16 La diferencia entre ustedes dos

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Desde el día anterior, cuando Takemichi se encontró con Mikey no había parado de llorar.

El joven Hanagaki era conocido por tener una gran reserva de lágrimas pero nadie se había dado cuenta de la extensión de la misma hasta ese fatídico día, y es que Takemichi sentía que había perdido el amor de la única persona a la que quería poder ver sonreír en un futuro y estar a su lado por el resto de sus vidas.

Pero era consciente de que había renunciado a ese futuro cuando se entregó a Izana, quería odiarlo y culparlo por todo lo que le estaba pasando quería decirle que era un monstruo por obligarlo a quedarse a su lado cuando la persona que realmente amaba estaba allá afuera.

Pero realmente no podía

Porque no era la culpa de Izana, -al menos no por completo-, le había dado la opción de negarse a su oferta y luchar a lado de Mikey y los demás, de quedarse con él...pero Takemichi como siempre decidió luchar solo.

Tampoco podía odiarlo porque el albino también había sido manipulado por aquel que se había empeñado en seguir arruinando cada maldito esfuerzo que había tenido para salvar a las personas que amaba, Takemichi estaba cansado y eso se denotaba en las lágrimas que caían por sus mejillas mientras se aferraba a una almohada, aunque tal vez el hecho de que las lagrimas aún cayeran de sus ojos era un alivio pues significaba que su alma aún no terminaba de romperse.

Hanagaki se prometió que ese día se permitiría llorar y sufrir todo lo que necesitara, dejar salir los últimos rastros de su humanidad aún latente en su ser, necesitaba hacerlo porque de lo contrario no tendría el valor de hacer lo que debía, después de ese día dejaría de ser una buena persona y lo sabía muy bien,

porque las buenas personas no matan a sangre fría.

Los Haitani intentaron animar al chico pero no tuvieron ningún éxito, solo lograban hacerlo llorar más con sus comentarios y sus fallidos esfuerzos por alegrarlo, le llevaron comida e intentaron hablar con él pero simplemente no quería ver a nadie, no quería comer, no quería salir de la habitación porque tenía el corazón roto y porque una parte de él había dejado de querer intentarlo.

Se estaba asfixiando y nadie sabía cómo liberar sus pulmones

Y es que Takemichi no solo se sentía mal por todo lo que pasaba sino que la culpa atacaba su corazón, de una manera que lo dejaba postrado sintiéndose poco merecedor del aire que respiraba y todo por aquel beso que Mikey presenció, porque Hanagaki era concientes de que ese no fue un beso forzado, ese no había sido un beso que Izana robara de sus labios solo porque quería sino que para ese beso el rubio había dado su consentimiento, él había permitido que los labios del de tés morena rozaran con los suyos, y ante el juicio intenso al que aquel de ojos como zafiros se sometía lo peor ni siquiera había sido eso.

El sabía que eso no era lo peor.

- Takemichi tienes que comer algo - la voz de Izana lo sacó de sus pensamientos, el chico de tés morena se había pasado la mañana al pendiente de él, entablando algunas conversaciones ya que parecía ser el único con quien Takemichi aceptaba hablar, podría ser de alguna manera culpable de su miseria actual pero seguía siendo ese refugio que tanto odiaba necesitar.

- no tengo...hambre - hablaba entre sollozos mientras intentaba contener su llanto, no le gustaba llorar, nunca le había gustado pero era una de esas cosas que siempre terminaba haciendo incluso si no quería, al igual que encariñarse con la gente que no debía.

Izana lo miraba con preocupación en sus ojos, sinceramente estaba preocupado por aquel rubio de mirada triste pero un espíritu tan fuerte que incluso estando en lo más bajo no dejaba de pelear por sus objetivos, por salvar a aquellos que amaba con cada fibra de su corazón. Izana pensaba que todas esas personas por las que Takemichi peleaba eran afortunadas de tener a ese héroe cuidando sus espaldas...

Por una vez... quédate!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora