One last time

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Tumbado en la oscuridad, sin escuchar nada más que el tic-tac del reloj, Tom debatió si debería llamar a Kate. Había oído de Javi que tuvo una niña hace unos días. Él se levantó de su cama por unos momentos. Tenía que hacer algo para distraerse y tratar de olvidar a Beckett... ¿Pero a quién estaba engañando? Olvidarse de Kate era como olvidar cómo respirar. Fue casi completamente imposible, ya lo había intentado una vez, podría lograrlo una segunda.

Independientemente de dónde le había llevado su vida, cuando el tiempo se ralentizaba un poco, su corazón le recordaba el amor que sentía por Kate, apesar de que su relación había sido corta, se había enamorado de ella. Cada vez que Tom llegaba al gimnasio, los pensamientos sobre ella resonaban en su mente. Tom había seguido adelante, ella también. Ambos habían encontrado el amor y se habían casado. Tristemente, lamentando no haber encontrado nunca amor con Kate. Pero aún así, ahora, a menudo se encontraba pensando. "¿Y si?"

Miró el reloj en su mesita de noche. Todavía era temprano, ni siquiera eran las 5 am en punto. Su teléfono le hizo señas. Él podría hacer algo... Podría inventar alguna excusa para llamarla. Incluso si él acaba de llamar para contarle sus felicitaciones. Tal vez sería mejor recoger un pequeño regalo para la bebé y llevárselo al loft. Tom balanceó sus pies sobre el borde de su cama, levantando sus manos para pasar sus dedos por su cabello. Él no pudo hacer eso, necesitaba detenerse, Espo tenía razón. Kate pertenecía a otra persona.

Sabía que kate había encontrado la felicidad, y él nunca quiso quitarle eso. Pero sabía que ella estaba sufriendo. Mientras estaba parado, sus rodillas se agrietaron y explotaron. Estirando sus manos sobre su cabeza, su codo dejó escapar un estallido que le hizo estremecerse de dolor. ¿Era este el universo lo que le permitía saber los pensamientos que tenía respecto a que Kate necesitaba parar?.

Se arrastró hacia el baño para ducharse y prepararse para el día. Había una montaña de papeleo en su escritorio esperando su llegada. Mientras deslizaba su pie en su zapato, Demming agarró su chaqueta y se dirigió hacia la puerta. Iba a estar caluroso otra vez hoy. Quería quedarse en casa todo el día y preferiblemente en su propio apartamento, ahogando sus penas con una cerveza muy fría. Cuando abrió la puerta de su habitación, se encontró con el olor de los panqueques.

-¡Mira! ¡Ey papá! Creí que estabas en el trabajo.- Cassidy había estado trabajando para él desde que nació la pequeña Retcher. El día que mataron a su esposa, acababa de terminar su cita con el Ginecólogo. Retcher tenía casi 38 semanas de embarazo.

De todos los días, el que Tom no la acompañó a una cita se convirtió en su último día y el día en que la culpa lo consumió vivo.Retcher todavía estaba viva cuando llegó al hospital. Los médicos la pusieron en soporte vital hasta que pudieron dar a luz al bebé. En una sombría sala de operaciones, su pequeña niña vino al mundo poco antes de que la vida de su madre se extinguiera.

Cada vez que mira a los ojos de su hija, se acuerda del momento en que ella fue entregada a él y la acercaba a su madre ya muerta.

-Cariño, sé que estás allí. Ojalá las cosas fueran diferentes... Ojalá pudieras sostener a nuestro bebé. La máquina puede estar haciendo latir tu corazón, pero tiene que escucharlo por última vez.-

Decidió en ese instante nombrar al bebé por su madre. Contrató a Cassidy casi al mismo tiempo en el que Retcher llego a casa con él y ella fue un regalo del cielo. Se preocupaba por el bebé como si fuera suya y hasta lo ayudó a superar el dolor.

Cassidy sacó a Retcher de su silla alta y sonrió mientras se dirigía hacia Tom. El bebé tenía cabello rubio con rizos suaves. Ella soltó una risita mientras más se acercaba a su papá. Tom se agachó para recogerla y acurrucarse contra ella. Ella estaba empezando a hablar más y balbuceó algo que terminó con -De quiero- y un beso baboso.