Capítulo 7

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Día dos:

Odio las pesadillas. Odio absolutamente todo sobre ellas... el que sean tan vívidas, tan sofocantes, tan hirientes.

Aunque más que pesadillas, más que malos sueños...son recuerdos. Terribles recuerdos que había enterrado en lo profundo de mi interior y que, cada cierto tiempo, asoman su horrible cabeza y me recuerdan que estan ahí... que todo ocurrió y cuánto dolió.

Cómo si yo fuera capaz de olvidar ese dato en algún momento. Si alguien me hubiera dado la fórmula para eliminar todo mi pasado de mí cabeza, hubiera vendido hasta mi alma si era necesario.

Pero no existe dicha fórmula... no existe un método para borrar mis recuerdos. El daño se hizo... y la herida jamás cerró. Y justo ahora; justo ahora tengo tantos sentimientos agrupados en un solo y pequeño lugar; queriendo hablar al unísono sobre cómo son, cómo se sienten, con cuál trozo de mi memoria cargan y con con cuál se desean quejar, que me tienen atormentada. La imagen de anoche no se borra... cierro los ojos y la veo con tanta claridad que me asusta.

Siempre creí que alguien se apiadaria en el Universo de mis gritos y mis imploros, fueron tantos años pidiendo en silencio y a base de lágrimas que realmente esperé que alguien... quien fuera, volteara su vista hacia mí y me ayudara. Que, por misericordia, me quitara el poder de recordar; no me importa si era por la muerte, perdida de la memoria o por cualquier otra cosa... pero que me sacarán del sufrimiento de cada año.

Que me quitarán de la cabeza la silueta de su cuerpo, el pesado retumbo de sus pasos cuando iba a mí habitación, el sonido de su cinturón cuando caía en el piso, los latidos dolidos de mi corazón y el terror palpable que tenía cada noche. El anhelo tan profundo de salirme de mí propio cuerpo que tenía... qué aún tengo.

Imploré porque se llevarán lejos la sensación tan asquerosa que sus enormes y toscas manos dejaron en la piel de mis muslos, cada vez que intentaba separarlos. Qué borraría cuan terrible se sentía su peso sobre mi, cuántas lágrimas derramé mientras mi inocencia se me era arrancada. Qué desaparecerían todo lo que tiene que ver con su boca y todos los sonidos que emitía a costa de algo que yo jamás permití, que nunca quise.

¿Es que acaso yo no tenía derecho a ser una niña normal?.

¿Es que algo en el universo tiró un dado de la miseria y dio desgraciadamente en mi nombre?.

¿Es que mi destino fue desde el principio tan terrible?.

¿Dónde quedó la misericordia para las almas en pena?. ¿Dónde está la piedad?. ¿Cuánto más tendré que seguir sufriendo por cosas que pasaron ya?.

¿Cuanto más seguirá doliendo?.

Hubiera... no... doy lo que sea por olvidar todo cuanto a él se refiere.

¿Dónde estaban los ángeles de los que hablaba la vecina?. Esos que cuidaban a los niños. ¿En qué parte del universo estuvieron los míos mientras gritaba que No?. ¿En qué cafetería tomaban su café cuando yo me hería para poder pensar en otra cosa que no fuera en lo mucho que dolía cada noche?. ¿En qué estado, en qué país, en quien gastaron su protección que me dejaron a la deriva en la peor versión del mundo?.

Porque aún recuerdo a la perfección.

Aún soy capaz de ver con claridad su desagradable rostro. Delimitar cada una de sus facciones a la perfección. Puedo ver sus ojos en la oscuridad; la tonalidad exacta de sus iris, el dorado que rodeaba sus pupilas y el verde vivo de su mirada.

Todavía, luego de tantos años, puedo aún escuchar su voz... llamándome, gritandome. Siendo tan hipócritamente bueno y agradable con las demás personas pero tan hijo de puta conmigo.

Recuerdo absolutamente todo de él... cada sonrisa que daba, cada demora que tenía cuando yo decía que no. Cómo de bien le sentó que yo me resignara a que me hiriera de la manera que lo hacía porque hacía demasiado tiempo que había entendido que los lazos de la suerte no se ataban a mí persona.

Y eso... eso es una mierda

¿Se supone que eso es lo que me tocaba por la vida?.

Es tan, tan, pero tan jodido. Y duele... malditamente me duele, porque nadie merece ser violado. Nadie merece eso.

Y aún menos los niños.

Es una cagada... una absoluta cagada tener que vivir cargando ese peso sobre los hombros.

Maldita suerte, maldita vida... maldito destino.



Pdta:

Son las 11:00 pm. La mano derecha me duele un montón, creo que la tengo rota, está inflamada y apenas y puedo mover los dedos sin llorar... pero, si eso evita que me toquen sin permiso otra vez, benditas sean las fracturas.

Son las once, de la noche, y estoy sola y herida en mi casa. Y me he dado cuenta de que la sociedad es una mierda y algunos hombres también lo son. Todas esas personas que se creen con derecho sobre otras solo por ser más fuertes, más grandes, más vigorosas. Se piensan que tiene razón sobre lo que hacen y los demás lo aplauden... pero, en medio de todo, aprendí a sobrevivir; desde niña estoy sobreviviendo... aunque tenga que dormirme llorando.

Aunque tenga que correr aún sin poder.

Aunque tenga una posible fractura y el miedo de me hayan perseguido me corra por las venas.

Aunque aún despierte en un charco de sudor y no pueda dormir.

Sobrevivi.

Porque nadie volverá a abusar de mi mientras esté consciente. Nadie volverá a ponerme un dedo encima al menos mientras respire.

Primero muerta, antes que nuevamente violada.

No me pasará de nuevo,

Camila.

La coleccionista de heridas {EN EDICIÓN}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora