Capítulo 9

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Creo que estoy siendo paranoica, o me estoy imaginando cosas, pero puedo asegurar que siento miradas sobre mí a la distancia y siento que me persiguen. Esto me tiene un poco aterrada porque tienen un video sexual donde claramente mi rostro se ve, pero ahora estoy siendo perseguida. Quiero creer que estoy imaginándolo, pero se siente demasiado real como para que mi mente sea la que lo esté creando.

Espanto esos pensamientos cuando Koga se desliza en el asiento frente a mí. De inmediato sus ojos azules me recorren como cada vez que me ve, debería estar acostumbrada a eso, pero él lo hace de una manera tan íntima que hace que solo me concentre en como sus ojos comienzan a bajar de mis rostro a mi cuello, luego a la parte superior de mi vestido hasta llegar a mis pechos, no es como si la mesa le diera muchas oportunidades de detallarme a sus anchas, así que debe conformarse con solo ver la parte superior de mi vestido de tiras gruesas color verde, mi color favorito.

—Estas hermosa—habla luego de un momento en silencio—aunque siempre estás hermosa—él sonríe y casi puedo asegurar que Koga se siente tímido. Me encojo de hombros restándole importancia a sus palabras porque sé que estoy hermosa y que soy hermosa.

No quiero negar algo que es muy cierto, por lo que simplemente tomo un sorbo de mi copa de vino y mirando a mis alrededores e manera disimulada. Le comenté a Koga sobre cómo me estaba sintiendo perseguida, algo a lo cual él le dio mucha importancia, esa es la razón por la cual estamos reunidos aquí.

—Gracias—murmuro finalmente luego de unos minutos en completo silencio. Koga se tensa un poco ante el sonido de mi voz, pero se limita a mirarme. Él sabe cómo soy y que, aunque estoy algunas veces mal de la cabeza, eso no impide que ciertas cosas me asusten. Te aseguro que ser perseguida por algún idiota es algo que me tiene de los nervios.

Hablamos con Kagome e Inuyasha sobre el asunto y ellos están investigando por su parte, Koga y yo también, lamentablemente nuestra carta de triunfo era que fuera Neia, pero todo lo que encontramos es que no es ella, de hecho, volvió a su país porque su madre está delicada de salud, desde entonces no ha vuelto a contactar a Koga.

Pensé que estábamos cerca de la verdad.

—¿En qué piensas?—pregunta él intentando mantener una conversación casual, sonrío sin mucho entusiasmo, antes de que me congele en mi lugar mirando a una chica que mantiene la vista fijamente en mí. Hay algo en ella que me parece vagamente familiar, sin darme cuenta me estoy inclinando hacia adelante.

—Koga, gírate lentamente, esa chica del fondo me parece familiar, y no me ha quitado los ojos de encima—susurro tratando de actuar con normalidad.

—Vamos—él se levanta y lo miro para tomar su mano.

—¿Qué haces?—cuestiono y él frunce el ceño.

—Encararla, no puedo vivir tranquilo sabiendo que sientes miedo de si algún psicópata decide hacer público el video, me niego totalmente—giro hacia donde estaba la chica, pero el lugar está vacío. Me pongo de pie rápidamente.

—No está—susurro y Koga maldice caminando hacia la salida, tomo mis pertenencias y lo sigo al estacionamiento. El lugar está desierto mientras los tacones de la chica se escuchan a la distancia, antes de poder seguir aparecen dos hombres totalmente enmascarados con una toma del maldito video.

Mi rostro palidece mientras de manera tentativa busco dentro de mi bolso mi gas pimienta.

—Solo queremos una orgia con la chica—habla uno de los enmascarados—queremos que ella sea el centro de nuestro placer, con hacer eso el video desaparecería—mis labios formar una fina liana.

—Jodánse—murmuro y me asusto cuando los veo sacar unas jodidas navajas. Koga me indica que retroceda, pero yo estoy buscando con mis ojos algo que pueda utilizar para defendernos.

Antes de que lo analice bien uno de los hombres se lanza por Koga haciendo que yo suelte un gritico del susto, el otro viene por mí y retrocedo mientras se acerca a pasos veloces, antes de analizar comienzo a correr y el enmascarado me persigue, eso antes de que alcance mi cabello y pegue mi rostro al cristal de un coche.

—Deliciosa—susurra oliendo mi cabello antes de girarme, abro los ojos asustada y cuando él lame mi cuello siento nauseas. Se separa para sonreírme y cuando siento que su cuerpo no está tan alerta le lanzo el gas pimienta a los ojos y pateo sus bolas haciendo que suelte la navaja, la cual tomo y la entierro en su espalda antes de salir corriendo en busca de Koga, pero mejor que eso busco mi coche y lo enciendo mientras salgo a buscarlo, veo como está siendo golpeando y el tipo se levanta cuando ve que el coche va a gran velocidad, sin pensarlo dos veces lo atropello y respiro hondo deteniendo el coche antes de que pueda lastimar a Koga.

Bajo corriendo y lo ayudo.

—Vamos, vamos—murmuro con voz aterrada mientras dejamos atrás el cuerpo atropellado. Mis manos tiemblan un poco mientras conduzco.

¿Lo habré matado?

No es tiempo para pensar en eso, eran ellos o nosotros, pero aún así siento como las lágrimas comienzan a descender por mis ojos y cuando estoy segura de que nadie nos persigue detengo el auto con pequeños sollozos.

—Mierda—murmura y se gira para abrazarme—lo hiciste bien Ayame, lo hiciste excelente—susurra mientras acaricia mi espalda.

—¿Lo maté?—cuestiono y Koga se tensa.

—Lo dudo, gente de esa calaña no muere tan rápido—cuando se separa noto la sangre en sus manos.

—¿Estás lastimado?—pregunto en un jadeo fuerte. Él me regala el intento de una sonrisa antes de hacer una mueca.

—La enterró en mi pierna—asiento poniendo el auto en marcha para ir a casa y curarlo. Si vamos al hospital harán demasiadas preguntas—lamento que nuestro encuentro terminara de esta manera—murmura, pero no digo nada.

Se supone que hoy quedamos en un restaurante solo para hablar de lo que estaba sintiendo, no pensé que la cena que no llegamos a siquiera ordenar terminaría de esta manera. Al llegar a mi departamento limpio su herida y me alivio al ver que no es nada profundo. Llevo a Koga a mi habitación para que descanse y él me toma de la muñeca dejándome caer a su lado. Levanto la mirada y él suspira antes de besar mi frente de manera cariñosa.

—Descansa Ayame, yo cuido tus sueños—susurra con voz suave y por un momento olvido que me rechazó, olvido todo y solo queda en mi mente las risas cómplices en mi residencia estudiantil cuando él se quedaba conmigo.

Justo ahora, añoro esos momentos.

Chantajes y MentirasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora