Horas más tarde, Victoriano se levantó y bajó a desayunar. Preguntó por Inés, pero le dijeron que todavía no había bajado. Al terminar su desayuno, se fue a su habitación a cambiarse y mientras se vestía alguien llegó.
-¿Ya te vas? - preguntó entrando a la habitación
-Buenos días señora Santos - se acercó a ella y le dio un beso
-Buenos días señor Santos - sonrieron
-¿Cómo has dormido?
-Bien, bueno algo incomoda por llevar el mono puesto, pero bien. ¿Tú? - se abrazó a él
-Bien, aunque te extrañé un poco - le besó la frente
-Yo también. ¿Ya has desayunado?
-Sí, cuando he bajado he preguntado por ti pero me han dicho que todavía no habías bajado. Y supuse que seguías dormida. Por una parte quería despertarte para decirte que me iba y que me dieras mi beso pero por otra parte no lo quería hacer porque quería que descansaras - le dio un beso - ¿me acompañas abajo?
-Claro
Bajaron abajo y Victoriano entró al despacho a por su maletín.
-¿Las niñas hoy tienen colegio, no?
-Si, ahora iré a prepararles el desayuno, ya es hora de despertarse, sino se les hará tarde.
-Lo tienes todo controlado morenita - se rio - bueno yo ya me voy, cualquier cosa me llamas por favor
-Claro que sí - se besaron - Victoriano ... vas ... a ... llegar ... tarde ... - dijo Inés entre besos
-Puedo llegar todo lo tarde que quiera morenita, soy el jefe
-Si lo sé. Pero el jefe tiene que llegar temprano a su empresa, porque seguro que hay muchas cosas por hacer.
-En eso tienes razón nos vemos al mediodía. Te amo - la volvió a besar
-Yo también
Victoriano se fue e Inés subió a su habitación a cambiarse. Después fue a la habitación de las niñas, las despertó y mientras ellas se terminan de arreglar, ella preparaba el desayuno. Desayunaron las tres e Inés acompañó a las niñas al colegio, así aprovechaba e iba al mercado a comprar algunas cosas.
Algunas horas más tarde, Inés llegaba a la hacienda con algunas flores y comida. Los muchachos la ayudaron a bajarlo todo. Jacinta y Candela le preguntaron que iban hacer para comer, pero ella les dijo que no comerían en casa. Se hizo hora de recoger a las niñas e Inés fue por ellas.
-¡Abuelita! - gritó Sabi al ver a Inés delante de la puerta de su colegio
-¿Cómo estás mi vida? ¿Qué tal el colegio?
-Muy bien, hoy me han dado la nota de matemáticas
-¿Y?
-Un 10 abuelita
-Enhorabuena mi vida - la abrazó y llegó Marijo
-Hola abuela
-Hola, mi niña - la abrazó
-¿Vamos ya a comer? Estoy muriendo de hambre
-Si ahora vamos. Pero primero vamos a por el abuelo
-¿A la procesadora?
-Si, niñas, vamos a secuestrar al abuelo un rato - llegaron a la procesadora, aparcaron el coche y bajaron las tres. Entraron y vieron a Elvia
-Señora Santos que gusto volver a verla, ¿la puedo ayudar en algo?