XXI

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— ¿SeulGi?

— ¿JooHyun?

— ¿Puedes ir a casa esta noche? Yer no irá hoy, estará con Jen, de igual forma, es necesario.

— ¿Si me hablas así debo preocuparme? — La mayor soltó un suspiro.

—No, pero te agradecería que vinieras, creo que ahora más que nunca necesito tu apoyo... — Las últimas palabras las dijo en un susurro. —No me siento... — Se mantuvo en silencio unos segundos. —Ya no sé qué hacer, yo... Sólo necesito de una mente clara.

—Estaré en unos minutos allí, llevaré algo para pasar la noche y no es pregunta, además, ¿JiSoo puede ir? Bueno... No sé si la escuchas pero dice que no hace falta ser invitada.

JooHyun solo soltó una pequeña risa.

—Otra mente que esté más estable que la mía es bienvenida.

— Ahí nos veremos, Baechu. — Escuchó decir a JiSoo y una vez lo dijo, trancó.

Dejó el teléfono en la pequeña mesa de noche que estaba al lado de su cama y salió de la habitación para bajar al segundo piso. Una vez llegó al final de las escaleras, paró de caminar.

¿Por qué vine aquí?

Su cabeza estaba tan llena de cosas que a veces no procesaba lo que hacía, ni siquiera por qué tomó la decisión de bajar.

Finalmente, entre su extrañeza, decidió sentarse en el sofá, subiendo completamente en este, abrazando sus rodillas y apoyando su barbilla.

Tenía muchos sentimientos a flor de piel, tal vez podía tener la posibilidad de reconocer esos sentires, pero había algo que destacaba más y aquello era la tristeza.

Era una tristeza que a veces se transformaba en vacío y que algunas veces le ganaba la desesperación de conseguir llenarlo, incluso estando abrazada a sí misma, era algo que le gustaría en ese momento.

Sólo podía pasar un nombre por su cabeza.

A alguien que no sabía si le estaba causando un daño o evitando causárselo.

Jamás pensó que en una situación de su vida era el estar sola en casa, abrazándose a si misma esperando que fuese a otra persona quien lo hiciera y que por una jodida razón, no podía estar en ese preciso momento entre sus brazos.

En su vida siempre había intentado tomar las mejores decisiones, no dejarse llevar por las emociones, pero ahí estaba, llevando la contraria de sus principios.

¿Realmente debía hacer algo en contra de SeungWan?

¿Seguir alargando el dolor de cabeza?

¿Aguantar cada día más el desgarre que se mantenía en su corazón?

Sus pensamientos se vieron interrumpidos gracias al timbre de su puerta y se levantó para abrirla.

Parando en seco al hacerlo.

—No pude enviarte un mensaje... Sentí que debía venir y perdóname por venir de sorpresa... Pero cuando dijiste que pase lo que tenía que pasar, ¿había algún mensaje detrás?

Lalisa no había levantado su rostro para verla a sus ojos, su ropa era casual, su cabello estaba un tanto desarreglado y aún en un momento tan lamentable como ese, no pudo evitar esbozar una sonrisa y sentir ternura.

Era obvia la respuesta.

Se acercó un poco más, levantando un poco su rostro, hasta que sus ojos por fin conectaron.

— Tal vez si hice mal cuando te besé cuando pedí que vinieras, porque ahora mismo te necesitaba para sentir lo que sólo tú puedes brindar. Mi cabeza ya ni sabe en qué sentido dice las cosas, pero cuando dije eso, no me di cuenta que en el fondo si tenía otra intención... Sigo diciendo que no puedo darte algo oficial, pero si el día de mañana me ves y te provoca darme un beso, que nada te detenga, porque seguramente yo también espere ese beso.

— ¿Y qué necesitas ahora?

JooHyun rodeó el cuello con sus brazos, haciendo que su cercanía hiciera que sus respiraciones se sintieran en sus pieles.

—Un abrazo... Y tal vez un beso.

— ¿El orden de los factores no alterará el producto? — Esbozó una pequeña sonrisa.

— Ya cállate. — Respondió entre risas.

Y sin más, Lalisa rompió con la distancia.

Aunque ya tenía una idea de lo que sentía por aquella tailandesa, temía que cuando se sintiese vacía, su presencia la llenase en todo sentido.

Y siendo la casualidad de que vino hasta su casa, lo confirmó.

Inexplicablemente Lalisa se había convertido en algo de la cual no parecía tener escapatoria.

Las cosas tal vez podrían tornarse más complicadas si le daba luz verde para que su extraña relación siguiera hacia adelante, pero tampoco podía darle un paro.

Por falta de aire, separaron sus labios para acto seguido, abrazarse.

No quería que se fuera.

Quería parar el tiempo y que todo pasara como a ella le gustaría.

Pero tal vez podía ver algo en ello.

Que literalmente en este mundo de mierda, había conseguido su pequeña luz salvadora y por más que sus creencias no eran devotas a un Dios, podía ser capaz de agradecerle por ello.

Entre su desgarrado corazón, consiguió un espacio intacto en él y tras mucho tiempo, con el temor agarrado en manos, podía ser capaz de dárselo para que lo cuidara.

Podría venir un camino escabroso, pero si usaba los zapatos adecuados, podía seguir adelante.

Miró fijamente a los ojos de la tailandesa y una parte de la tristeza que había dejado atrás, volvió. Mientras pasaba su mano para quitar los pequeños mechones de su rostro, esbozó una sonrisa, intentando hacerle saber que estaba bien.

Pero no era así.

"Aún si me pongo los zapatos adecuados, nada me asegura de que duren todo el camino". 

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!!!! ♡ !!!!

¿yo? yo soy la llantos.

◇ Oh My God - Lisrene ◇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora