08 La ridícula idea de que me amaras

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Mikey estaba decidido, a pesar de que se había prometido que no le pondría nombre a lo que sentía y que enterraría en algún lugar oscuro los sentimientos que atacaban su corazón cada vez que se encontraba con esos zafiros que le sacaban suspiros, lo había prometido porque sabía que Takemichi no era suyo.

Sin embargo durante ese mes que había pasado con esos ojos azules, llendo a festivales, a la playa o simplemente paseando por el atardecer en las calles de Tokyo, el rubio le había permitido tener algo que hasta ahora parecía imposible.

Esperanza

Si, Takemichi le había permitido tener a Manjiro Sano la esperanza de que sus sentimientos fuesen correspondidos, de que el corazón de Hanagaki latía con una misma fuerza y al mismo ritmo que el de él, y es que desde aquel incidente en la playa, pareciese que Takemichi se hubiera quitado esa capa que no le permitía ver más allá de lo que pensaba sentir, notaba cómo sus mejillas se enreojecian cada que cruzaban miradas, cómo soltaba un gritito al sentir sus manos rozar, él cómo una tarde sin previo aviso decidió despedirse de él al darle un beso en la mejilla.

Todo eso había llenado la cabeza de Manjiro de ilusiones y esperanzas, tal vez no tendría que conformarse con solo ser amigo de su amor eterno, sino que sería capaz de tomar su mano y con orgullo decir que pertenecían el uno al otro.

Y es por eso que Mikey se había permitido armar un plan, se había permitido tomar la iniciativa de confesar todo lo que hasta ese momento había callado su corazón y por fin entregarle sus sentimientos al dueño de estos, no iba a fingir que no estaba nervioso, probablemente es lo más difícil que alguna vez se ha planteado hacer en su vida.

Pero se iba a arriesgar, porque Takemichi era su sol, su ancla, la persona que más le importaba en el mundo y claro que valía la pena arriesgarse por alguien cómo él, que estaba dispuesto a recibir cada golpe que fuese dirigido a Mikey con tal de verlo feliz.

Llamó a Kenchin para que juntos planearan la confesión, ninguno de los dos era realmente bueno en eso de los sentimientos así que Emma terminó ayudándolos con la mayor parte del plan, ayudó a Mikey a escribir una carta para practicar todo lo que quería decirle a Takemichi, decidieron un lugar y una fecha para poder llevar a cabo la confesión, todo estaba preparado para ese importante momento.

- gracias por ayudarme Emma, creo que sí solo hubiera contado con Kenchin lo habría arruinado - dice mientras observa un poco la carta que contenía todos y cada uno de los sentimientos que Mikey tenía por esos azules ojos que llenaban su mente y alma, aunque ante el comentario de Mikey se logró escuchar una queja por parte de Draken, los hermanos Sano solo rieron.

- no tienes que agradecer Mikey - le sonrió mientras tomaba su mano - no puedo imaginar a nadie que te merezca más que Takemichi - estás palabras hicieron que Mikey sonriera, se sentía a la par nervioso y emocionado, tal vez finalmente tenía frente a él la oportunidad de ser feliz, todos esos traumas y todo el dolor ya no le podrían afectar, porque tendría a su lado a su sol, de verdad esperaba poder tenerlo para siempre con él.

×♡×

Por otro lado Takemichi se encontraba en una situación algo tormentosa, ese día Hina regresaba de su pueblo y el rubio sabía que era momento de ser claro con ella y decirle cómo se sentía, antes de ser pareja ellos eran amigos y esto provocaba que se alojarse en su mente la preocupación y el miedo de lastimarla, no quería perder su amistad pero tampoco pensaba que fuese justo permanecer a su lado cuando claramente amaba a alguien más.

Oh el amor, cada que Takemichi recordaba el detalle de que su corazón latía por y solo por Manjiro Sano sentía sus mejillas arder al ser inyectadas por la vergüenza de verse perdidamente enamorado, sin embargo Takemichi no se permitía tener muchas ilusiones porque Mikey era alguien genial y él era un llorón que se negaba a rendirse, no se creía merecedor del afecto del Invencible Mikey, pero Takemichi tampoco era tonto y sabía que ese beso debía significar algo, aunque no quería arriesgarse a suponer nada.

Por una vez... quédate!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora