta pequeña acción.
Desde hace tiempo ella descubrió que hacer esto relajaba la tensión en mi cuerpo, desde entonces no duda en hacerlo cada vez que me ve así. Se acerca y parpadeo cuando se pone de puntillas para rozar nuestros labios suavemente. Me quedo en mi lugar disfrutando la cercanía de su cuerpo, porque ella no es la mujer más romántica del mundo, pero si una que tiene sus momentos de dulzura y cuando lo saca a flote caes totalmente rendido ante ella.
—¿Qué es lo que tienes en mente Koga?—susurra sobre mis labios—¿Por qué aun no estoy siendo follada?—el cambio abrupto de tema hace que me tense sin poder evitarlo—¿Qué pasa por tu cabeza?—cuestiona ella separándose un poco para verme a los ojos. Bajo los ojos a sus labios y es un jodido martirio no poder besar sus labios hasta desgastarlos.
—Porque quiero conquistarte antes de eso—me separo dándole una sonrisa—en el momento que gimas mi nombre quiero que seamos más que dos adultos que aún no son capaces de admitir lo que sienten Ayame, quiero que cuando te folle recuerdes que es el hombre de tu vida quien lo hace—ella está tan sorprendida que aun cuando dejo un casto beso en sus labios y me marcho, no reacciona.
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Chantajes y Mentiras
FanfictionAyame en su vida había cometido muchos errores, de los cuales en su gran mayoría ella se arrepentía. No era la típica chica que llora por amor, es más esa chica que le gusta disfrutar todo lo que pueda porque eso le recuerda que hay personas que ya...