Capítulo 11 «Parte 2»

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Carmen

Abro la boca para responder pero el sonido del temporizador me interrumpe, así que me volteo y sacó la pizza para llevarla hasta la mesa pero antes de que salga por la puerta, Julio me bloquea el paso.

—¿Qué demonios esta pasando? ¿Por qué hablas asi? Dime Carmen.

Es tu hijo… es tu bebé, ¿Cómo Julio? ¿Cómo pudiste?.

—Luego— respondo seria. Por unos segundos nos miramos… él pidiendo respuestas y yo llena de preguntas antes de que se aparte y me deje pasar.

La cena transcurre en un perpetuo silencio. Todos comemos con nuestra cabeza gacha y perdidos en nuestras propios mundos… tantas cosas ocultas, tantas heridas abiertas, tan poca luz y respuestas que solamente puedo llenar el espacio con una sola pregunta: ¿Cómo caímos en esto?

Levanto la cabeza y miro al hombre que hace cuatro años me propuso matrimonio y recuerdo con tristeza cuando nos conocimos.

Estaba trabajando ese día en el turno que le tocaba a mi hermana, me había pedido de favor que la cubriera el día de hoy y no me había podido negar debido a que me había ofrecido a cambio del favor que haría cinco de mis turnos nocturnos y que además me compraría el libro que yo quisiera así que acepté.

Eran las once de la mañana, la lluvia no ayudaba mucho al servicio debido a que por el frío clima el piso estaba un poco mojado, pero eso no impidió que todas nuestras mesas se abarrotaran de personas.

Los pedidos volaban, más personas se resguardaban de la tormenta en nuestro pequeño lugar y casi no dábamos abasto. Las docenas de voces en el restaurante rebotaban en la ventana y venían directamente hacia el lugar donde yo estaba preparando uno de los Té Helados cortesía de la Casa para los nuevos comensales cuando de repente entro él.

Metro Noventa de pura sensualidad; jamás había visto a un chico tan apuesto como él y eso que en mis diecisiete años había visto chicos muy lindos, al igual que me los había imaginado, pero nadie como él… el subía el listón de mi Lista de Chicos hermosos.

—Otro más que llega solo para cubrirse de la lluvia—deduje al ver su chaqueta mojada y como las gotas caían de su cabello, el cual era lo suficientemente largo como para cubrir sus ojos. El chico miro para todos lados algo desorientado mientras yo me concentraba en el movimiento de su cuello y lo bien que se veian las…

—Pss, oye —susurro mi padre captando mi atención— Te aconsejo que te limpies y despiertes a Cynthia antes de que la baba le gotee a ambas— me señalo con la espátula grasienta antes de levantar una de sus espesas cejas— Hay suficiente trabajo acá como para que estén suspirando, ¡A trabajar!

Con rapidez topé el hombro se Cyn, quien era la hermana del medio y por supuesto que otra de las camareras y le extendí los vasos llenos de té.

—Hey —exclamo enfadada— Estaba ocupada.

—Sí, babeando por el nuevo —respondí antes de señalar disimuladamente hacia la compuerta que nos separaba de papá— Nos están vigilando así que mientras más rápido terminemos más rápido podremos verlo así que apúrate.

Mientras que Cynthia entregaba los pedidos  yo me dedique a observar al chico que había entrado y en menos de cinco minutos aprendi tres cosas de el:

Tenía ojos verdes… ¡Ojos verdes!

Era muy Guapo

Le gustan las pechugonas.

¿Cómo lo sé? Porque mi hermana acaba de llegar hasta él y ha puesto su sonrisa cortesía de ella, ademas de que para sellar el Kit marca Cynthia, se ha inclinado un poco dejándole entrever los pechos tan magníficos que tiene y el, por supuesto, esta mirándolos muy interesado.

La coleccionista de heridas {EN EDICIÓN}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora