Capítulo 12

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Camila

Hace una semana que me fui.

Hace una semana que abandoné la casa y me llevé todo lo que necesitaba: Mis libros, mi música y mis recuerdos.

Hace simplemente una semana que llegué a una casa con las mejores personas que en mi vida he conocido, quiénes curaron mis heridas físicas y hasta ahora en ningún momemnto me han juzgado por lo que hago… Con quienes puedo ser solamente Camila.

He estado pasando todo el rato con mis amigos y en las noches apenas y me han dado tiempo para respirar porque me llevan de una fiesta a otra; de borrachera en borrachera. Ellos beben para disfrutar, yo para olvidar.

Pero Hoy… hoy es diferente.

El día fue una mierda total y dejé de ser yo para convertirme en el fantasma en el que me convierto cada año. Hoy no soy más que la triste sombra de lo que solía ser hace diez años. Toda la mañana me la pasé en la cama gritando de dolor; porque en un día como este… mi dolor se hace palpable y se ubica aquí, en el centro de mi pecho.. en mi viejo y cansado corazón.

A pesar de que trataron de consolarme nadie pudo lograrlo, porque a menos que se llamaran Camden y volvieran a la vida… no lo lograrían.

Yo solo quería acostarme en su tumba y dormir, pero no pude, porque sabía que ellos irían, porque sabía que esperaban que yo fuera… porque sabía que me querían ver. Aunque ya no quedé nada más que ver.

Pero la noche ha sido peor, ahora mismo me encuentro en la bañera del sucio baño de la casa, con la ropa puesta mientras sostengo mi cuchilla con una mano y un cigarrillo en la otra. Mis sollozos han cesado y solo queda el dolor sordo. Llevo la punta filosa a mi antebrazo; hago cortes grandes y repetitivos. No me importa si son demasiado profundos o si me quitan la vida, solo quiero dejar de sufrir.

El agua se une con la sangre que corre de mis brazos manchando la tina y se torna rojo oscuro en cuestion de segundos, mi ropa se estropeara pero no me importa.

Nada importa hoy.

—¿Cam? ¿Nena? — La voz de Jess llega a mis oídos, pero no respondo— ¿Estás ahí?

El Silencio es mi única respuesta mientras termino el trabajo. Me sumerjo en la bañera y dejo que el agua me cubra hasta el cuello, cambio el cigarro de mano y sumerjo el brazo recién herido en el agua, dejando que esta absorba la sangre. Escucho pasos alejarse y suspiro.

Pero la tranquilidad no me dura mucho porque a los cinco minutos Carlos entra con una botella de Vodka y vendas. Supongo que Jess le aviso.

Cuando levanta la mirada y observa la deplorable condicion en la que me encuentro me da una mirada acusatoria.

—Sin juzgar Carlos.

—¿Es hoy? —Asiento—Lo siento mucha nena.

Con largos pasos llega a mí y se sienta en el suelo.

—Damelo —pide y yo saco el brazo herido y se lo extiendo. Luego con cuidado el venda mis heridas.

Doy otra calada mientras lo veo abrir la botella y dar un trago para luego extenderla hacia mí.

—Gracias— murmuro cambiandola por el cigarrillo a medio fumar. Él se lo termina de una inhalación y yo me doy un buen trago de la botella. El alcohol quema bajando por mi garganta pero estoy tan acostumbrada a su sabor que apenas y hago una mueca.

—¿Por qué duele tanto? — lanzo la pregunta mientras le devuelvo la botella—¿Por qué no puedo olvidarlo todo de una buena vez? ¿Por qué cada año es peor?

La coleccionista de heridas {EN EDICIÓN}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora