Tres días habían pasado desde la última vez que vi a Derek. Estaba triste por no haber sido yo quien estuviera a su lado para poder sanar sus heridas y algo emocionado porque al menos él podría ser feliz junto al primer y único amor de su vida.
Tres días en los que no había visto a nadie de la manada, tan solo necesitaba paz y poder entender que todo va estar bien para fingir estarlo, aun cuando me encuentro roto.
En la mañana me desperté con algo de dolor estomacal por lo que decidí comer “algo sano”, casi igual a las comidas que le preparaba a papá, y mientras zarandeaba mi cuerpo al ritmo de “all about that bass” sentí que mi teléfono empezó a vibrar en mi pantalón.
- ¿Papá?, pregunté algo confundido.
- Stiles, hijo. Te llamaba para decirte que el inconveniente con el pueblo vecino va a durar más de lo establecido, tal vez hasta el viernes, por lo que quiero que pases donde Scott y que Mellisa te cuide.
- Tranquilo, papá. Sé cómo cuidar de mí mismo.
- Stiles, por favor.
- Está bien papá iré donde Scott hasta que tú llegues.
- Gracias pequeño.
- Te quiero, fue lo último que dije antes de colgar.
Una vez que terminé de desayunar, limpié un poco la casa y mi habitación para salir a la escuela, aunque iba dos horas atrasado.
- ¡Dios, por qué eres injusto!, me salto dos horas de clases y ahora me toca tener a primera hora con el entrenador.
- Stilinski va a entrar o se va a quedar ahí parado.
- Si, si, fue lo que dije antes de comenzar a moverme y sentarme al lado de Scott, como era de costumbre.
- Stilinski, fue lo que me dijo el entrenador Finstock antes de colocarse enfrente de mí.
- Si profesor.
- El próximo viernes se dará una convección sobre el autoestima y las relaciones interpersonales, y usted como es un experto en el tema será el encargado de abrir la convección con un tema referente a los sentimientos.
- ¿Qué?, fue lo que dije a manera de grito, pero rápidamente me calle por la mirada que me daba Finstock
- Tranquilo Stilinski, usted nunca se calla así que no será problema alguno.
- Bueno chicos las clases han terminado, así que salgan.
- Tranquilo hermano, si quieres puedes decir el poema que le dedicaste aquella vez a Lydia, fue lo que dijo Scott, algo serio.
- Scotty estas bien.
- Si ¿Por qué?
- No sé, creo que hoy has pasado el límite de la estupidez, fue lo que dije antes de empezar a reírme. A cambió recibí un pequeño golpe en mi cabeza que me hiso reír aún más.
- Stiles esta tarde tenemos entrenamiento con la manada. ¿Estarás ahí verdad hermano?, fue lo que me dijo Scotty antes de montarse a su moto con Kira.
- Si claro, como perderme el espectáculo de siempre. Además necesito comprobar algo que he estado investigando.
La tarde había llegado y ahí me encontraba sentado junto a las escaleras de la mansión destruida de los Hale. Paige y Lydia estaban conversando de cosas que no lograba entender, y aunque Lydia no mostraba interés por el tema Paige insistía en el mismo.