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El interior de la ambulancia resguardaba el silencio que tanto Darcy buscaba. Por fuera, el sonido de las sirenas y los bomberos apagando el fuego, recreaba todo el catástrofe derrumbado en su mente, si acaso podía comparar todos los daños físicos con el pedazo perdido en su pecho, sintiendo un hueco imposible de llenar.

Se aferró a la manta térmica alrededor de ella, queriendo asfixiarse en el calor que la protegía, para así ignorar a toda su piel erizarse. Su mirada se concentraba en la pared metálica de la ambulancia, negándose a pensar en otra cosa más que en su material. La adrenalina había pasado, pero seguía recordando ver todo como una película en su mente antes de morir; los gritos mezclándose con las explosiones, ella sin poder apartarse del cuerpo inerte de Billy y Steve teniéndola que arrastrar hasta la salida por la rigidez de su cuerpo, negándose a mover.

No se creía capaz de poder hablar sin rompérsele la garganta con lo tanto que deseaba gritar. Su intento de aparentar esta vez le había fallado y los demás se encargaron de hablar por ella a los bomberos, a pesar de haber insistido que ella debía darles su información.

¿No tienes otro contacto de tu familia, Darcy? entraron sus compañeros, interrumpiendo la disociación. Todo se volvió más ruidoso, pero la preocupación en sus rostros parecía lo más suave que pudiese encontrar.

Han intentado llamar varias veces, pero nadie responde explicó Robin, conteniéndose de una mueca, preocupada.

Darcy negó. Tuvo la sospecha que su padre ya habría quemado la oficina policial a la primera hora que no supiera algo de ella. Imaginaba a su familia dando rondas por todo el pueblo, día y noche como en la búsqueda de Will Byers. A Jane y Charlie olvidando dormir, usando el único auto en la familia para turnarse las rondas. Su padre estaría descansando en la parte trasera, olvidando cerrar los ojos, en espera de encontrarla a media calle en el vocho de su mamá.

No podía imaginar otra razón para que no hubiera alguien que respondiera el teléfono.

Subieron a la ambulancia, sentándose frente a ella, evitando otro sonido o mirada. Solo compañía. Y Darcy, sintiéndose agradecida con el silencio, se preparó para volver a disociar y querer dejar de pensar, encontrando nuevo interés en el suelo metálico.

Lo intentó, siguiendo los patrones en el detalle del piso; en el frío del mental contra el calor que la guardaba o todos los suministros en la ambulancia. Hizo todo lo que pudo, hasta que las quejas fueron imposibles de ignorar.

¿Qué no me escuchó? reclamó Jane, justo como a los hombres en el periódico de Hawkins. Darcy Stefania Petrov. Metro setenta, cabello y ojos oscuros; dieciséis años. Tiene un lunar cerca del ojo derecho.

Señorita, ya le dijimos-

¡No, usted no me ha dicho nada útil!

Intercambió miradas con sus compañeros, quienes parecían más preocupados por los gritos de su hermana que el incendio detrás de ellos. Todo el vacío dentro de ella se sintió resurgir entre los gritos que ahora se trataban de Darcy, no sobre una muerte o pérdida. Solo buscándola para volver a casa.

Ice Dream |Robin BuckleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora