21 Is not the same as it was

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Chifuyu recordaba ver rojo, un rojo carmesí que manchaba su rostro, el piso, las paredes, los rubios cabellos de Mikey, los blancos de Izana, también recordaba la ira, la frustración y el dolor, el asco, la necesidad que sintió por un momento de ser él mismo quien molía a golpes la cara de Izana tras escuchar que había tenido el miserable atrevimiento de intentar violar a Takemichi, nadie mejor que Fuyu sabía que de seguro lo había hecho sentir tan miserable e insignificante que su mejor amigo tuvo que huir, porque sabía que Takemichi tenía el corazón más grande y bondadoso y eso mismo era lo que lo impedía odiar a quienes le hacían daño, no podía odiar a quien lo lastimara, incluso si lo dejaba de rodillas en el suelo suplicando por una muerte rápida.

Tal vez era porque en el corazón de Takemichi solo estaba permitido odiar a quienes lastimaban a los que buscaba proteger, a la gente que amaba, porque para él todos siempre han sido más importantes que él mismo, le aterraba pensar que no habría manera de cambiar eso nunca.

Chifuyu sabía que por eso mismo ahora la sangre le hervía, porque después de tanto tiempo que el albino pasó junto a Takemichi debió notar eso, debió saberlo y se aprovechó de esa bondad para intentar hacerlo suyo a la fuerza, de quebrar su espíritu, nadie le iba a sacar de la cabeza (por muy culpable que eso lo hiciera sentir) que Mikey debió matar a Izana en cuanto escuchó lo que le había hecho al rubio de ojos tan azules como el cielo y de corazón tan puro que quemaba en la piel el saber que había sido quebrantado.

- ¡Mikey! ¡lo vas a matar! - los gritos de Draken mientras lo tomaba de los brazos resonaban por la habitación, todo era un caos que parecía pasar en cámara lenta, como si el tiempo se hubiera detenido en ese primer puñetazo y solo avanzaba cuando otro más fuera atinado a la cara de Izana Kurokawa.

- Izana! por favor defiendete! - Ran y Kakucho estaban intentando alejar a Izana del lugar, sabían que su líder se sentía miserable, tanto que se dejaría matar por Manjiro como un castigo digno por haber lastimado en cuerpo y alma a Takemichi, no podía dejar de pensar que aquel fondo en el que se encontraba ya no tenía un filtro rojo, ahora solo había oscuridad, no estaba esa pequeña luz, ese pequeño rayo de esperanza que lo hacía sentir que tal vez no debía de morir, ahora estaba solo en el fondo de su abismo y por primera vez desde que Takemichi le regaló aquella hermosa sonrisa nuevamente sintió como si se ahogara, cómo si el aire hubiera dejado de llegar a sus pulmones.

Tal vez por eso no podía devolver ningún golpe, tal vez por eso dejaba que Manjiro lo moliera con sus puños, porque sabía que lo merecía, - ¡¿Cómo pudiste atreverte?! ¡¿Con qué derecho tocaste el cuerpo de mi Takemicci?! - los gritos de Mikey salían con furia desbocada, con un asco y un rencor tan grandes, no solo al albino frente a él sino que también hacia si mismo, Izana se sentía de la misma manera, no solo por haber hecho algo tan atroz, también por el hecho de que había tomado ese hermoso sol y lo había alejado de todos los que amaba con tal de no sentirse solo, lo había hecho sentir miserable, lo había llevado por el camino de la muerte y la violencia, lo había dejado creer que si quería salvarlos a todos debía entregar su humanidad, porque él también se quería sentir incluido en aquellos a los que con tanto fervor quería rescatar de un final trágico.

Pero Izana siempre fue consciente de que no merecía la salvación, que no merecía el amor, que no había manera de redimir sus pecados, que nunca nada sería igual a como era antes, no después de lo que había hecho, no después de esa tarde, no cuando Takemichi dejara de ser alguien inocente con buenas intenciones a alguien con las manos manchadas de sangre, con un pecado atando sus pies al infierno, pero sabía que no había manera de que dios no perdonara a Takemichi por sus pecados, porque él es un verdadero ángel, que lo da todo por salvar a los que más ama.

Izana solo se había engañado a si mismo haciéndose pensar que sería capaz de hacer que Michi lo acompañara por su largo camino hacia el infierno.

Porque todos saben que no hay lugar para los pecadores en el cielo...

Por una vez... quédate!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora