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Martha y Jackson habían salido a comer con Alexis y los chicos. Contra los deseos de Castle, enviaron a Alexis a casa con los niños y trajeron a Lily al hospital. Kate no la había visto en una semana. Sabía que su hija estaba en buenas manos, pero necesitaba estar con ella. Sentada en el pasillo del hospital, Lily dormía plácidamente en los brazos de su madre, completamente ajena a la ruidos que la rodeaba.

En silencio, Kate dejó caer unas lágrimas antes de secarse las mejillas.

Martha puso su mano sobre el hombro de Kate. Se inclinó, colocando su frente en la sien de Kate, y en su infinita sabiduría, dijo.

-¡Oh, cariño, por favor no llores. Vas a hacer que llore. Y no queremos que arruine mi maquillaje. Así que animo. Lo siguiente que sabes es que me estarán reservando una cama.-

Kate rió suavemente, se giró y le sonrió a Martha. -¿Por qué tiene que ser así?- Kate cuestionó.

-Es como si de repente no tuviera un filtro entre su cerebro y su boca.-

-¿Alguna vez la tuvo?- Martha respondió mientras ambos se reían. -Mira Katherine, conozco a mi hijo. Él te ama mucho, y en su mente, él piensa que si mantiene sus demonios para sí mismo, no te lastimarán. Pero ambos entendemos que es todo lo contrario. Ahora necesitamos hacerlo entender eso.-

-Le dije que podía confiar en mí, pero se niega a hacerlo.-  Kate tembló. -Creo que no puedo quejarme demasiado. Hace años, después de mi tiroteo, fue tan amable y me permitió manejar todas las emociones yo sola. Nunca me empujó. Nunca se apresuró conmigo. Simplemente estaba guiando el camino, esperando para que tomara su mano.-

Cambió el peso de Lily y la colocó sobre su pecho. El dulce olor de la cabeza del bebé inundó sus fosas nasales, trayendo una pequeña sonrisa.

Kate agregó. -Le debo el mismo respeto. Pero, ¿Sabes qué, Martha?... No tenía miedo de derribar mis paredes, y voy a estar aquí para él y pueda dejarme ayudarle. No va a estar solo en esto. Voy a seguirlo y esperarlo sin importar nada. Me rascaré y me abriré camino.-

-Oh, chica. Richard puede ser tan terco. Pero tú, mi niña, puedes serlo también.- Martha le guiñó un ojo a Kate y susurró. -Él volverá contigo. Te lo garantizo.-

-Rick, piensa en lo que dices.-

-Estoy pensando.-

-Bueno, no estás pensando con claridad, eso está clarisimo.-

Castle resopló y se inclinó con fuerza contra la cama del hospital. Jackson Hunt estaba sentado al otro lado de la habitación, mirando con desaprobación a su hijo. Kate y Martha estaban en el pasillo. Lo que Castle no sabía era que Kate estaba sentada en una silla fría, sosteniendo a su bebé secándose las lágrimas de los ojos porque había escuchado todo.

Jackson se levantó y caminó hacia Castle. -Escucha hijo, pasé tantos años mirándote desde la distancia.- reconoció.

-Y eso es algo que no puedo recuperar y lamentaré por el resto de mi vida. Pero a ti, se te ha dado la oportunidad de estar con tu familia. La misma familia a la que tanto peleaste para volver, y ¿Para qué? Si no quieres ni si quiera verla.-

Castle apretó los puños con fuerza. Soltó su agarre y levantó sus manos para pasar sus dedos cabello. Apoyando la cabeza en sus manos, exhaló antes de decir bruscamente. -¿Quién diablos crees que eres? Tienes algo de coraje para venir aquí y decirme cómo debo vivir mi vida. No tienes derecho.-

-Sabes, tienes razón. No debería tener ninguna opinión. Pero lo hago. Justo afuera de esta puerta está lo más increíble que te ha pasado. Tienes una mujer que está dispuesta a esperar a tú lado no importa qué, quién peleará por el verdadero que usted regrese. Y por lo que entiendo, ninguno de ustedes ha hecho este viaje fácil para el otro, en absoluto.-

One last time Donde viven las historias. Descúbrelo ahora