Capitulo ocho.

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"¿Podemos hablar?"

"Creo que debemos hablar."

"¿Estas ahí?"

"Bianca, por el amor de Dios, contéstame una puta llamada."

"Por favor."

"Llevo casi una semana tratando de hablar contigo, ¿estás bien?"

"¿Me estás ignorando? Por que si es así, perdóname lo del beso, ¿sí? No quería faltarte al respeto ni mucho menos. Me apetecía hacerlo y sé que a ti también."

"¿Estás bien?"

"Estoy desesperado, joder, no sé si te pasó algo, no se siquiera donde vives, mierda, ¿dónde vives? Necesito verte. Llámame."

Le entrego el móvil a Tom para que lea los mensajes que Colin me ha enviado a lo largo de la semana y con mi pierna, adolorida y también enyesada, me enderezo de mi cama en la que he pasado todos estos días.

-Wow, B, buen trabajo. -Dice Tom.

-¿Eh? -Le respondo distraída mientras me encuentro conmigo misma en el espejo y me espanto, ¡estoy horrorosa! Tengo un aspecto terrible y por un momento me alegro que Colin no sepa donde vivo porque si tal vez, se le hubiera ocurrido venir a visitarme con este aspecto, él moriría del susto y yo moriría de dolor.

-Él, verdaderamente, parece interesado.

-¿Quién?

-Colin.

-No, cállate. -Le digo amortiguando mi voz por medio de una almohada para taparme la cara.

Tom suelta una risa -Y tal parece que tu también lo estás.

-No es gracioso, Tom.

-Claro que no lo es, B, fuera inhumano matar a quién amas.

Me atraganto con mi saliva y observo a Tom poner los ojos como dos pelotas.

-¿No estarás realmente enamorada de él, verdad, Bianca?

-Claro que no -Intento sonar muy convencida y espero como la mierda que mi tío se lo trague. No es como si estuviera "enamorada" de verdad, pero Tom podía mal interpretar todo.

-Bueno, bien, si tu lo dices... ¿Cómo está tu pierna?

-Enyesada.

Tom pone sus ojos en blanco -Me refiero a, ¿cómo se siente tu pierna?

-Eso es una pregunta con doble sentido ya que, yo, normalmente, te respondería con una burla dado que mi pierna no es toda sentimientos pero luego me doy cuenta que ahí tengo nervios y articulaciones, así que, obvio que mi pierna siente, pero...

-Bianca...

-Agh -levanto mis manos en forma de rendición- se siente como la mierda.

-No se que te pasó, nunca desde que has empezado los entrenamientos, te has desbaratado de tal manera.

-Acuérdate cuando tenía quince, siempre me salía sangre como cascada por la nariz por tanto esfuerzo.

-Ya, pero era debido a que no medías tu fuerza, y porque estabas recién empezando...

-De igual manera, no calenté demasiado y además, estaba con la ropa empapada de sudor, es lógico que haya resbalado. -La verdad no era esa, estuve tan distraída que no me di cuenta que dejé una cuerda en el suelo, lo feo se tornó cuando estuve haciendo sentadillas con pesas, y ya se imaginan el dolor de tener más peso que tu propio cuerpo concentrado tan solo en tu pierna.

-No lo creo...

-Eh, déjalo, Tom, ahora estoy bien.

-No lo estás, te ves fatal.

-Gracias por recordármelo. Ahora, ¿crees que pueda ir mañana ya a Bobfield?

-Es Thomfield, y sí, te costará un poco caminar con las muletas pero creo que es hora de enfrentar a tu Colin, ha esperado mucho.

-Lo sé...

{••}

Edward es quien me lleva hacia la universidad al día siguiente. Mi aspecto no estaba tan mal como ayer; me di una larga ducha, y el maquillaje oculta mis ojeras. Algo que no encaja es el grande yeso en mi pierna, cosa que hace ver a mi pierna como la pata del monstruo de hielo de Monster Inc.

-¿Te ayudo a bajar?

-No gracias, Ed, yo puedo -Tardo un minuto en abrir la puerta, otro en sacar media muleta y otro en observar a Ed reírse de mi -Bien, puedes ayudarme.

Ed se baja del auto pero cuando se dispone a ayudarme una sombra llega a su lado.

-¿Bianca?

Es Colin. Por supuesto que tenía que ser él.

-Eh.

Pero él no me mira, observa a Ed, intrigado.

-¿Quién es él? -Pregunta.

-Soy Edward.

-No me interesa. Te ayudo, Bianca. -Colin me ayuda a salir y coloco ambas muletas por debajo de las axilas.

Me despido de Edward con una mueca y él me sonríe.

Pasamos la entrada de Thomfield y ninguno habla.

-Siento no haber respondido tus mensajes, yo...

-Descuida, pensé que me estabas ignorando pero al ver tu pierna, y con ese chico, por cierto, ¿quién es? Me sentí mal.

-No tienes por qué sentirte mal pero solo para que conste, si te estaba ignorando.

Me fulmina con la mirada -No sabes las ganas que tengo de dejar caer una muleta haber como te las arreglas, justo en este momento.

Dejo de muletear y él, de caminar. Suelto una carcajada y luego él también comienza a reír.
Como si fuéramos viejos amigos. Ese pensamiento hace que se detenga mi risa y veo la magnitud del azul en sus ojos. Joder, si tan solo no tuviera que matarlo, todo fuera tan fácil.

-Está bien. Entonces, yo te ignoro y tú me deseas el mal -Digo, divertida.

-Eso significa que, ¿estamos bien?

Él se acerca un par de centímetros más, y juro que si no tuviera estas bobas muletas por debajo de mi, ya estaría desplomada por su cercanía.

Estoy teniendo pensamientos sobre él y yo juntos, cuando de repente, miro en sus ojos, los mismos de Bob, el hombre que al parecer contribuyó en el asesinato de mi madre, quién fue un gran amigo de mi padre para luego apuñalarlo por la espalda, en el sentido figurado.
¿Verdaderamente puedo hacer eso? ¿Repetir lo que Bob le hizo a mi padre y hacérselo a Colin?
Mi madre estaría tan apenada de mí, y no puedo creer que no me haya dado cuenta a pesar de los años en los que llevo en la empresa.

-Sí, Colin, estamos bien.

Solo que nada lo está.

Love of killingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora