10 Levanta tus platos rotos

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El tik tak del reloj sonaba en la habitación vacía, retumbando en los oídos del rubio que estaba más irritable de lo normal por culpa de cierto líquido que aún recorría su sistema y le provocaba una jaqueca.

Takemichi estaba sentado en la sala de la casa Tachibana, no sabía a ciencia cierta cómo había llegado ahí aún medio drogado y después de haber sido secuestrado pero si sabía que sus pies lo llevaron hasta la casa de su novia con la única intención de hablar finalmente con ella, pero cómo siempre.

Hina solo intentaba evitar lo inevitable.

Llegó de la cocina con un par de tasas de té y unas galletas, miraba de reojo a Takemichi sin atreverse a decir nada, una vez se quedó sin nada que traer a la mesa suspiró con pesar y se sentó en el sillón frente a Takemichi.

lo siento por no haberte podido visitar recientemente...he estado ocupada y mis padres...bla bla bla bla bla — Takemichi solo escuchaba las excusas salir de la boca de Hina de manera incesante, provocando que su ceño se frunciera, estaba enojado.

Había pasado una semana horrible por culpa de la castaña y sus acciones desmedidas, cuyas consecuencias habían caído y afectado únicamente al rubio, él fue quien sufrió el rechazo de Mikey, el que sus amigos lo alejaran, los ataques de pánico que lo hicieron vulnerable a ser secuestrado y que ahora tenía que pensar si lo mejor era entregarse a si mismo para poder salvar a todos los demás, para poder proteger la vida de Mikey, su sonrisa.

Hanagaki se sentía hundido cómo nunca antes y ahora ahí estaba Hina intentando soltar tantas excusas como pudiera para que el de ojos azules no hiciera lo que bien sabía había ido a hacer.

Takemichi quería vomitar.

Hina — cortó su parloteo llamándola, la chica sintió un escalofrío, nunca pensó que vería una mirada tan fría en el rostro del otro, estaba tan acostumbrada a su amabilidad y a su sonrisa que verlo con el ceño fruncido y una mueca en el rostro la hacía sentir culpable.

si?... — sabía lo que se venía, lo había estado evitando y ahora las cosas probablemente terminarían peor de lo que lo hubieran hecho si ella no se hubiera rehusado a escuchar al joven de ojos azules y cabello rizado.

sabes? Todo en mi vida es un asco — soltó mientras frotaba su rostro sin mirar a la persona frente a él, — he tenido la peor semana de toda mi vida y ahora mismo estoy aquí, hablando contigo — soltó una risa sarcástica antes de suspirar.

Take- — Hina intentó decir algo pero rápidamente fue callada — déjame terminar — la castaña guardó silencio.

no he podido hacer ni una maldita cosa bien, sigo arruinando las cosas con las personas que me importan y metiendome en líos con gente que podría matarme si no hago lo que quieren — apretaba los puños con fuerza, — me inyectaron una maldita droga y estuve secuestrado casi tres malditas horas — azotó el puño contra la mesita de la sala haciendo que Hina diera un brinquito en su lugar sorprendida y asustada, de verdad que nunca había escuchado a Takemichi hablar así, se sentía preocupada por él, seguía siendo importante su bienestar para la chica de ojos avellanas pero ahora se sentía cómo la culpable de que aquel amable ser estuviera en su peor momento.

y todo... porque ese día en el parque no pudiste solo ser una buena amiga y escucharme — sentía que las lágrimas comenzaban a brotar por sus lastimados ojos. — tenías que involucrar a Mikey — se puso de pie — ¿!por qué tuviste que involucrar a Mikey?! — se acercó a ella con lágrimas de ira bajando por sus mejillas, la imagen que Hinata tenía frente a ella la hizo temblar y tener deseos de llorar, ella había causado esto, ella y su egoísmo lo habían llevado hasta este punto y ahora no sabía cómo arreglarlo, ¿Si quiera ella podía arreglarlo? Y es que Takemichi realmente no la culpaba, estaba molesto por lo que hizo pero sabía que ella no era la culpable de todas las desgracias de su vida.

Por una vez... quédate!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora