Un verano en el '85 es para calor y helados, en Hawkins es para descubrir enemigos del país y de otra dimensión.
Robin Buckley x fem oc!
(slow!)
no. 1 #mayahawke (05/08/2024)
no. 3 #haileesteinfeld (14/08/22)
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Darcy detuvo el vocho frente a la casa que recordaba haber dejado a Robin anoche. Incluso con la nubosidad, la casa se veía más iluminada de lo que se percibía con las luces de la calle. Bajó del auto, esperando que ella no se hubiese marchado ya. Había quedado con Max y El que se verían después, pues al igual que Darcy, ambas parecían tener sus propios asuntos sobre Billy que se negaban a compartir con ella. Si acaso no querían preocuparla por su amigo, solo hacían lo contrario, pero Max le insistió sospechosamente que pronto abrirían Scoops Ahoy y que no debía de perderse de su helado favorito.
Lo último en lo que pensaba era en un helado.
Avanzó hasta la puerta, tronándose los dedos, esperando que siguiera ahí, sino sería una situación bochornosa que le pediría a sus padres nunca mencionárselo. Frenó el paso al ver una figura por la ventana, Robin movía la cabeza a lo que parecía ser el ritmo de una canción. Darcy nunca la había visto sin el usual sonrojo de sus mejillas que, hasta ese momento, había pensado que era natural.
Ya no quiso llamar a la puerta, en vez de eso, intentó llamar su atención desde el patio. Si alguien hubiese pasado por la calle, habría visto a la chica con usual aspecto sobrio brincar y sacudir los brazos como una niña. La música debía de ser muy buena, pues Robin nunca alzó la vista y comenzó a buscar algo qué lanzarle. No tardó en encontrar unas ligeras piedras y, en la acción, rezó por no romper algo.
Robin alzó la vista, asustada. Su expresión aumentó cuando la divisó, Darcy la saludó y vio cómo movía los labios antes de correr. Fue cuestión de segundos para que saliera de la casa, con el típico sonrojo en sus mejillas, cargando una mochila.
—¿Qué haces aquí? —chilló en un murmullo, haciéndola pensar lo que había temido Darcy.
—Umm... —vaciló, evitando verla al reconocer que ella no la quería ahí—. Pensé que podría llevarte a Starcourt...
De pronto, sus manos parecían más interesantes que observar a Robin. Eso le sucedía por haberle hecho caso a Jane, por eso prefería mantener distancia con desconocidos. La ultima vez fue una sorpresa que Billy se convirtiera en su amigo... y solo porque, después de haberle ayudado con su auto, comenzó a buscarla. Darcy jamás le hubiera vuelto a dirigir la palabra.
—Oh... —murmuró en respuesta. Darcy alzó la vista, no muy animada en verla a los ojos. Robin tenía de nuevo ese sonrojo que muchas chicas habrían querido tener al natural. Y le sonrió, fue una corta sonrisa, pero que hizo dudar a Darcy de todas sus próximas acciones—. Claro, vamos...
—¿No vistes antes el uniforme desde antes? —preguntó, queriendo hacerlo desde que la vio con ropa casual.
—No pienso verme ridícula desde la mañana —se burló, brindándole de su abierta sonrisa. Darcy solo soltó una risa nasal, recordando lo chistoso que era el traje del local.
El disfraz de marinero le sentaba de lo peor a Steve, haciéndolo tomar menos en serio de lo que Darcy ya acostumbraba, además que solo hacía menos probable sus oportunidades de lograr una cita, junto a sus escasas habilidades de coqueteo.
Pero con Robin era lo contrario.
Darcy no había podido observarla completamente hasta el día anterior, cuando dejaba que ella y Dustin tradujeran con el diccionario el código. Además de haber notado desde antes su gusto por brazaletes y cadenas, se dio cuenta que ella no se veía mal como Steve lo hacía con el uniforme y el gorro de marinero. Nunca le agradó que la ropa femenina tuviera como objetivo marcar ciertas cualidades del cuerpo, pero debía admitir que le sentaba bien, aunque ahora sabía que Robin también prefería prendas más sueltas.
—¿Qué llevas ahí? —apuntó al traste guardado en una bolsa por fuera.
—Esa pequeña Erica —murmuró, cansada—. Hará que me descuenten mi paga de tanto que gasto las cucharas de prueba.
Darcy se quedó en silencio mientras encendía el auto y movía la palanca. Le dio a Robin lo que pensó como una última mirada, ella ya tenía el cinturón puesto y miraba hacia la ventana, ansiosa.
—¿Has oído del límite de pruebas? —dijo, haciéndola voltear a ella.
No había tenido la oportunidad la noche anterior de poder notar ciertos detalles suyos en el auto, e incluso cuando lo que siempre destacaba en ella era su sonrisa, para Darcy fue una nueva imagen tenerla a un lado suyo con los pocos rayos asomándose por la ventana, iluminándola.
La risa de Robin, aliviada mientras la veía, la hizo creer que ese viaje no sería tan silencioso.
