Un verano en el '85 es para calor y helados, en Hawkins es para descubrir enemigos del país y de otra dimensión.
Robin Buckley x fem oc!
(slow!)
no. 1 #mayahawke (05/08/2024)
no. 3 #haileesteinfeld (14/08/22)
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—¡DARCY! —escuchó a Robin gritarle antes de callar con otra explosión.
Bajó por las mismas escaleras eléctricas, tropezándose con cada estruendo hasta llegar al primer piso. No tardó en encontrar a Billy aun sobre la niña, ignoró lo ajenos que se veían con el desastre alrededor suyo, como si mantuvieran una conversación. Corrió hacia Hargrove, lanzándose hacia él para apartarlo de Eleven.
Lo escuchó soltar aire entre un jadeo, rodando los dos por el piso mientras Darcy descargaba todo su peso sobre él, si acaso no fuese capaz de levantarse con ella encima suyo. Pero Billy no se movió, tan solo la observó desde su lugar, desconsertado.
—No se te ocurra tocarla.
Olvidó que él fue su prioridad durante toda la batalla, no iba a permitir que algo le sucediera a la niña.
No fue hasta que Billy sonrió, notó que ya no tenía la misma vacía y perdida mirada como la última vez que lo vio. No vio alguna intención de acabar con el mundo o golpearla para regresar a su amo. Tan solo permaneció en el suelo, cubriéndose el rostro con las manos, sin retorcerse con los ataques hacia el monstruo.
—Tuviste muy buena ventaja, Petrov —los escalofríos regresaron, escuchándolo de nuevo llamarla sin alguna incomodidad. No podía apresurarse a aclamar la victoria, pero podía sentir a su mejor amigo volver a ella—. Nada le va a suceder.
—Porque no le harás nada —volvió a amenazarlo, olvidándose de su risa y recordando lo poseído que parecía hace unos minutos.
—No le haré nada —repitió, sin apartar sus ojos de ella.
Lo sintió tomar de su cabello, pasándolo por detrás de su oreja cuando ella se negaba usar las ligas. Descansó su mano en la mejilla de Darcy, regresando a su última noche en el taller, antes que todo se fuera al infierno con las impertinencias de ambos, separándose sin pensar que volverían a verse hasta en una batalla de dos dimensiones, siendo de diferentes bandos.
—No voy a permitir que algo te suceda —Darcy volvió a endurecer su mirada, solía hacerlo cuando bajaba la guardia, sin permitirse estar expuesta a algo desconocido.
Billy comenzó a levantarse, dándole su mano como siempre para que ella lo alcanzara. Darcy se aferró a él, encontrando en su muñeca la liga verde que había utilizado como excusa para filtrarse a su casa.
Un grito les hizo saber que ya no había forma de distraer al monstruo. Ambos corrieron hacia donde Eleven parecía mirar, perdida, a su alrededor. Darcy la tomó en brazos, arrastrándola lo más lejos de la criatura.
Otro chillido la alarmó, encontrando a uno de sus viscosos brazos abalanzarse hacia ella. Por un momento creyó que sería lanzada por el techo hasta caer sobre su vocho, pero aquello rodeó su pierna, golpeándose la cabeza contra el piso mientras la arrastraba hacia ella.
Esta vez no estaba atada a una silla o siendo torturada por toques eléctricos en las costillas para sentirse inútil por no poder defenderse. Pero no encontraba algo a su alrededor para soltarse de él, sintiendo las manos débiles de la niña tomarla por su camisa para retenerla mientras que ella pateaba el brazo de carne podrida.
Billy se interpuso entre ambos, tomando en sus manos la extremidad del monstruo hasta alejarla de ella. No pensó que tener a su amigo medio poseído por la criatura tuviera alguna ventaja hasta que ya no parecía tan ansioso por acabar con el pueblo.
La escena se volvía borrosa a los ojos de Darcy, encontrando más movimiento en el suelo de lo que ya era causado por los estruendos. Escuchó a Eleven hablarle con más voces a su alrededor.
—Darcy, tienes que levantarte —encontró Max a su lado, viendo hacia Billy con el monstruo, aterrorizada.
Volvió la vista a su amigo, esta vez con más de un brazo de carne sobre él.
—¡BILLY! —corrió hacia él como pudo, con sus pies tropezándose por cada paso, llegando a su lado solo para sostenerlo mientras caía.
Se forzó a mantener los pies firmes en el piso, alejándolo del monstruo que se tambaleaba sin ningún ataque, desplomándose entre los locales. Billy hizo lo mismo, dejándose caer sobre Darcy.
—Ya terminó, Hargrove —intentó tranquilizarlo, pero quien temblaba era ella. Billy no se movía—. Dijiste que serías un idiota si me dejabas. No lo seas ahora. —habló cerca de su rostro, algo que recordaba tan claro en los primeros días que no la dejaba sola, hostigándola.
Max se sentó a su lado, llamándolo de la misma manera. Con una mano en su pecho, veía el horror que el monstruo le había hecho. Darcy no podía ver qué tanto estaba perdiendo, las manchas en su cuerpo no eran de sangre, sino una viscosidad negra.
—Perdón —miró a Max una última vez como disculpa, antes de volver a Darcy con la misma mirada.
El mundo se apagó. Las luces seguían resplandeciendo, las personas estaban acercándose y un ruido externo aumentaba. Pero Darcy no percibía nada. Era solo Billy en sus piernas, Max temblando a su lado y ella sosteniéndolos entre sus brazos.
Nunca pensó que así era despedirse de alguien antes de partir, no tuvo esa experiencia cuando su mamá falleció. Escuchar el último suspiro; al cuerpo relajarse mientras quien amaba seguía a su lado. La mirada de paz era lo que menos creyó ver. Billy no apartó sus ojos de ella, no lo había hecho antes y no pensó dejar de hacerlo.
Darcy podía cerrar los ojos y ver con detalle los azules que eran, con sus enchinadas pestañas y pobladas cejas. Las pecas sobre su nariz era algo que se apreciaba solo a la mínima distancia y ella lo había notado. Nada de eso estaba en este Billy. Parecía que todo lo bello se había ido con él.
—Darcy, tenemos que irnos —Steve llegó a su lado, intentando moverla.
Ella negó una y otra vez, levantando el cuerpo dormido de su mejor amigo hasta su pecho. Acercando su mejilla a la suya, sintiendo aun la calidez en él, más sin ninguna señal de respiración.
Las ambulancias llegaron al centro comercial y el llamado de Steve fue más insistente hasta que alguien la tomó por los hombros, levantándola.
Creyó gritar una última vez por él, por que respetaran donde había caído y que lo tomaran con cuidado. Su cabeza la gritaba por forcejear y no dejarlo ir, pero ninguna señal parecía llegar. Una parte de ella se sintió estar flotando, no podía sentir nada en sí moverse sin comprender la importancia de ver a Billy alejarse de ella otra vez.
