La Chica de los Ojos Sin Miedo || BUCKYNAT.

6. ¿Esta es mi vida?

Disclaimer: Los Vengadores no me pertenecen, son de Disney y de Marvel. Solamente la historia y los personajes que no reconozcan son míos. 

NOTA: Negritas es ruso. 

Natasha y James consiguieron salir de la sala médica una vez que se sintieron más relajados. Descubrieron, con frustración, que ninguno de sus compañeros había logrado conseguir nada más de Alexei. El hombre había sido revisado y adecuadamente curado, pero estaba de espaldas en su celda, negándose a decirle algo a sus nuevos captores.

—Solamente voy a hablar con Nastya—fue lo único que dijo antes de recostarse en la cama.

Los Vengadores se vieron, sin saber que hacer.

—Podemos preguntarle a Annie que es lo que quiere hacer—propuso Clint.

—¡De ninguna manera volverá a acercarse a él!—anunció James.

—Colega, creo que no están en condiciones de decirle nada—casperreó el arquero, sabía que sus siguientes palabras podrían causarle una bala en la cabeza pero tenía que decirlas—Con lo que le dijo Tasha, no me extrañaría que Anastasya no confiara nada en ustedes, yo no lo haría...

La Viuda Negra consideró seriamente las palabras de su mejor amigo, mientas el resto de los Vengadores observaba expectante. Por inercia, todos giraban a ver a que era lo que haría Natasha contra Ojo de Halcón, incluso el Soldado del Invierno sostuvo la muñeca de la espía, con un poco más de fuerza, pero ella solamente suspiró.

—Tienes razón, Clint...—dijo Natasha con voz temblorosa—Voy a ir a buscarla, tal vez pueda conversar conmigo, pero le propondré hablar con Alexei.

La espía se adelantó caminando hasta las habitaciones que ahora ocupaba su hija, con el sargento Barnes siguiéndole los talones. Tocó varias veces a la puerta, pero nadie le respondió.

—No sé porque esperaba otra cosa—musitó en ruso.

—F.R.I.D.A.Y.—habló el sargento Barnes—¿Puedes pedirle a Anastasya que abra la puerta?—ante la confusión de Natasha, solamente se encogió de hombros—Tal vez se quedó dormida, es casi la media noche.

Asintió con la cabeza, pero se quedó en silencio junto a él hasta que la voz de la inteligencia artificial habló.

—Lo lamento Sargento Barnes, pero la señorita Barnes no está en condiciones de abrir la puerta.

Los padres se vieron alarmados, llenos de interrogantes, pensando que alguien había atacado a su hija. .

—¡ABRE LA PUERTA, F.R.I.D.A.Y!—ordenó Natasha.

—Como ordene, Agente Romanoff.

Natasha no perdió el tiempo para cruzar la habitación, en cuanto se abrieron las puertas, pero no había rastro de Anastasya. A pesar de que la joven no se iría sin que F.R.I.D.A.Y. les informará acerca de ello, no podía evitar sentir esa presión en el corazón que precedía al pánico y la paralizaba.

—¡NATALIA! ¡TIENES QUE AYUDARME! ¡ANASTASYA SE MUERE!

Natasha jamás olvidaría esas paalabras, dichas por su esposo veinte años antes, cuando tuvieron que llevar a su hija ante la KGB porque no respiraba. James Buchanan Barnes había sido el primero en avanzar, hasta encontrarse con las puertas abiertas del baño. La visión frente a él lo perseguía tanto como la imagen de su hija dejando de respirar. Anastasya estaba tirada de bruces en el suelo, con un enorme agujero maltrecho en la nuca, la sangre manando mientras formaba un pequeño charco que se extendía más y más.