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Las puertas del ascensor se abrieron, y de repente se sintió abrumado por todas las cosas que sucedían afuera.

Un hombre empujaba a alguien que Castle supuso que era su madre en una silla de ruedas. Había un niño pequeño que sostenía la mano de la anciana y señalaba las diversas pinturas de arte que colgaban de las paredes. Castle los rodeó y se dirigió hacia la entrada del hospital, dónde hay un área al aire libre acristalada en el centro del lobby.

Pasó junto al anciano con las palomitas de maíz y no pudo evitar que el glorioso olor de los granos recién reventados y la mantequilla derretida llegaran directamente a sus fosas nasales, al instante recordándole la noche en la que llegó al hospital y dada la casualidad de que era noche de cine en el desván.

Pero una vez que llegó a las puertas, volvió a la realidad por el hecho de que Kate no está en ninguna parte.

Una joven pareja se sentó en las sillas contra la pared. Dos adolescentes se rieron tontamente cuando se levantaron de otra silla. Con el pánico levantándose lentamente de su estómago, examinó el lugar una última vez y concluyó que se había ido a casa. ¿Realmente puede culparla? Él la había apartó. Escuchó las cosas estúpidas e hirientes que dijo sobre ella.

Richard Castle se desvaneció lentamente entre la multitud mientras regresaba arrastrando los pies al ascensor. Definitivamente no era el mismo hombre. Su propio ego y egoísmo le hicieron rechazar lo mejor que le había pasado.

Sacando de su ensoñación, el ascensor sonó, deteniéndose en el piso. Una mujer con un gran ramo de globos también estaba esperando el ascensor.

Ella lo miró y sus ojos se agrandaron. Volviéndose a las puertas de nuevo, sacudió la cabeza con incredulidad y luego miró a Castle.

Él nunca la miró. Los pensamientos del día resonaron en su mente, atormentándolo nuevamente. Delicadamente, ella puso su mano en su antebrazo, rompiendo su concentración.

Sorprendido, miró un par de felices ojos verdes. Él no la reconoció, pero algo en su sonrisa lo hizo sonreír.

-Disculpe.- ella dijo. -¿Pero eres Richard Castle? Quiero decir, pensé que leí que murió hace unos meses, pero te ves igual que él.-

Rick se rió. -Um... no. Lo entiendo mucho, pero no soy él. Confía en mí, ojalá pudiera ser ese hombre, pero me temo que entre otras cosas, mi cuenta bancaria también prueba que no soy él.-

-Oh, lamento molestarte.- Afortunadamente, el ascensor abrió sus puertas en ese preciso momento. La joven entró, y volteándose para mirarlo, dijo.

-¿Sube?-

Castle se quedó inmóvil. No quería subirse al ascensor  con ella porque acababa de mentirle.

-Um...- tartamudeó. -No importa. Voy a quedarme aquí. Estoy esperando a mi hermano. Gracias, sin embargo...-

-Está bien, qué tenga un buen día.-

Le saludó torpemente y le sonrió cuando las puertas se cerraron.

-Hermano, ¿eh?- dijo una voz a su izquierda.

Volteando su cabeza, miró directamente a los ojos color avellana que había estado buscando frenéticamente.

-¿Oíste eso?- él respondió, avergonzado.

-Sí... Creo que necesitas trabajar en lo que realmente quieres y no quieres que yo escuche.- Kate dijo con una cara de piedra.

-¡No! No, Beck... Kate. No es así. Me preguntó si yo era yo, y no quería volver a contar la historia, así que mentí.-

-Oh...- dijo Kate con su voz sonora y crítica.

One last time Donde viven las historias. Descúbrelo ahora