Capítulo 16 «Día del Accidente»

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Carmen

Oscuridad.

Eso es todo lo que noto, una espesa oscuridad y un ruido lejano que cada vez se acerca más y más.

No sé dónde estoy.

No se que paso.

No sé quién soy.

Solo sé que todo duele y que estoy cansada…muy cansada.

Y entonces… me dejo engullir por la oscuridad.


Todo está pesado… todo se siente pesado.

Ya no hay más oscuridad, sino una luz que intenta penetrar a través de uno de mis parpados porque el otro está a oscuras. El ruido ya no es más un sonido lejano sino un leve pitido.

Pip, Pip, Pip…

Intento abrir mis ojos pero no puedo… están pegados.

Los brazos y piernas tampoco me obedecen… todo me duele demasiado y el dolor sordo en mi costado se acentúa cada vez que me intento mover. No puedo abrir la boca  y cuando intento rotar la cabeza se mantiene inmóvil. Estoy atrapada en mi propio cuerpo, desesperada y sola.

Todavía no sé dónde estoy pero algo está claro… estoy sola.



Despierto luego de escuchar unas voces a lo lejos… el sonido penetra en mis oídos en forma de aturdimiento y me cuesta unos segundos el poder recuperar la audición.

—La recuperación de la Señora García está yendo fenomenal Señor. No debe de preocuparse

—¿Por qué no ha despertado todavía? —Esa voz… esa voz yo la reconozco.

Se escucha un suspiro.

—Su esposa sufrió serias lesiones internas además de una conmoción cerebral, su cuerpo se está sanando… cada organismo es diferente y cada uno posee su tiempo. El accidente no solo le causo danos psicológicos, sino también mentales. Cuando esté en condiciones despertara…no se debe preocupar.

¿Hubo un accidente?

Pasan unos segundos antes de que sienta el calor de una mano sobre la mía.

—Vuelve nena… antes de que haga una locura mayor a la que ya estoy haciendo.

Y como si mi tiempo se agotara… todo se torna Negro.


Una luz demasiado intensa se filtra a través de mis pestañas disipando la oscuridad. Con algo de esfuerzo logro abrir mis ojos y a pesar de que me cuesta algo enfocar la visión, lo logro. Lo primero que noto es el color blanco de las paredes y la colcha verde que me arropa las piernas hasta la cintura.

Me cuesta adaptarme al ambiente y ubicarme… pero una vez observo a la máquina que está a mi lado y todos los cables que llevo puestos me doy cuenta de que estoy en un hospital.

Intento recordar cómo fue que termine aquí, pero todo en mi mente está confuso y borroso. El Dolor en mi costado y el de cabeza son bastante fuertes como para no permitirme razonar. A pesar de la pesadez en mis extremidades logro levantar unos de mis brazos y tocar mi cara, me siento hinchada y tengo algo roñoso en la frente, como si fuera una venda. Todo lo que me toco duele… intento levantarme pero no puedo, a pesar de usar todas mis fuerzas en ello.

—¿Señora García?  —la voz de una mujer interrumpe mi proceso de levantamiento— No se mueva me escucha.

Con rapidez llegó hasta mi lado una chica menuda vestida de blanco quien asumo que es mi enfermera a cargo.

La coleccionista de heridas {EN EDICIÓN}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora