◇ Oh My God - Lisrene ◇

XIV

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— ¿Qué ocurrió? — Preguntó Lalisa, quien había estado más confundida al ver como JooHyun cargaba una amplia sonrisa en su rostro.

—Son SeungWan me sorprende cada día más. — Rió. —Por alguna razón alguien le dijo que me había postulado para ser presidenta en la empresa y ella tan buena que es, se ofreció a ayudarme.

Estaba mucho más confundida.

Y eso no le gustaba.

—Ajá...

—Esto parece una broma...

— No pretenderás aceptarla, ¿verdad?

—Lo pensaré.

— ¿Qué? — Miró con impresión a la pelinegra. — ¿Por qué lo pensarás? JooHyun, ¿qué carajo?

—No te preocupes por mi... — Volteó a verla y apoyó una mano sobre la mejilla de la tailandesa. —Me habrá hecho daño, pero la conozco mejor que a nadie.

Lalisa no respondió y en ese instante, sentía que estaba fuera de lugar.

Sabía que una JooHyun seria y reservada no era lo mejor que había, sin embargo, aquella sonrisa y extraño comportamiento la estaba alterando con creces.

Y lo que sea que estuviese pasando, no estaba bien.

Finalmente, la menor mantuvo el silencio y comenzó a dirigirse al edificio en el que trabajaban.

A ese punto, le hubiese encantado que la noche anterior no hubiera acabado. Era una realidad perfecta en un tiempo tan efímero que ahora sentía que no lo disfrutó como debía.

Estaba preocupada de lo que pudiese pasar.

Y no se quedaría de brazos cruzados.

— ¿Esta tarde podrías llevarme donde Jen? Me gustaría hablar con ella.

—Eh... Claro, sólo debo avisarle, ha estado abarrotada de trabajo y apenas puede tener un poco de vida social. — Escuchó como la pelinegra soltaba una pequeña risa. — ¿Qué sucede?

—Parece que estamos igual... Cuando sepas algo, puedes ir a la oficina, estaré esperando.

Lalisa asiente y vuelve a quedarse en silencio.

Sentía que se ahogaba.

Mientras tanto, JooHyun estaba igual de confundida por lo que había escuchado con anterioridad.

¿Por qué volver aquí con la única razón de ayudarla a lograr algo que iba en contra de ella?

¿Cree que es tan estúpida cómo para no darse cuenta de la realidad?

La rabia crecía a medida que pensaba en esas palabras, porque ya no permitiría que la tratasen como si fuese una niña, como si sus inseguridades estuviesen ahí para hacerle sentir incapaz y tuviese que correr en busca de refugio.

Ella no necesitaba a nadie.

Y lo iba a demostrar de alguna forma.

Miró nuevamente a Lalisa.

Sólo habían dos opciones.

Perderla o tenerla cerca.

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Una vez llegaron, sus caminos se separaron.

Habían mantenido el silencio por el resto del camino y JooHyun estaba agradecida por ello.