24 La ridícula idea de no volverte a ver (Parte II)

1.4K 129 27
                                    

Cuando Kisaki accionó la pistola todos se quedaron quietos por un momento, la impresión de saber que alguien había sido herido evito que actuaran de inmediato, aunque nadie iba a negar que una sensación de alivio se instaló en el pecho de los miembros de la Tokio Manji al ver que quien había resultado herido no había sido Takemichi.

Si no Izana.

Aunque claro que eran los únicos que se sentían de esa manera, ya que un desesperado Kakucho pasó de ellos corriendo con una gran velocidad hacia el cuerpo de Izana, los pasos apresurados acompañados de lágrimas del par de hermanos Haitani tampoco se hicieron esperar, la lealtad y el compañerismo que sentían por Izana nunca fue débil ni de dudar y es que aunque el líder de Tenjiku haya hecho cosas repudiables, ninguno de ellos tres podía soportar el verlo así, el aceptar que la vida se le estaba escapando entre las manos.

Porque todos ellos tenían la esperanza de en algún momento poder ser felices, de regresar a esos días donde bromeaban mientras Takemichi intentaba que no quemaran la cocina al hacer hot cakes, en esos momentos deseaban que las cosas no se hubieran podrido, aunque había una cuestión genuina, dicen que lo que mal empieza, mal acaba y no podían estar más conscientes de eso como ahora, tal vez nunca tuvieron una esperanza real, tal vez las cosas siempre estuvieron destinadas a acabar de esa manera. Si tan solo se hubieran hecho las cosas diferente o tal vez la verdadera solución era haber nacido en una vida diferente.

A pesar de los llantos y el dolor, no había tiempo que perder y eso lo sabían los capitanes de la Tokio Manji, Draken se apresuró a golpear con fuerza a Hanma, mandándolo al piso para poder inmovilizarlo, no iba a permitir que ayudara a Kisaki a escapar, Mitsuya por su parte logró arrebatarle el arma a Kisaki, aprovechando de que este también había quedado impresionado por el hecho de haber quitado una vida con sus propias manos, no podía evitar pensar en lo impulsivo que fue, tan poco inteligente, su yo normal nunca habría hecho algo tan estúpido, pero el hecho de sentirse amenazado por Takemichi lo hizo perder la calma, nadie le advirtió que ese llorón podría tener una mirada tan amenazante, que lo hiciera tambalear y terminara por destruir aquella pirámide en la que se había convertido su plan.

Lo sabía, sabía que a partir de ahora tendría que arreglárselas para poder librarse de aquella situación, porque ver la mirada llena de odio de Takemichi le hizo saber lo que más se temía, que definitivamente no debió de haber fallado, debió quitarle la vida a Takemichi Hanagaki cuando tuvo la oportunidad.

.

.

.

Cuando Mikey escuchó el disparo sintió una desesperación enorme, la simple idea de que perdería de nuevo a su sol le parecía ridícula, no quería un mundo sin él, no se sentía capaz de lidiar con el hecho de volver a verlo partir. Pero el destino tuvo piedad de él, le permitió arreglar las cosas, arreglar la vida que hasta ahora había sido un completo desastre lleno de injusticias y sufrimiento, porque alguien decidió dar su vida a cambio de la del Hanagaki y la verdad era que Mikey no se sentía culpable de pensar que eso era lo mínimo que podía hacer. Caminó a lado del grupo de adolescentes llorando sobre el cadáver de Izana y por un momento pudo haber jurado que el albino lo había mirado.

— Bien hecho Izana.... —

No iba a fingir que estaba conforme con ver a Takemichi llorar de esa manera por alguien que casi había abusado de él, pero lo entendía, sabía que no se trataría de su Takemichi si no fuera capaz de sentir empatía por la muerte de alguien como él, pues bien sabía que el héroe llorón era alguien extraordinario, capaz de ver la bondad incluso en los monstruos como Izana, o en un monstruo cómo él.

Por una vez... quédate!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora