Capítulo 17:

53 7 0
                                    

----X---NARRA MATI----X---

Son como... las siete? Como sea, es temprano. Nos vinimos directo para lo de Marian. Hago que me pasen las llaves, y abro yo, porque ni Martín ni Mariano están en condición de hacerlo. Cuando entramos, vemos mochilas en el hall,y (en pedo o no) no entendemos nada. En el living vemos que hay por lo menos cinco chicas durmiendo sobre el piso. Siento que las vi en algún lado, pero no, no las conozco. Una tiene puesta a modo de camisón una remera de Freak Out. Estas son fans.

Martin no se puede mantener parado, pero mira a una de las chicas, y cualquiera entiende.

-Es una nena -le digo, y se sobresalta- bajá un cambio.

-Ehhh -aprenas puede mantener el hilo de la conversación.

-Podrían callarse un poco, que hay gente durmiendo? -dice Sophia, desde la escalera; apareció de la nada.

-Y si nos explicás que es todo esto? -pregunta Marian, con un tono que delata lo borracho que está.

-No pienso explicarte nada en ese estado -le reclama Soph- Por qué gritan tanto? No ven que tienen chicas durmiendo acá?

-Alguien ya notó eso... -digo, mirando a Martín- ya miró bastante...

-Ni se te ocurra.

-Meh

Va a ser un dia MUY largo...



---X---NARRAS VOS---X---

Están totalmente ebrios. Mientras ellos gritan, yo me froto los ojos e intento terminar de despabilarme. Una de las chicas se mueve, y a los pocos segundos abre los ojos. Entiende todavía menos que los chicos.

-Juli, todavía es muy temprano- le aviso- podés seguir durmiendo si quieres.

-Me encanta cuando usás palabras neutras -dice Mariano, en un estado deplorable.

-Y a mi me encanta cuando estas sobrio - le respondo, y vuelvo a dirigir la mirada hacia Julieta.

-Ya está -dice ella- ya me desperté.

-Si quieres cambiarte deje tu mochila en el hall.

Ella asiente, bosteza, y luego de desperezarse, se levanta en busca de sus cosas, y luego de agarrarlas, se dirige al baño. Martín se queda mirando, y le doy un codazo; se cae.

-Ustedes necesitan desesperadamente una ducha- les digo a los chicos, mientras prendo la cafetera.

-Yo primero -dice Martín, encaminándose tras julieta.

-No tan rápido - lo agarro de la remera, frenándolo.

Para las tres de la tarde, ya pasaron a buscar a todas las amigas de Micol. Acá nadie tiene el mejor de los humores, así que nos dispersamos. Yo estoy cansada, y hasta algo agobiada, así que me voy a dormir.

Cuando me desierto ya es la mañana siguiente. No puedo creer que haya dormido tanto. Mariano está durmiendo a mi lado. Accidentalmente lo despierto, y empezamos nuestro día. Miro la pantalla de mi teléfono, para ver la hora. Son las 9:15, del diecinueve de mayo...

-¡Es hoy! -exclamo inmediatamente, pegando un salto- No puedo creer que por poco olvido que hoy es la primera eco

- ¿Hoy? - pregunta Mariano, con un tono de preocupación.

-Sí, hoy

-¿Hoy es diecinueve?

-Sí -respondo, casi fastidiada- ¿pasa algo?

-Hoy tengo que ir a hablar con los de la fest que te conté -explica- pero te prometo que llego.

Y claramente no llegó.

Estoy ya en la sala de espera, y no falta mucho para mi turno. No quiero entrar sola, así que agarro el celular y marco el numero de la persona con la que siempre puedo contar, sin importar qué.

Al rato, Martín aparece en la sala, e inmediatamente se me acerca y me abraza. Sale una doctora de uno de los consultorios, y dice mi nombre. Colmada de nervios, me levanto. Martín me ofrece su mano, y yo la aprieto con fuerza. Respiro profundamente, y nos adentramos en el consultorio.

La mujer que me atiende no excede los cuarenta años, y algo en su imagen me tranquiliza un poco.

-Bueno mami -dice la doctora- te voy a pedir que te recuestes acá...

estoy tan terviosa que tardo siglos en hacerlo.

-¿Él es el papá?

-El tío -responde Martín.

La octora me pone un gel en el abdomen, y al pasar una especie de máquina sobre éste, empieza a teclear en su computadora.

-¿Todo está bien? -pregunto, colmada de nervios.

-Si, quedate tranquila, mami.

No se ni por qué me habla así. Martín sigue sin soltar mi mano.

Aparece una imagen en la pantalla, y se escuchan los golpecitos rítmicos. Mis ojos se llenan de lágrimas.

-¿Ese... ese es mi bebé? -pregunto, y la mujer afirma- es tan pequeño...

-¿Esos son sus latidos? -pregunta Martín, tan incrédulo y fascinado como yo.

La doctora asiente.

-Tiene mejor ritmo que el tío -bromeo, y el suelta una risita.

-Esperen -exclama Martín, para dirigirse a la doctora, mientras saca su teléfono- ¿Se puede subir el volumen?

-Claro -responde ella.

-¿Qué haces?

-Llamo a Mariano -me explica- tiene que escuchar esto.

Entonces marca su número y después de unos segundos, Mariano atiende.

-Boludo, tenés que escuchar esto -dice Martín, acercando su celular al equipo.

Gracias a Dios, todo parece estar bien. La doctora nos despide y nos informa que tengo que volver dentro de un mes y medio o dos, para saber el sexo del bebé.

Ojalá mariano pueda estar...

Martín me lleva a casa de mis tíos, donde todos esperan ansiosos para saber cómo me fue.

Sophia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora