Capítulo 6

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Camila.

—Venga Camila, ya puedes salir, el monstruo se fue— el susurro de Camden me despertó y salí rápidamente del armario.

—¿Cam? — susurré observando el cuarto oscuro—. ¿Dónde estás?.

Con pasos inseguros avance hacia fuera de mi lugar seguro hacia su cama, pero estaba vacía.

—Ahí estás pequeña—la voz de mi padre me sorprendió y me volteé.

—¿Papá?— tragué con dificultad—. ¿Dónde está Cam? —pregunté mientras retrocedía con cada paso que mi padre daba hacia mí.

— Él no está ahora mismo acá, pero nosotros dos sí. ¿Quieres venir y darle un beso a papi?.

No vayas, por favor, no vayas.

Con los nervios a flor de piel me acerco a papá, sé que si no voy será peor, Cam siempre lo dijo... y yo no quiero que eso me suceda. Me pongo de puntillas para darle un beso en la mejilla, pero él niega con la cabeza y me pide que le dé otro… en los labios. Justo como había hecho con Camden.

—Eso no está bien — susurré antes de bajar la cabeza con las lágrimas nublándome la visión, pero él me sostuvo de los brazo y dijo que si estaba bien, que los padres lo hacían cuando querían mucho a sus hijos...así que lo hice.

Mamá y Camden habían desparecido y yo estaba sola, asustada y... con él. Así que cuando papá me pidió que lo esperara en la cama mientras él cerraba la puerta del cuarto no tuve más remedio que hacerlo. Al final, solo ha querido a Cam... siempre dijo que no me haría daño, que yo era su pequeña, así que no me lastimará, ¿no?. No me hara daño.

Por favor que no me haga daño.

No, no, no.

—Nos divertiremos mucho pequeña, mucho.

—¡No! — grito y me impulso sentándome en la cama mientras los vestigios del sueño aún son demasiado palpables.

Mi respiración está agitada, los latidos de mi corazón acelerados y un sordo dolor me ha comenzado entre las piernas... en el justo lugar donde él toco después. El sudor corre a mares por mi frente mientras yo intento concentrarme en calmarme

Nos divertiremos pequeña.

—¿Camila? —la voz de mi madre suena preocupada a través de la puerta de mi cuarto, al igual que sus toques—. ¿Camila, estás bien?

— Si—mi voz se escucha tan temblorosa y débil que por un segundo sentí lástima de mí. Me aclaro la garganta antes de volver a hablar, está vez más fuerte—. Estoy bien.

— ¿Segura?— mi madre vuelve a insistir antes de agitar la manija varias veces, sin lograr abrirla—. Puedo entrar si lo necesitas.

Odio tener esos sueños tan vívidos, odio que el recuerdo esté tan fresco en mi memoria, lo odio a él por haberme quebrado y me odio a mi… por no saber cómo superarlo.

Pero... aunque una parte de mi sigue teniendo miedo, a pesar de que su nombre aún me crea pescadillas y me asquea, todavía soy una persona fuerte. Todavía puedo controlarme sola.

Todavía estoy bien sola.

— Estoy bien... no necesito nada.

Pasan unos segundos en silencio en los que mi respiración se regula y mis latidos se hacen más lentos. La pesadilla, o el recuerdo, no es más que un pequeño dolor en la parte posterior de mí cabeza, una cosa sin importancia. Sé que mi madre sigue tras la puerta... como si estuviera asegurándose de que yo realmente estoy bien.

La coleccionista de heridas {EN EDICIÓN}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora