22 Por favor quédate!

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Todo se mantuvo en silencio un momento, Kisaki no sabía exactamente que decir o hacer, después de todo la persona a la que consideraba débil e inferior a él ahora estaba frente suyo con un arma cargada y una mirada que le decía que era perfectamente capaz de dispararle en cualquier momento si es que se descuidaba aunque fuera un poco.

A decir verdad Takemichi había tocado fondo, por una vez comprendió que no podía depender de nadie, que no podía confiar en arriesgar la vida de sus amigos, sus futuros, él se ofrecería cómo un sacrificio para que todos pudieran tener una vida feliz y normal, para que cada uno de ellos pudiera ver un futuro brillante en vez de una muerte dolorosa, de un futuro desgastante y peligroso, un futuro donde la persona que ama no tenga que matar, no tenga que morir una vez más en sus brazos, uno donde Izana pueda salir de aquella profunda oscuridad en la que se adentró.

El corazón de Takemichi era tan grande cómo si determinación, una fuerza imparable.

Vamos Takemicchi~ no crees que estás exagerando? — Hanma habló relajado, juguetón, pero Kizaki sabía que en su tono de voz había furia y había miedo, Kizaki conocía a Hanma mejor de lo que le gustaba admitir, después de todo los secretos entre ambos los llevaron a depender y tener que confiar en el otro.

Takemichi guardó silencio, parecía estar considerando su vida, sus decisiones, todo lo que había tenido que pasar aquellos meses, aquellos años, cada trauma, cada muerte, cada momento en que se sintió querer morir, aún quería morir...pero si él muere...

¿Quién los salvará a todos?

Eso es lo que lo mantenía en pie, lo que realmente evitó que se rindiera después de que Hina lastimó a Manjiro, lo que lo empujó a hacer lo que creía era lo mejor para sus amigos, lo que lo hizo no quitarse la vida después de que Izana tocará su cuerpo de esa manera, después de que lo lastimara tanto y que aún así no pudiera odiarlo, que no pudiera dejar de verlo como un amigo, cómo alguien que lo escuchó en sus momentos de crisis, que estaba dispuesto a matar a alguien por él, que lo acompañó en esa profundidad cubierta por un filtro rojo.

Era tan bueno...pero esa solo era una parte de la historia, no es así? Solo era lo que Takemichi quería recordar, no quería pensar en los malos tratos, en que básicamente fue secuestrado pro Izana, en que abusó de él, en que lo hizo alejarse de las personas que amaba, del hombre que amaba.

Porque si recordaba eso, toda su decisión reemplazada por llanto, por dolor, por lamentación y quejas que no llegarían a ningún lado.

Porque estaba frente a Kisaki con un arma, frente a la persona que lo lastimó más en el mundo, frente a quien de manera deliberada buscó arruinar su vida y quitarle todo lo que le importaba.

Si, en ese momento no había lugar la el dolor y la melancolía, solo había lugar para la sangre, para la venganza y para unos ojos tan azules cómo el cielo que en ese momento se veían terriblemente opacos.

no vas a decir nada? — la temblorosa voz de Kisaki lo sacó de sus pensamientos, parecía estar temblando pero no quitaba esa molesta sonrisa que hacía a Takemichi enfurecer — a caso te comió la lengua el gato? No creo que siquiera sepas usar eso — Hanma señaló la pistola con incredulidad, Takemichi cargo la recámara y disparó una bala que terminó rozando la cara del autoproclamado rey de la muerte, el chico pareció casi caer al piso, eso lo había sorprendido más de lo que esperaba, por primera vez tenía miedo y no precisamente por su vida.

el error de ambos siempre ha sido subestimarme — Takemichi tenía un tono de voz apagado, furioso, no era el chico lleno de luz y bondad que siempre buscaba ayudar a todos, Kisaki por un momento pensó que la persona frente a él era un desconocido, un hombre al que nunca había visto, un monstruo que él mismo creó. — estoy harto de tener que limpiar una y otra...y otra vez la mierda que haces — caminó hacia ambos, sin dejar de apuntarle a Kisaki a la cabeza, tenía que aprovechar su momento de valentía, de decidió, porque si se echaba para atrás nada cambiaría, nada se arreglaría si seguía siendo un niño llorón.

Por una vez... quédate!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora