Cuando eres un niño deseas crecer; ser grande y fuerte para ganar dinero y poder comprar lo que quieras; cuando somos niños pensamos que el mundo de los mayores es interesante y misterioso. Pero cuando crecemos, cuando nos volvemos grandes y adultos nos damos cuenta de que este mundo no posee nada de interesante… solo la oscuridad que cuando eramos pequeños, por nuestra luz, éramos incapaces de ver. Pero que ahora, que la vida nos ha incitado a dar un salto de fe que solo terminó en destrucción, somos tan capaces de apreciar.
Lo más interesante es como creamos una burbuja a nuestro alrededor para aislarnos de lo que tanto ,en un momento determinado, ansiabamos ; inventamos un lugar especial en nuestra cabeza donde nos escondemos de todo; y aunque la suerte haya salvado a muchos, aún así, en algun momento, necesitamos alejarnos y protegernos tras un muro que nos aparte por unos míseros segundos de la cruel realidad en la que vivimos; solo nosotros, el silencio y la nada.
¿Por qué lo hacemos?. Simple… al crecer nuestra mente comprende que hay problemas mayores a lo que cuando chicos no veíamos. Nuestro cerebro pierde la inocencia y aprendemos a caminar por nuestros propios pasos en la carretera del Destino, con los pies descalzos y el camino helado.
Algunas veces no queremos alejarnos... sino que necesitamos solamente abrazarnos con fuerza e intentar contener nuestras piezas rotas.
A veces decidimos compartir ese lugar con personas especiales y en momentos especiales; humanos que, como tú, poseen cicatrices similares o problemas parecidos, que también intentan coser sus heridas. Humanos únicos, que merecen conocer un poco más de tus secretos. Un poco más de tus misterios. Un poco más de ti.
Pero ese no es mi caso, porque yo no tengo ningún interés de alguien conozca mis cicatrices. Porque yo no deseo que nadie escuché los secretos que llevo escondidos en la piel. Porque yo no tengo heridas... yo soy la herida.
—Cam, por favor, solo te pido que la veas, solo eso— Carmen, mi madre, me implora porque haga lo que me pide; pero yo sigo dentro de mi mundo, fingiendo que no la escucho, lejos de mis problemas y mi pasado.
No tengo ningún interés en lo que ahora mismo me pueda pedir por qué, sorry mom, pero llegas diez años tarde, ya no queda nada que valga la pena salvar.
Al parecer no capta la indirecta y continúa rogándome a que acuda a la estúpida psicóloga. Como si otra psicóloga pudiera ser capaz de sanar lo que lleva años sangrando… al final, no lo hicieron los otros a los que visité, quienes estudiaron la misma especialidad que está y quienes igualmente "llevaban años de consulta y sanaron un montón de almas", cómo tanto les gusta decir, así que dudo que esta lo pueda lograr.
— Venga hija, es solo una visita, por favor— ruega— , si no lo haces por mi hazlo por…
—Ni se te ocurra mencionar su nombre. —la interrumpo antes de que pueda terminar la frase. Duele mucho recordar su nombre cuando ni siquiera he sido capaz de olvidarlo—. No te mereces ni siquiera pensar en él—Levanto la vista de mi libro y le doy una larga y fría mirada—. Eso es un golpe bajo Carmen, incluso para ti.
Me levanto del sillón antes de que pueda decir otra palabra, recojo mi libro y me marcho hacia mi cuarto. Escucho sus pisadas tras de mí pero la ignoro… como siempre lo hago. Subo las escaleras y justo cuando estoy en el pasillo me detengo en la primera puerta.
Como siempre, se encuentra abierta. Como una invitación mortal a enterrarme el puñal yo misma. Una invitación que siempre acepto... porque es mi pausa, al igual que es mi destrucción.
Así que con el corazón latiendo a toda prisa y obviando los ruegos lastimeros de mi mente de que me marche, entro en la habitación y le doy una ojeada: La pequeña cama se encuentra situada justo al lado de la ventana, los estantes de juguetes están casi vacíos ya que los pequeños carritos y aviones se encuentran desperdigados por todo el suelo. El pequeño buró está con varios libros apiñados uno sobre otros, llenos de polvo y telarañas. Sobre la silla descansa una chaqueta con las iniciales C&C bordadas en dorado.
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La coleccionista de heridas {EN EDICIÓN}
RandomHay cosas peores que la muerte... la vida, por ejemplo. ¿Y si la verdadera belleza estuviera escondida en los desastres?. ¿Y si las peores personas se escudaran tras preciosas sonrisas?. ¿Y si los héroes se cortaran y los villanos callaran?. ¿Y si l...